Luz María Correa empezó como asistente administrativa en Construcciones El Cóndor y 16 años más tarde llegó a la presidencia de la firma familiar. Desde entonces, logró consolidar un portafolio de proyectos avaluado en más de US$1.000 millones. ¿Qué viene ahora que ha anunciado su retiro?
Luz María Correa tenía apenas 22 años cuando su padre, José Jairo Correa Gómez, la invitó a trabajar con él en la empresa familiar. Acaba de culminar sus prácticas profesionales en el extinto Bancoquia y estaba a punto de graduarse de administración de negocios de la Universidad Eafit, en Medellín, siendo una de las mejores estudiantes de la promoción.
Más allá de un par de proyectos que tenía a cargo su familia en Antioquia, no conocía en detalle cómo se movía el sector pese a que creció en medio de retroexcavadoras, volquetas, mezcladoras de concreto y planos de construcción. Jairo y sus tíos habían fundado ya hace ocho años Construcciones El Cóndor (1979) y ahora querían a Luz María en la empresa para ayudarlos con algunos procesos internos de la organización.
“Tuve la fortuna –digo yo– de ir creciendo no solamente con la empresa, sino también con el sector. En la medida en que el gobierno invertía un poco más en infraestructura, la empresa tenía la sensibilidad de llegar a contratos un poco más grandes. Eso me permitió crecer en principio”, recuerda Luz María en diálogo exclusivo con Forbes Colombia.
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A punta de trabajo, disciplina y conociendo en detalle cada una de las áreas de la empresa, Correa fue ascendiendo en la constructora a tal punto de acompañar a su padre a las juntas directivas, que, recuerda, estaban repletas de hombres en ese momento. Se trataba justo del inicio de los años 90, cuando el entonces presidente César Gaviria promovió las primeras concesiones viales que prometían ser el punto de partida para la apertura económica del país.
“Mi padre, que ha sido toda la vida muy visionario, dijo que necesitábamos unirnos las empresas nacionales para llegar a estos contratos de concesión. Fue ahí cuando reunió a un grupo de empresarios y crearon Odinsa”, destaca Luz María. “Eran empresas de tamaño pequeño y mediano que vieron en Colombia la oportunidad de licitar en concesiones a través de Odinsa. Ahí empiezo a aprender todo el tema y a crecer también. Siempre fue un aprendizaje de lado a lado”.
Para entonces Construcciones El Cóndor ya había desarrollado contratos de mediana escala, con proyectos, por ejemplo, como la carretera que conecta a Neiva con San Vicente del Caguán. De hecho, en esa primera concesión, se quedaron con la Autopista Los Llanos, un proyecto que conectó al centro del país, con el Meta y la Orinoquía.


Pero este tan solo sería el comienzo de lo que años después convertiría a Construcciones El Cóndor como una de las cinco empresas de infraestructura más grandes del país. En 2002, Jairo tomó la decisión de empezar un proceso de sucesión para entregar el liderazgo de la empresa. Tras un proceso externo, llegaron a la conclusión de que Luz María, que ya llevaba 16 años en la firma, debía quedarse en la presidencia, pues no había nadie que conociera tanto la organización.
Entonces, Luz María asumió como presidente ejecutiva y con ella llegó una lluvia de ideas y licitaciones que les permitieron consolidar su posición en el país. Sin ser ingeniera, llegó convertirla en una empresa que estuviese preparada para los diferentes contextos, cuenta.
Fue ahí cuando entre 2004 y 2005 aparece la licitación del Aeropuerto El Dorado de Bogotá. “Nosotros ya teníamos en ese momento el Túnel Aburrá-Oriente, la Concesión de Bello -Hatillo, teníamos carreteras del Meta y éramos accionistas importantes de Odinsa, que a su vez tenía otras concesiones”, recuerda. “Finalmente, en el 2006 nos adjudican la concesión del Aeropuerto El Dorado”.
El aeropuerto de Bogotá, el más grande de Colombia, se convirtió en uno de los proyectos más grandes de Luz María. Para lograrlo, les tocó salir a buscar financiación con banca internacional y consolidar un modelo financiero que le permitiera competir con las grandes firmas a nivel mundial. Recuerda que fue uno los hitos más importantes de la organización, pues se trataba de un macroproyecto que para entonces requeriría inversiones por US$450 millones
Un antes y un después
En abril del 2012, Luz María Correa protagonizó una de las escenas que marcaron un antes y un después en la empresa: la salida a la Bolsa de Valores de Colombia. Convencida de que la organización debía fortalecerse patrimonialmente, El Cóndor emitió acciones y puso un flotante del 20% de su capital en el mercado.
“Teníamos una historia que contar, pero también teníamos que mostrar el futuro. Era muy claro que el país no tenía los recursos fiscales para seguir invirtiendo en infraestructura y que si la empresa quería seguir siendo sostenible tenía que ser parte de las concesiones. Esa fue la historia que contamos: nuestra experiencia en concesiones de primera generación y nuestra experiencia en El Dorado”, destaca la ejecutiva.
A través de un road show en Colombia, Chile y Perú, Luz María convenció a los inversionistas e incluso a las administradoras de fondos de pensiones del país. Este fue un nuevo punto de partida que les permitió –a partir de ese momento– quedarse con nuevos proyectos: Pacífico 2, Pacífico 3, la APP de Ruta al Mar y Vías del Nus, entre otros.
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Hoy Construcciones El Condor tiene más de 3.833 kilómetros (km) de carreteras construidas, 63 km de túneles y 18 km de puentes. Suma más de 4.500 colaboradores en Colombia y ha logrado desarrollar proyectos que en total están avaluados en US$1.000 millones. En este momento, su familia aún conserva la mayoría accionaria, junto fondos internacionales, fondos de pensiones, empresas y accionistas minoritarios.
Aunque gran parte del éxito de la empresa se debe a la gestión de Luz María y a lo que por años le aprendió a su padre, el mes pasado la ejecutiva decidió dar un paso al costado para dejar la presidencia en manos de Luis Alfredo Turizo, quien por varios años fue su asesor.
“Mi familia tiene una participación importante, entonces en la asamblea de este año fui elegida miembro de la junta directiva. Desde ahí voy a estar acompañando al nuevo presidente, que es una persona que viene trabajando muy de cerca con la compañía desde hace mucho tiempo. Es una transición muy transparente y tranquila porque realmente él conoce la empresa, conoce todos los proyectos y está al tanto de todo”, sostiene la ejecutiva, quien también hace parte de la Junta Directiva de la Fundación Hospital San Vicente de Paul y Finaktiva y del Consejo de Superior de la Eafit.
Los proyectos
Luz María ya no estará en los detalles de la empresa, pero seguirá acompañando a Turizo desde la junta directiva. Explica que ahora El Cóndor está enfocado en ejecutar siete proyectos como epecista, por lo que sigue trabajando en el desarrollo constructivo de Pacífico 3, una carretera de cuarta generación; así como en la Ruta al Mar, que es una vía Antioquia, Córdoba, Sucre y Bolívar.
“También somos epecistas para construir la Concesión Ruta al Sur, que es una concesión que está en este momento iniciando construcción (Santana-Mocoa-Neiva) y con el Invias tenemos el proyecto de las vías de acceso al Túnel de Toyo”, concluye Luz María.
Correa no habla sobre nuevas inversiones o el interés de participar en concesiones de 5G. En una video llamada con Forbes, agradece al equipo gerencial, a cada uno de los colaboradores, a su esposo Julio y a sus hijos Camila y Andres. Dice que ahora se enfocará en participar en las juntas directivas y trabajará para que más mujeres puedan seguir creciendo en la organización. Después de 36 años en El Cóndor, y 21 como presidenta, confirma que planea continuar dejando su legado, pero ahora sin casco ni botas.
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