Cirle Tatis es la fundadora de las peluquerías Pelo Bueno, que reivindican el pelo afro-rizado natural. Tiene sedes en Cartagena, Bogotá y Medellín y se prepara para lanzar su propia línea de productos.
Cirle Tatis tenía que escuchar que le gritaran que se parecía a Mr Black -un cantante de champeta- o una palenquera cuando caminaba por el barrio en el que creció, Olaya Herrera, en Cartagena. Esto luego de que decidiera recuperar en su cabello el afro-rizado natural, el cual había sometido a químicos y a cepillados para que tuviera una apariencia diferente a lo que a lo largo de su vida había escuchado que era pelo malo.
Ella, comunicadora social y periodista, dejó a un lado su carrera en medios locales y en comunicación organizacional, para usar la comunicación como un ejercicio de reivindicación para su cabello, que la llevó a emprender. Primero reflexionaba en redes sociales, reconociéndose como mujer negra y luego saltó a crear un canal de Youtube, en el que acumula cientos de miles de visitas, con tutoriales para personas que no supieran peinar su cabello afro-rizado.
“Empecé guiar a mamás desesperadas porque no saben cómo peinar a sus hijas, que a su vez se enfrentan a episodios bullying en el colegio”, cuenta Cirle. “Yo tenía que aprender a repensar, para contradecir todo eso decidí llamar al proyecto Pelo Bueno”.
A sus 34 años, vive en Medellín, donde está abriendo la tercera de las peluquerías Pelo Bueno, que se une a las que están ubicadas en Bogotá y Cartagena.
“Empecé en la sala de la casa de mis papás, un policía y una auxiliar de enfermería. Yo no era feliz en mi trabajo y decidí renunciar sin tener otra cosa que hacer. Para ese momento había empezado hablar de la estética de recuperar mi cabello”, recuerda la fundadora de Pelo Bueno.
Como no tenía ingresos, comenzó a vender aceite de coco. “Necesitaba conseguir así fuera para los buses”, anota. El producto empezó a venderse en grandes cantidades en oficinas de amistades y conocidos, por lo que pudo integrar a una moto que le ayudara a hacer los domicilios.
Lea también: La mujer negra con más contactos de Wall Street tiene una ingeniosa idea para reducir la brecha de riqueza
Nuestra revista | Conoce la cadena de peluquerías que reivindica el cabello afro y rizado
En paralelo, hizo un curso de peluquería para pelo liso, el cual quizo transformar en lenguaje de rizos leyendo textos en inglés y portugués, que usaba con traductores de internet. “Hace siete años no existía nada de esta información en español, ya ahora existe mucha gente que te enseña”, sostiene.
Una silla Rimax fue suficiente para empezar a atender personas que le pedían que les cortara el cabello. Mujeres que recorrían Cartagena de punta a punta para que Cirle las atendiera, se acumulaban para esperar el turno.
Este fue el detonante para que se trasladara a un local en el que también vivía, pero como al negocio le iba tan bien, a los tres meses le pidió a la propietaria que la dejara ir sin pagar multa.
Por lo tanto, se fue a un apartamento de 100 metros cuadrados, que convirtió en la peluquería, con cuatro espejos, cinco personas y una administradora.
“Yo al comienzo solo quería hablar. Lo creé por mí, necesitaba desahogar esa frustración olvidando eso que me habían enseñado que no estaba bien. El canal de Youtube empezó a hacer muy visto y por eso me han invitado a países como Cuba, República Dominicana y España a hablar de lo que hago”, comenta Cirle, quien también fue invitada a un podcast global de la plataforma de idiomas Duolingo y a un evento de Facebook para negocios.
Al año, dejó de vivir en el mismo lugar en el que trabajaba, vinculó a su esposo italiano que decidió radicarse en Colombia como socio y se trasladó a un local de 170 metros cuadrados, ubicado al frente del centro comercial La Plazuela en Cartagena. La llegada a Bogotá se dio en medio de la pandemia, en un local en Teusaquillo. Y la nueva sede, la de Medellín, está ubicada en Laureles.
“Tenemos muchos clientes que viven en otras ciudades y toman un avión en un día para ir a Bogotá a ser atendidos en nuestra peluquería”, asegura la fundadora de Pelo Bueno.
Con un equipo de 25 personas, Pelo Bueno tiene servicios de lavado y definición, ayudando a desenredar el cabello, de secado, así como de coloración y decoloración. También ofrece hidrataciones, terapias de limpieza, servicios especiales para niños y entrenamientos para que los papás aprendan a peinar el cabello de sus niños.
“Siempre salvaguardando la salud del rizo, lo más importante en la salud capilar es la salud del cuero cabelludo”, agrega Cirle.
Para ella fue un obstáculo que en la universidad no le enseñaran nada sobre emprender y que ningún banco le quisiera hacer préstamos. “Nos falta recibir educación para crear empresa desde cualquier profesión, uno debería si quiera tener las herramientas básicas. El crecimiento lo hemos logrado reinvirtiendo nuestras ganancias y con el respaldo de mi esposo, que entró como socio hace dos años”, recalca.
En Pelo Bueno tuvo que emprender con una idea de negocio que no tenía antecedentes en Colombia, por lo que le ha tocado construir todo desde cero: tanto los precios, como los sistemas operativos, formalizando un negocio que funciona de forma diferente a una peluquería tradicional, donde no atienden cabello afro.
“Se trata de dignificar la experiencia en la peluquería. Me pasaba que apenas me veían, me decían que ese pelo no me lo cepillaban. Había que someterse a químicos alisadores que generaba traumas”, recuerda.
Por el alza del dólar, la mitad de los productos que utilizan en Pelo Bueno se han encarecido, pero están vinculando a marcas locales para garantizar el suministro.
“Queremos llegar a más ciudades, estamos buscando entregar franquicias y estamos trabajando en nuestra propia línea de productos que va a ser un alivio para los consumidores”, complementa sobre el futuro de la empresa su fundadora.
Cirle quiere también escribir un libro que atravese su historia, hablando de racismo y de autorreconocimiento.
Nota del editor: Después de que se publicara la historia, Cirle aclaró que las referencias que ha puesto sobre la mesa en las que le gritaban de forma despectiva son una muestra del lenguaje endorracista de la sociedad cartagenera de la que proviene. “No son ni Mr. Black ni las mujeres de San Basilio de Palenque figuras de desagrado o vergüenza. Son para mí referentes poderosos de nuestro patrimonio histórico y cultural”, dijo.
Te puede interesar: Así es Don Levin, el multimillonario rey del papel de liar