Pilar Sanabria promueve la educación financiera para superar la pobreza multidimensional y lograr la equidad de género en Colombia.
La educación financiera es uno de los pilares para una economía personal estable y duradera, y para las mujeres es una tarea ardua, con barreras y de extrema paciencia. Algunas familias cuentan con una vida financiera saludable y otras no; ello depende de una variedad de factores, unos que se pueden controlar como la toma de decisiones efectivas y estratégicas, y otros que están dados por el sexo, la etnia, la clase social y el dinero.
En Colombia, el Dane estudia las diferencias económicas y estructurales mediante el análisis de la pobreza monetaria, que refleja el ingreso o el consumo de las personas; y la pobreza multidimensional, la cual considera factores como la educación, la salud, el acceso a servicios básicos, y más, que pueden servir para entender las causas estructurales de la pobreza.
La experta en educación Pilar Sanabria, autora del libro “La otra cara de la moneda”, considera que aprender a ahorrar, invertir y administrar el dinero desde temprana edad son decisiones económicamente estables que se fundamentan en la educación financiera y el emprendimiento, y que pueden afectar de manera positiva el proyecto de vida de la persona.
De acuerdo con el DANE, en 2022 el 12,9% de los hogares colombianos se encontraban en situación de pobreza multidimensional, es decir, que presentaban carencias en al menos cinco de las quince dimensiones consideradas. Entre estas dimensiones, se destaca el bajo logro educativo, que afectó al 40,9% de los hogares.
Asimismo, se observan diferencias según el sexo, la etnia y la condición campesina del jefe de hogar. En los hogares con jefatura femenina hubo una mayor incidencia de pobreza multidimensional con 14,5%, mientras que en los hogares con jefatura masculina fue del 11,8%. En estos donde el jefe de hogar se identificó como negro/a, mulato/a, afrodescendiente o afrocolombiano/a tuvieron una incidencia de pobreza multidimensional del 22,4%, mientras que en aquellos donde el jefe de hogar se identificó como indígena tuvieron una incidencia del 39,0%. Por último, los hogares campesinos presentaron una incidencia de pobreza multidimensional del 12,9%, igual al promedio nacional.
La realidad de la educación financiera es que el ingreso no refleja todas las fuentes de bienestar de las personas, ya que varía a lo largo del tiempo por factores como el desempleo, las crisis económicas o sanitarias; en cambio, el sexo, el género, el nivel educativo, el estado de salud y la calidad de la vivienda sí inciden en factores clave para unas finanzas más estables y duraderas.
Sanabria, galardonada en marzo de 2020 por el Women Economic Forum, en el Cairo – Egipto, fundó Inngenia Fundación hace 14 años para el empoderamiento económico. “Adopté el emprendimiento como camino para generar dinero y como un estilo de vida”, comenta. En su libro, aborda temas como el papel de las emociones, el conocimiento básico de términos económicos, la función del dinero, la salud mental y la relación del dinero como un aliado de oportunidades.
Sanabria espera crear el primer club nacional de lectura en educación financiera inclusiva, que se fortalecerá con cada compra del libro. Esto se debe a que la fundación donará otro ejemplar a diferentes comunidades menos favorecidas del país.
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