Fondos soberanos árabes han aterrizado en Colombia para diversificar su portafolio de inversiones en sectores estratégicos como la industria, la minería, las energías renovables y la agroindustria, entre otros. Su avanzada ya suma más de US$1.500 millones en el país, y todo parece indicar que vienen nuevos negocios próximamente.

En noviembre del 2021 se conoció que el jeque Tanhnoon bin Zayed Al Nahyan, de la familia real de Emiratos Árabes Unidos, era el poderoso socio de Jaime Gilinski en la compra de Nutresa. El multimillonario emiratí puso un cheque para concretar la toma hostil al Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) de cara a aumentar sus negocios en Colombia y, de paso, a seguir ampliando su red de empresas en todos los rincones del mundo.

Desde entonces, Tahnoon bin Zayed y Gilinski desembolsaron un total de US$2.700 millones en la compra de un poco más de la tercera parte del Grupo Sura y Nutresa. Aunque hasta hace unas semanas parecía que este episodio empresarial terminaría en un lío jurídico, lo cierto es que los Gilinski y sus socios llegaron a un acuerdo para concretar un cruce accionario por las participaciones, lo que les permitirá quedarse con el 87% de Nutresa.

La movida, de entrada, le permitirá a la familia Gilinski ganarse más de una cuarta parte de lo que invirtió, toda vez que Nutresa está valorada (al cierre de esta edición) en US$5.480 millones, según analistas del mercado. Con el cierre del acuerdo, Nutresa pasa a ser parte del holding empresarial de los Gilinski y del portafolio de inversiones que tiene International Holding Company (IHC) alrededor del mundo. Se estima que la empresa podría llegar a cotizar sus acciones en Abu Dhabi e incluso expandir su presencia en mercados estratégicos y emergentes como India, Pakistán y Bangladesh, Medio Oriente y algunos países de África.

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El cierre de este negocio confirma que los fondos soberanos árabes y sus compañías relacionadas continúan sacudiendo el mercado local con billonarios acuerdos. La avanzada árabe, que empezó hace por lo menos una década, ya es toda una realidad en Colombia, especialmente en sectores como la industria de alimentos, la minería, el petróleo, la agroindustria, las energías renovables y el sistema financiero.

“En los últimos años, ha habido un aumento en la diversificación de inversiones por parte de los árabes debido a la transición energética mundial. El potencial de atracción de inversión de Colombia radica principalmente en su ubicación estratégica en Latam, el potencial de desarrollo industrial, la oportunidad de explotación de recursos naturales, y el clima favorable para la inversión extranjera”, explica Juan Felipe Vera, socio de M&A en Cuatrecasas.

Los negocios

Al poseer una posición geoestratégica en América Latina, Colombia se consolida como un hub para los inversionistas extranjeros, especialmente los asiáticos y árabes. Parte de los grandes negocios que se han gestado en los últimos años en el país han movilizado capital oriental debido a que empresas manejan altos flujos de liquidez y alrededor del 6% de todas las reservas probadas mundiales de petróleo.

El International Holding Company (IHC), el Mubadala Investment Company y el Abu Dhabi Investment Authority son tres de las grandes multinacionales que han desplegado sus inversiones en Colombia, detalla Jaime Robledo, socio de Brigard Urrutia. Los tres fondos alcanzan una cartera de activos que asciende a los US$400.000 millones en el mundo y desde hace poco menos de cinco años han intensificado su presencia en el país.

Mubadala, por ejemplo, es propietario del 20% de la Sociedad Minera de Santander (Minesa), junto a la compañía canadiense Aris Mining. Están detrás del megaproyecto de Soto Norte en Santander, donde se prevén invertir poco más de $1,2 billones cuando se logre el licenciamiento ambiental de la mina.
A esta mina se suma la de Fura Gems de Coscuez en el municipio de San Pablo de Borbur, ubicado en Boyacá, que posee capital árabe e indio. Allí se ubica la que se podría convertir en la mina de esmeraldas más grande del mundo, por lo que los inversionistas, con base corporativa en Emiratos Árabes Unidos, planean invertir más de US$200 millones para aumentar la producción y las exportaciones desde Colombia al mundo.

Foto: archivo.

Los proyectos mineros exploración de carbón, oro, níquel y esmeraldas están en la mira de los árabes. La anunciada inversión en ampliación de la mina de esmeraldas en Boyacá da cuenta de ese interés”, explica a Forbes Cecilia Porras, presidente de la Cámara de Comercio Árabe Colombiana.

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Aunque en venture capital aún se están explorando oportunidades, a finales del año pasado se confirmó que el fondo IHC se hizo al 49,9% Lulo Bank, el neobanco de la familia Gilinski y que está valorado en alrededor de US$400 millones. En su momento, el CEO de IHC, Syed Basar Shueb, aseguró que se trata de una transacción fundamental para sus “estrategias de crecimiento, ya sea para adquirir nuevas capacidades o consolidar. Lulo Colombia encaja muy bien con nuestros planes de expansión en América Latina“.

De acuerdo con Porras, hoy “diferentes holdings árabes están buscando proyectos estratégicos de infraestructura en vías, transporte multimodal, proyectos de tecnología en comunicación, salud y biotecnología. Es importante buscar a través de la alianza academia-estado-empresa la transferencia de conocimiento para la investigación médica de salud y biotecnología además de los recursos para la producción de medicamentos”.

Forbes conoció en exclusiva que en este momento se está gestionando una millonaria inversión en la industria minero energética colombiana con capital árabe. Una fuente, que pidió no ser citada por las cláusulas del contrato a las que está sujeta, aseguró que “hay una termoeléctrica muy importante que ya se negoció y se está estudiando la inversión en la primera refinería privada de alta conversión con transición al hidrógeno verde”.

Este complejo sería el primero en construirse en America Latina y estará ubicado en Colombia. Según fuentes cercanas, tendría un costo aproximado de US$6.000 millones y se daría ante el interés que tienen los árabes en lograr una posición estratégica en la transición energética mundial.

Balanza comercial

ProColombia confirmó con Forbes que en este momento hay oportunidades de atracción de inversión del mercado árabe en sectores como energías renovables, metales y minería, salud, sostenibilidad, tecnologías de información y comunicación, agroindustria, entre otros. Según el ministerio de Comercio, el Medio Oriente importa del mundo cerca de US$300.000 millones, de los cuales aproximadamente US$5.000 millones corresponden a alimentos.

Colombia, al ser una despensa regional de alimentos, llama el interés de los árabes, especialmente con productos como el café, aguacates, chocolates, banano, piña, flores y carne bovina, entre otros, detalla ProColombia.

Invest in Bogotá estima que en 2022 el país exportó US$1.562 millones a 14 países diferentes de Medio Oriente. La mayoría de estas exportaciones tuvieron como destino Israel (68,8%), seguido por Emiratos Árabes Unidos (16,3%), Arabia Saudí (9,7%) y otros (5,2%). Cabe resaltar que entre 2018 y 2022 las exportaciones colombianas a esta región se duplicaron, demostrando el interés del mercado de Medio Oriente por productos colombianos.

“En relación con los productos exportados en 2022, la mayoría corresponden a industrias extractivas. 66% son productos de carbón, seguido por oro (11,1%), fueloil (4,6%), café (4,1%) y otros (14,1%)”, explicaron a Forbes en respuesta a un cuestionario.

Aunque cada vez se continúan concretando negocios por pequeñas, medianas y grandes compañías, Invest in Bogotá detalla que entre 2018 y 2022 llegaron cinco proyectos de inversión nueva y de expansión de Medio Oriente a Colombia por US$133 millones, los cuales generaron aproximadamente 353 empleos. Los principales sectores receptores de esta inversión de Medio Oriente fueron servicios corporativos con dos proyectos, seguido por comida y tabaco, software y servicios TI y transporte cada uno con un proyecto.

En cuanto a la inversión de Medio Oriente por países, Emiratos Árabes Unidos hoy se consolida como el principal inversionista en el país, seguido por Arabia Saudita e Israel. Esto se debe a que se han mejorado las relaciones comerciales en los últimos años y a que los árabes siguen encontrando oportunidades de inversión.

“Buscan invertir (como aliados estratégicos) en tierras cultivables. Latam representa una reserva alimentaria. No compran tierras, pero se asocian con los dueños de las empresas, para garantizar suministro en sus empresas en la región”, destaca Porras, de la Cámara de Comercio Árabe Colombiana. “En la Industria textil, por ejemplo, buscan aliarse con empresas establecidas en Colombia, con alto concepto del diseño donde además permite importar sus materias primas producidas a partir del algodón egipcio”.

Los expertos aseguran que Colombia se perfila como un destino atractivo para continuar atrayendo la inversión del Medio Oriente, pese a que hay retos en material comercial. Lo cierto es que el ‘boom’ árabe ya es toda una realidad y todo indica que los ingresos del petróleo seguirán entrando al país para incentivar proyectos en infraestructura, hoteles, minerales y energías renovables no convencionales.

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