Mario Huertas se ha convertido en uno de los ingenieros más reconocidos y poderosos de Colombia. Empezó en el negocio hace 48 años y desde entonces ha consolidado un portafolio de proyectos valorados en más de US$1.500 millones. Ahora está construyendo algunas de las grandes obras de Bogotá, con ocho contratos y una vía de 5G. Estos son sus planes.

Mario Huertas Cotes pasa sus días entre las obras y su oficina de dos pisos en Bogotá. Es una elegante edificación que aguarda entre su mobiliario decenas de retratos sobre las varias obras que ha construido. A simple vista no solo se ven las imágenes de las vías, los túneles o incluso los puentes en los que ha participado, sino también reconocimientos con los que se ha consagrado como uno de los ingenieros civiles más talentosos de Colombia.

Huertas sigue trabajando y parece que no quiere retirarse. Desde su fortaleza continúa liderando con la experiencia y destreza de un hombre de negocios que aún tiene mucha tela por cortar. En Bogotá, por ejemplo, está a cargo de ocho importantes contratos viales y una circunvalar que hace parte de la Quinta Generación de Concesiones (5G): la ALO Sur.

Aún cuando comprende los comentarios de quienes reprochan los molestos trancones en la capital, fruto de los casi 500 frentes de obra, y de quienes cuestionan el por qué no se trabaja de noche en la ciudad, expone que lo que no sabe la ciudadanía es que cuando se ha intentado resultan “entutelados”, pues a fin y al cabo, añade, la gente también necesita descansar. De hecho, aclara que todos los proyectos se llevan a cabo en horarios nocturnos, en la medida en que la ciudadanía, el tipo de trabajos y las autoridades lo permiten.

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Mario Huertas constructor. Foto Diana Rey Melo

“No se pueden tener todas las máquinas en las noches trabajando. Algunas de ellas tienen frecuencias altas de vibración y es incómodo para los habitantes de la zona. Esto se ha entendido por parte de los habitantes y de ahí que se terminen las jornadas de 10 a 11 de la noche y se renuevan a partir de las 5 de la mañana” explica el ingeniero Huertas en diálogo exclusivo con Forbes. “El otro problema es que las conexiones de redes de servicios públicos que interfieren con las obras y que están en servicio, no pueden ser trasladadas por el constructor a las conducciones nuevas que se están ejecutando, pues esto es una maniobra de cargo de las empresas de servicios públicos como lo son acueducto, gas, energía, telecomunicaciones, etc”.

Ya sea porque los astros se alinearon, como sostiene en broma, o porque sus propuestas eran las mejores entre los rudos competidores, Huertas se ganó a finales del 2019 y principios del 2020 una serie de contratos en Bogotá, junto a unos socios de vieja data con los ha trabajado en varias obras de infraestructura.

El primero fue los 4,25 kilómetros de la Troncal de la Avenida Caracas hacia el sur, el segundo la ampliación del Transmilenio de Bogotá hasta Soacha, el tercero, cuatro tramos de la construcción de la Troncal de la Avenida 68, en la que se requieren, dice, por lo menos casi un valor aproximado de $1 billón en inversiones y el cuarto la ALO Sur que va desde Chusacá hasta la Calle 13.

“No perdimos ninguna de las licitaciones presentadas y consolidamos un grupo de firmas para desarrollar la construcción de estos proyectos”, cuenta el ingeniero sentado desde su sala de juntas. “Dentro de las políticas que siempre he aplicado en mi desarrollo profesional está el no participar en una licitación en forma individual, sino que siempre involucro empresas que tengan la misma filosofía en su cumplimiento y responsabilidad. Me gusta hacerlo de esta manera”.

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Los altos costos de los materiales, la devaluación del peso colombiano y las tasas de interés no le restringe su actuar, pese a que sí reconoce que el sector atraviesa por un momento complejo, fruto de lo que está sucediendo en la economía nacional e internacional.

Se le ve tranquilo al hablar de cada uno de los proyectos que lidera y en parte se debe a que no es la primera ni quizás la última turbulencia que le ha tocado sortear en casi 50 años de carrera.

Su paciencia, inteligencia y visión a largo plazo lo han mantenido vigente en el tiempo, convirtiéndolo en uno de los mayores contratistas de Colombia. El ingeniero Huertas hace parte de la tercera generación de una dinastía de industriales que han construido empresa y han redefinido la geografía vial del país. Parte de su pasión por la ingeniería viene desde su abuelo, quien manejaba los puertos en el río Magdalena y el ferrocarril; o de su padre, don Luis Huertas Lozano, a quien vio desarrollando grandes proyectos viales en las regiones.

“Dentro de las políticas que siempre he aplicado en mi desarrollo profesional está el no participar en una licitación en forma individual, sino que siempre involucro empresas que tengan la misma filosofía en su cumplimiento y responsabilidad. Me gusta hacerlo de esta manera”.

Mario Huertas Cotes

“Con mi papá tuvimos proyectos muy importantes, que fue la construcción de la vía Tunja – Sogamoso – Belencito; y en Bogotá la construcción del urbanismo del Chico y de Santa Bárbara”, recuerda el empresario. “También estuve ahí vinculado y a nivel de vías departamentales con La Calera – Sopo, Briceño – Zipaquirá y desarrollamos ya en conjunto con él la parte Mosquera – Apulo”.

Huertas dice que nació para la ingeniería: aprendió de su padre y decidió estudiar ingeniería civil en la Universidad Javeriana. Se graduó del colegio en 1969 y como ingeniero en 1974. Un año después, en el 75, se vinculó a la firma familiar y constituyó oficialmente su empresa Mario Huertas Cotes Ingeniería (MHC).

Arrancó con varios proyectos departamentales, cuando para entonces solo se promovían las obras públicas. Materializó la vía Puente Piedra – Madrid, Soacha – Mondoñedo y la vía entre el río Bogotá hasta Villeta, que actualmente sigue operando. En la década de los 80’, su firma logró expandirse, su reputación creció a nivel nacional y su osadía le permitió encontrar una solución definitiva a un problema que existía en la represa de Tominé, en Sesquilé, Cundinamarca. Se trataba de un desafío de ingeniería que debía implementarse como medida preventiva para el caso de algún temblor que afectara la represa. Era fundamental para evitar una tragedia en un caso extremo.

El empresario fue capaz de construir una berma aguas arriba de la presa, lo que le significó un Premio Nacional de Ingeniería en 1994. Esto sin duda marco un antes y un después en su carrera, pues luego se haría a grandes contratos en el desarrollo de lo que para entonces se llamó primera generación de concesiones viales en Colombia.

“Es un ingeniero que ha puesto el pecho por la ingeniería colombiana”, destaca a Forbes, Germán Pardo Albarracín, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI).

Proyecto: Construcción Berma Aguas Arriba Presa de Sesquilé Localización: Sesquilé – Cundinamarca / Laguna de Tominé Fecha: 1994

Concesiones y 4G

Tras alcanzar una experiencia valiosa en el desarrollo vial, el empresario tomó el impulso de participar en las primeras concesiones de carreteras que se promovieron con el entonces presidente César Gaviria. Su empresa MHC fue una de las primeras en vincularse en este esquema que prometía ser el punto de partida para la apertura económica del país.

Cuenta que eso les permitía diseñar, construir, mantener y operar los proyectos de infraestructura, lo que hacía que las empresas no dependieran necesariamente de las obras públicas. “Ahí nos vinculamos en la concesión Sabana en Occidente, que es desde el río Bogotá a Puente Piedra, Subachoque, Rosal y termina en el Vino. Esa fue la primera concesión a nivel nacional. Después el departamento de Cundinamarca saca la concesión entre Chía – Cota- Siberia- Funza – Mosquera – La Mesa y Girardot; y simultáneamente salió otra concesión: Devimed, que es la famosa autopista Medellín – Bogotá”, sostiene.

Con una política de distribuir riesgos y no trabajar solo, el empresario se quedó con varios proyectos de la primera generación, de la mano de firmas constructoras que preservaban su misma filosofía y el mismo nivel financiero. En este camino lo acompañaron compañías como Icein, Concay, Pavimientos Colombia, Conconcreto y Procopal, entre otras, que permitieron consolidar un amplio portafolio de proyectos en todo el país.

Con los años, el nombre de Huertas se fue ubicando entre los máximos constructores del país gracias a que todas las obras que le fueron encomendadas se entregaron en los tiempos pactados. De hecho, con el entonces ministro de Transporte Andrés Uriel Gallego logró solucionar el problema del Túnel de El Cune, en la vía de Villeta, donde constantemente se presentaban deslizamientos. Esto le mereció un segundo Premio Nacional de Ingeniería en 2012, que lo preparó para licitar años después por la cuarta generación de concesiones (4G), un programa cuya inversión supera los $44 billones.

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Proyecto: Viaducto el Gran Manglar Sobre la Ciénaga de la Virgen Localización: Cartagena Bolívar Fecha: 2019 Foto: archivo Mario Huertas

En 2014, el ingeniero se quedó con tres concesiones 4G, de los 29 contratos que sacó a licitación el gobierno Santos. Una de las anécdotas más grandes de este episodio fue que logró el primer cierre financiero de este programa, luego de que Goldman Sachs respaldara una emisión de bonos por más de US$1.100 millones.

“Fue un reto supremamente grande, que no solamente fue reconocido a nivel nacional, sino internacional, como la financiación más óptima para desarrollar un proyecto de infraestructura”, recuerda. Ahí, gracias a un impulso del sector privado y el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, se logró un crédito sindicado, entre bancos colombianos, internacionales y fondos de pensiones de Suecia, Inglaterra y Noruega.

Con el dinero de financiación asegurado, Huertas emprendió el desarrollo de las primeras vías de 4G en Colombia en plena época de choque cambiario y crisis del petróleo. Esto no lo detuvo e incluso le permitió ser uno de los primeros constructores en inaugurar dichos proyectos. Hoy, por ejemplo, tiene en operación el proyecto Girardot – Puerto Salgar – Honda, que tuvo una inversión de $1,9 billones y Cartagena – Barranquilla (Circunvalar de la prosperidad), que alcanza una inversión por $1,6 billones. Con Pacífico 3, por parte, prevé finalizar obras en diciembre de este año, pues se han presentado algunos imprevistos sociales y prediales en el municipio La Pintada que han retrasado el proyecto.

Aunque no se tiene en concreto una cifra exacta de las obras que ha realizado y actualmente opera, Forbes estima que Huertas alcanza un portafolio que asciende a los US$1.500 millones en total, entre las obras que ya realizó y las que actualmente están en fase de desarrollo.

Juan Martín Caicedo, presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), define a Huertas como un empresario que con ejemplo ha construido país. “Cuando uno mira las vías que han estado en manos de él se pone como precepto el entusiasmo y la buena ingeniería. Fue el adjudicatario de proyectos muy importantes para el país y eso demuestra el éxito que ha tenido en toda su carrera”.

Peajes, costos y.. ¿nuevos contratos?

A nivel de 4G, la empresa de Mario Huertas ya cumplió con los compromisos y ahora enfoca sus esfuerzos en las grandes obras de Bogotá y Cundinamarca.

Desde su oficina, el ingeniero destaca que hoy están entre 25% a 30% de desarrollo en la capital, pues han tenido limitaciones porque, dice, “la estructuración se hizo prácticamente como si existiera una armonía entre, las entidades distritales, las empresas de servicios públicos y considerando el alcance a construir de las obras en estos proyectos, situación que no se encontró al entrar a ejecutar las obras lo que ha impedido un avance superior al que se ha venido realizando”.

“Hay que comprar predios, viviendas, fábricas y además socializar y coordinar con las empresas de servicios públicos y la secretaría de movilidad, entonces todo esto ocasiona los retrasos en el proceso constructivo.”, destaca el ingeniero. “Puede que se logre llegar con los plazos a 2023, 2024 y 2025, si logramos una solución coherente entre las entidades y empresas públicas para el cumplimiento de los plazos en la construcción de estos proyectos”.

En las obras que adelanta en la Avenida 68, el empresario confía que podrían estar listas en diciembre del 2024 y algunas conexas en diciembre el 2025.

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En cuanto a la ALO Sur, confirma que aún están en etapa de preconstrucción y organizando la estructuración financiera. No obstante, el tema aquí es más complejo, pues agrega que “desafortunadamente ha afectado el alza en la tasa interés y la subida del dólar”, lo que golpea duramente sus balances.

Aunque el ingeniero aclara que por el momento está enfocado en lo que tiene a cargo, no desconoce la realidad del país y los recientes anuncios que se han dado por parte del Gobierno de Petro.

La decisión de congelar las tarifas de los peajes para este año lo define como un “gran reto” que tendrá que resolver la ANI junto al Ministerio de Hacienda. El motivo: al Gobierno le tocará compensar lo que deja de recibir por el alza, por lo que no hay claridad de dónde saldrán los recursos.

“Acordémonos que ese dinero no es para el concesionario. Ese dinero es para conservar esa estructura y ese patrimonio que es de los colombianos. Los peajes son parte de los recursos destinados para cumplimiento de los compromisos que se tienen con la financiación bancaria, la financiación de fondos, la financiación de bonos y la financiación internacional. Entonces eso es lo que tienen ellos que analizar con cada concesión, porque cada concesión es diferente en su estructuración”, explica el empresario.

El ingeniero dice que en el corto plazo no planea licitar por nuevas obras, mientras se define el tema de cómo evolucionan los costos y los indicadores macro. Sigue convencido de continuar aportando a Colombia y desde hace varios años lo acompaña Esteban, su hijo y mano derecha, y Jimena, su hija y quien se encarga de la administración de los equipos. Ellos son la cuarta generación de la familia y los encargados se llevar en alto y preservar el icónico apellido Huertas. Un linaje que ha venido abriendo caminos por todo el país.