América Latina se perfila como una de las zonas geográficas con mayor potencial de minería de cobre para la transición energética mundial. En este mineral, Colombia podría tener un papel fundamental en el abastecimiento, pero será necesario un mayor compromiso de política pública, así como la firma de nuevos contratos de minerales estratégicos. Reportaje.

En la zona centro de la cordillera occidental, en el límite entre el departamento del Chocó y Antioquia, tres kilómetros al norte del municipio de Carmen de Atrato, un ejercito de mineros, ingenieros y operadores trabajan sin descanso los siete días de la semana. La mayoría luce botas de seguridad, chalecos reflectivos y cascos blancos. Es todo un campamento con los más altos estándares de seguridad, donde se extraen a diario por lo menos 850 toneladas de cobre.

La mina lleva por nombre El Roble y es el único proyecto que actualmente cuenta con todos los permisos ambientales, sociales y jurídicos para extraer este mineral en Colombia. Desde allí, se retira un concentrado que se va hasta el otro lado del mundo para su respectiva refinación y comercialización. En China, por ejemplo, fabrican alambres, chips, motores y circuitos, que sirven para varias industrias, especialmente tecnología, construcción y sector automotriz, entre otros.

De acuerdo con la Agencia Nacional de Minería (ANM), se estima que entre 1990 y 2016 El Roble produjo 1,8 millones de toneladas de roca minada, de las cuales 242.141 toneladas fueron concentrado de cobre. Gran parte de toda esta producción se vendió a los mercados asiáticos, tal y como lo hacen las empresas que operan en Chile y Perú, los dos mayores productores de cobre en el mundo.

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Foto: Minerales Córdoba

Aunque este proyecto es el único que hoy tiene luz verde para operar, la discusión sobre la transición energética, la alta demanda global, los cambios en la movilidad y la consolidación de nuevos sectores económicos ha abierto la puerta para que Colombia comience a discutir cómo impulsar, fomentar y desarrollar inversiones en proyectos estratégicos de este mineral.

Parte de esa necesidad se debe a que América Latina es una de las zonas geográficas con el mayor potencial de cobre para la transición energética mundial. De hecho, Colombia está ubicado en el cinturón metalogénico que hace presencia a lo largo de la cordillera de los Andes, en donde –en los últimos 50 años– se han encontrado yacimientos de polimetálicos que han dado origen a grandes proyectos mineros en Chile, Argentina, Perú, Ecuador, Panamá, México y Estados Unidos.

Cifras de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) señalan que en este cinturón cupífero se estiman recursos hipotéticos de 37,3 millones de toneladas de cobre. En lo que corresponde a Colombia, el potencial asciende hasta los 9,7 millones de toneladas.

“El mayor dinamismo económico que se prevé para los próximos años harán que la demanda de cobre a nivel mundial supere la oferta esperada para este mineral. En esa brecha, que se estima en 5 millones de toneladas para 2035, Colombia puede jugar un papel fundamental no solo para abastecer una parte de la cadena de valor de la transición energética, sino además en el desarrollo de las regiones donde existe un potencial para la explotación del mineral”, comenta Juan Camilo Nariño, presidente de la Asociación Colombiana de Minería (ACM).

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La matriz minera de Colombia se compone principalmente del carbón, el oro, el níquel y en menor medida de esmeraldas. Ante las nuevas demandas del mercado, la urgencia de descarbonizar la economía y la posibilidad de diversificar la canasta exportadora, el cobre podría convertirse en un mineral estratégico que pondría al país en el radar de grandes inversionistas.

Así lo detalló hace unos días Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis, quien explicó que “actualmente China busca acceso a recursos estratégicos de largo plazo, como petróleo, gas natural, oro, cobre, hierro, aluminio, litio, cobalto, ferroníquel y otros metales de tierras raras fundamentales para la producción de electrónicos, baterías y energía”. La geografía de América Latina la hace atractiva, por lo que los ojos del mundo están atentos a qué decisiones se toman en la región para impulsar estos minerales.

La radiografía

Actualmente, el país cuenta con tres cinturones de pórfidos cupríferos (de cobre) en los que se encuentran prospectos importantes: el cinturón occidental, cinturón oriental y cinturón central, según la Agencia Nacional de Minería (ANM). Solo El Roble está en explotación, pero en el listado también aparecen otras minas con alto potencial, principalmente en los departamentos de Córdoba, Antioquia, Cesar y Chocó.

Un documento de la Upme muestra que han sido identificados cinco proyectos estratégicos, entre los que se encuentra El Roble, Quebradona, Soto Norte, Libero Cooper y El Alacrán. Se trata de minas de mediana y gran escala que buscan poner al país en el mapa mundial de este mineral y en las cuales ya se han invertido miles de millones de dólares para sacar adelante las operaciones.

Quebradona, operado por AngloGold Ashanti, es un proyecto de minería subterránea de cobre ubicado en el municipio de Jericó, Antioquia. En este momento, se encuentran en etapa de análisis para presentar un nuevo Estudio de Impacto Ambiental (EIA); Soto Norte, de la canadiense Aris Mining y un fondo árabe, es un megaproyecto localizado en la Provincia de Soto Norte, el cual está frenado a causa de la falta de licenciamiento ambiental.

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Asimismo, en el radar está Libero Cooper, ubicado en Mocoa; así como El Alacrán, operado por Minerales Córdoba y el cual se localiza a 25 kilómetros de Puerto Libertador, en el departamento de Córdoba. De acuerdo con la empresa, avanzan en el estudio de factibilidad y el desarrollo del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para presentarlo en el segundo semestre de 2023. La etapa de producción de cobre –dependiendo del licenciamiento y la construcción de la mina– podría iniciar en 2026.

Sarah Armstrong Montoya, CEO de Minerales Córdoba, explica a Forbes Colombia que “se ha determinado que el país cuenta con ambientes geológicos propicios para la exploración de depósitos de cobre. Por esto, es crucial continuar impulsando el desarrollo de proyectos como el nuestro. Tenemos como objetivo alcanzar una producción estimada de 474.000 toneladas de cobre”.

A pesar de que cada unas de las empresas avanzan en sus trámites de licenciamiento, el problema radica en la burocracia institucional y en las demoras que suelen poner en vilo el desarrollo de estos proyectos.
“Los proyectos de cobre tienen el potencial de transformar las regiones donde están ubicados y de contribuir con el cierre de brechas en el noroccidente del país. Sin embargo, debemos empezar ya a avanzar en los procesos de exploración y desarrollo de las minas que están listas para empezar construcción y montaje”, destaca Nariño, quien representa a las empresas mineras.

De acuerdo con la Asociación Colombiana de Minería, en promedio una mina desde el primer hallazgo hasta el inicio de operaciones puede demorar 15 años. Por eso, ya se prenden las alarmas sobre la necesidad de acelerar el desarrollo de este tipo de proyectos, pues se trata de minerales estratégicos con alta demanda y los cuales son fundamentales para la transición.

Los expertos y las empresas coinciden en que, ante el crecimiento de la demanda mundial y las nuevas exigencias de la transición, es necesario acelerar el desarrollo de este tipo de proyectos, así como la promoción y firma de nuevos contratos. Tanto para cobre, como para níquel, cobalto y litio, entre otros. “Hay que ser ágiles para responder al gran reto mundial de abastecimiento de minerales en el que Colombia tiene un rol por jugar y del que tiene mucho que ganar en los territorios”, sostiene Nariño.

El plan

El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Minas y Energía, ha destacado la importancia de impulsar este tipo de minerales para avanzar hacia la transición energética. Por eso, en medio de la creciente demanda mundial, que incluso se proyecta va a crecer 5% este año, según cálculos de Departamento de Estudios Económicos de Scotiabank, ya se está montando una estrategia para sacar al mercado nuevas rondas que permitan adjudicar contratos de este tipo de minerales.

Según Planeación Nacional, en los próximos cuatro años el objetivo es sacar al mercado una subasta de 30 áreas para minerales estratégicos. Esto de la mano de la actualización de la política minera, en la que “se priorizarán la exploración, extracción y comercialización formal de minerales estratégicos como oro, materiales de construcción, cobre, níquel, cobalto, litio, tierras raras, entre otros”, dice el Plan Nacional de Desarrollo.

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Forbes consultó a la Agencia Nacional de Minería (ANH) para conocer detalles sobre la ronda minera, pero al cierre de esta edición no recibió respuesta. Sin embargo, fuentes cercanas al Gobierno confirmaron que en este momento se está trabajando con el Servicio Geológico Colombiano para actualizar el mapa minero y establecer el potencial real de los recursos y reservas que podría tener el país en minerales estratégicos.

“En el contexto actual, la adopción de fuentes de energía renovable está en aumento; es innegable que la demanda mundial de cobre seguirá creciendo. Por lo tanto, aumentar la oferta de este mineral se ha convertido en una prioridad para todos los gobiernos”, argumenta Armstrong. “Colombia posee un gran potencial para contribuir a la transición energética, ya que cuenta con zonas y áreas altamente prospectivas para la exploración y extracción”.

Por ahora todo lo que sale de El Roble se va por vía marítima desde el puerto de Buenaventura a China. Los empresarios creen que si se logra sacar adelante estos proyectos las divisas generadas por este sector se podrían multiplicar en cinco veces, así como se podrían movilizar millonarios recursos en regalías e impuestos.

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