Convertida en una fuerza disruptora, la tecnología busca ahora darle un revolcón a la logística. Así lo está haciendo un grupo de logtechs, que busca generar un movimiento similar al que provocaron las fintech en el sector financiero.

Más del 80% de los 400.000 vehículos de carga que ruedan por las vías de Colombia son propiedad de pequeños transportadores independientes que, a su vez, son subcontratados por las empresas que prestan este tipo de servicios.

En un país en el que más del 97% de la carga se moviliza por el modo carretero (si se excluyen el carbón y el petróleo), la mezcla de informalidad, pobre infraestructura y una creciente tensión social, constituyen un coctel peligroso que atenta contra la competitividad del sector privado y el propio transporte.

Hace cinco años, la Encuesta Nacional Logística realizada por el Departamento Nacional de Planeación, DNP, estimó que una empresa en Colombia destina, en promedio, 13,5% de sus ingresos a los costos logísticos y operaciones de comercio doméstico o exterior, una situación que incluso ha empeorado, por lo cual la cifra ya supera el 15% y en el caso de las pyme se duplica, de acuerdo con evaluaciones más recientes.

Según cálculos de la Andi, los impactos de más de 500 bloqueos ocurridos en las carreteras del país son alarmantes, a tal punto que las pérdidas del sector privado superaron los $1,73 billones entre enero y agosto debido a las movilizaciones sociales; $6.400 millones por cuenta de la piratería y $1,9 billones por problemas en la infraestructura.

Pero, con la tecnología convertida en una fuerza disruptora que transforma sectores, hace varios le llegó el turno a la logística, lo que se ha traducido en la explosión de startups o empresas de logística tecnológicas que, en la jerga, han sido llamadas logtechs, un movimiento similar al que provocaron las fintech en el negocio financiero.

Ricardo Wills, cofundador de Kargoru (izquierda).

“Sin duda, la tecnología es un apalancador o habilitador para que la logística funcione mejor”, explica Ricardo Wills, un emprendedor serial que lleva 15 años trabajando en temas logísticos y se desempeña como CEO de Kargoru, un agente de carga que ofrece servicios de logística internacional a exportadores e importadores. 

“Nos convertimos en un ‘freight forwarder’ con muchas capacidades digitales y muy enfocados en un negocio muy manual, la carga internacional, donde muchos son procesos por correo, todavía piden faxes y a veces es  arcaico en la comunicación”, explica Wills quien, sin embargo, subraya que no hay que sobreestimar el papel de la tecnología. 

De hecho, Wills explica que, aunque él mismo llegó a definir su startup como ‘una empresa de tecnología dedicada a la logística’, con los años revaluó ese criterio en un sector donde hay grandes jugadores tradicionales que están lejos de ser dinosaurios y también cuentan con buena tecnología. 

“Hoy digo que somos logísticos y vendemos cajas, contenedores y movimiento de camiones, y que para hacerlo necesitamos buen software”, dice el CEO que Kargoru, que hoy cuenta con 17 empleados, es rentable y vende hace más que un año, aplicando las reglas de la vieja economía, es decir, con buenos márgenes y sin entrar en guerras de precios.

De loghtech a fintech

Pero, aunque la tecnología no puede hacer milagros contra los bloqueos, sí ofrece oportunidades a emprendedores como Carlos Lopera, el fundador de CargaYa, una fintech caleña que empezó como una logtech y sobre la marcha evolucionó su modelo de negocio. 

En un sector caracterizado por la informalidad y con bajos niveles de bancarización, CargaYa conecta a las empresas de transporte con el sector financiero y los conductores, quienes antes de los viajes reciben un anticipo que oscila entre el 60% y el 70% del valor del flete, lo cual los lleva a recurrir al gota a gota y a tomar préstamos de corto plazo con tasas de usura.

“Nos hemos especializado en hacer los pagos, los hacemos más ágiles y seguros. Soñamos con una flota de vehículos de bajo impacto ambiental de propiedad de los conductores, la más grande en Latinoamérica, y ya hemos colocado 12 vehículos entre ellos”, explica el CEO de CargaYa, una sociedad BIC que busca crear valor social y ambiental, además del económico. 

En ese proceso, CargaYa dio un paso clave al ser escogida, a finales del año pasado, como la plataforma para el pago de fletes por Gastrack, la empresa creada por los principales comercializadoras de gas del país. 

Se trata de un fondo de casi $800.000 millones que busca facilitar la compra de vehículos de gas a los  transportadores independientes.

Por otra parte, gracias a la tecnología y su experiencia logística, esta fintech ha desarrollado una plataforma que busca evitar que los camiones que llevan carga de una ciudad a otra regresen vacíos, es decir, optimizar los viajes en un país en el que se realizan más de 10 millones de viajes de este tipo.

“En nuestra plataforma, los generadores de carga publican sus requerimientos y los hacemos visibles a través de una aplicación móvil a nuestros conductores. Es como un Uber de carga. Cuando ya está segura la carga de ida y regreso, el modelo financiero empieza a cerrar”, explica Lopera.

El caso de Liftit 

Felipe Betancourt y Ángel Celis, cofundadores de Liftit

En el mundo de las logtechs, Liftit, que a la fecha ha levantado US$42 millones, es una de las startups más conocidas, y ya alcanzó la rentabilidad en dos de los tres países donde opera.

“Nacimos como una empresa de acarreos bajo demanda y con el tiempo hemos evolucionado hacia un operador logístico de grandes compañías de retail”, explica Ángel Celis, su cofundador y CEO. 

Con 136 empleados, y operaciones en Colombia, México y Ecuador, Celis dice que la tecnología de Liftit garantiza que la propuesta de valor del retail se cumpla. 

“Utilizamos software para optimizar las rutas en forma costo-eficiente y determinar cuántos vehículos necesitan para llegar al consumidor final”, agrega. 

Con una base de clientes entre los que se cuentan Homecenter, Tugó, PriceSmart y Flamingo, en Medellín, la startup tiene foco en el retail, pero sus fundadores creen que hay oportunidades en las grandes superficies que ven en la tecnología un valor agregado para sus clientes finales.

“Nuestro competidor es excel, pues aunque en el sector hay grandes operadores logísticos muchas cosas se manejan aún a mano y algunos procesos son caóticos”, agrega Felipe Betancour, cofundador de la logtech y vicepresidente de desarrollo de negocios.

Aun así, ambos son optimistas y explican que gracias a su base tecnológica están en capacidad de atender mercados de largos trayectos, los viajes a los centros de distribución y a quienes atienden al consumidor final.

“Nuestro propósito es ser una compañía 100% de tecnología que se encarga de la planificación y la optimización de toda la cadena de abastecimiento, sin tener una bodega o un vehículo, y que empodera a todos los actores de la logística para hacerlos más eficientes”, concluyen.

Inteligencia artificial y logística 

En el mercado de las logtechs, Pibox es un jugador que está utilizando la IA para ayudarles a sus clientes a optimizar rutas, predecir la demanda, ofrecerles soluciones a la medida y contribuir a que mejoren su desempeño operativo.

Andrea Lucero, Product Manager de la startup que en lo corrido del año ha registrado ingresos por US$100 millones, explica que aunque las soluciones de Pibox fueron pensadas para personas naturales, con la llegada de la pandemia en 2020 las llevaron a las empresas, y hoy cuentan con grandes clientes como Bavaria y MercadoLibre. 

“Somos parte de una startup que nació hace cinco años en Colombia y que hoy también tiene presencia en México, Guatemala, Paraguay, y Pibox se encarga de desarrollar tecnología para logística de última milla”, agrega Lucero.

Según explica, la geolocalización fue el primer servicio que ofrecieron gracias al uso de la IA. “Nuestra solución permitía ubicar al mensajero más cercano y que se adaptara a la solicitud del cliente para llevar a cabo un envío. Al masificarlo, vimos que había una demanda grande en las empresas”.

El siguiente paso fue el desarrollo y optimización de rutas para la mensajería de última milla, teniendo en cuenta la distancia y el tráfico del momento, lo cual se traduce en ahorro de tiempos y emisiones de CO2.

“Una persona que descargue nuestra aplicación puede hacer uso de las tecnologías que desarrollamos para mensajería y envíos y, de hecho, en el país ese segmento sigue siendo nuestro mercado más grande, aunque en México es al revés”, señala.

En el caso de Bavaria, la solución incluye la verificación de los códigos en la entrega y en el de MercadoLibre la verificación facial de los conductores gracias el uso de la IA, que permite reemplazar funciones mecánicas, concluye Lucero.