Representantes de la Andi y Greenpeace Colombia compartieron con Forbes sus impresiones sobre las dificultades que enfrentará el país ante la inminene llegada de un fenómeno del niño que tiene alas probabilidades de ser severo.

América Latina no ha tenido un año fácil. Casos como el de Uruguay, Chile y México, que han enfrentado crisis hídricas severas a lo largo de 2023, han generado preocupación sobre lo que pueda pasar en el resto de la región, sobre todo en un país como Colombia, que cuenta con abundancia de este recursos gracias a ecosistemas como los páramos y los humedales. Lo cierto es que nuestro país es “muy vulnerable” al cambio climático y fenomenos de la niña y el niño, particularmente a este último y a sus fuertes sequias,

No en vano, el Consejo Nacional Ambiental y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) realizaron un estudio cuya conclusión encendió las alarmas: hay 60% de probabilidades de que el fenómeno del niño que iniciará a cierre de 2023 o a inicio de 2024 sea severo, pero 90% de las predicciones también apuntan a que sea moderado. Ninguno de los dos escenarios es alentador.

“Cada vez son mas frecuentes y con mayor intensidad, pero lo que precoupa es que se estan dando en zonas de mayor presencia poblacional y desarrollo enpresarial. De ahí la necesidad de alertas tempranas”, dijo la directora del Centro Nacional de Agua y Biodiversidad de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), Dora Moncada.

Si bien es imposible saber a ciencia cierta cuando van a ocurrir los fenómenos metereológicos, sí sabemos que son cada vez mas intensos y cercanos en el tiempo, provocando que los ecosistemas y las ciudades no estén suficientemente preparados para afrontarlos.

Más grave aún es otra proyección del Ideam, que apunta a la región Andina y Caribe como las zonas del país más afectadas por el fenómeno del niño. Este anuncio preocupa al tener en cuenta que son los principales centros de producción agrícola del país y los puntos donde están concentradas las principales centrales hidroeléctricas de Colombia.

Para completar el panorama, un informe del Banco Mundial en 2020 reveló que un tercio de la población colombiana puede enfrentar estrés hídrico a corto plazo. Ante esa evidente falta de preparación, actores como Greenpeace están abogando por una “responsabilidad compartida” desde la ciudadania, las industrias (que necesitan 80% del agua) y el gobierno. Esto para crear “ciencia ciudadana” donde se busca que todos los actores empiecen a contribuir para que la crisis hídrica sea menor.

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“Se necesita gobernanza del agua. Parte de la desigualdad va en la cantidad de acceso, así como el desequilibrio en el agua que se consume. Debe haber conjunto de acciones para que eso se vuelva una realidad, y es fundamental como derecho humano que tenemos a acceder al agua”, aseguró la jefe de campañas de Greenpeace Colombia, Tatiana Céspedes.

Esa apuesta implica una visión compartida y corresponsable. Uno de los puntos clave a atender en esa emergencia y a generar mejores decisiones tiene que ver con la implementación de instrumentos de política, así como un marco robusto en recursos hídricos que fomente tanto el reuso como en la recirculación de agua.

También es importante poner énfasis en que se han implementado estos instrumentos, así como los planes de ordenamiento territorial (POT) y manejo de las cuencas hídricas. Más relevante aún es que consideren las variables de cambio climático, pues muchos fueron construidos con “visión anterior”, a juicio de las expertas, por lo que no tienen en cuenta los cambios que traen los fenómenos del niño y niña, así como su variabilidad por el cambio climático.

Desde el lado corporativo, el punto por el que más se aboga es la gestion corporativa del agua, que consiste en el trabajo conjunto entre sector público y privado para que las industrias se midan y entiendan cuál es su huella hídrica y qué uso le dan al agua. Esto con el propósito de que se fomenten planes de gestión que den luces sobre cómo recuperar ecosistemas estratégicos que garanticen el ciclo del agua, como páramos y humedales.