Ricardo Arango es uno de los más importantes hombres de bolsa de los últimos 30 años en Colombia. En su libro de memorias da una mirada al mundo de los negocios de estas tres décadas y a la historia del mercado de valores.

Del otro lado de la línea estaba el magnate colombiano Julio Mario Santo Domingo (1923-2011) que atendía desde París un llamado de urgencia de varios de sus hombres de confianza en Bogotá. De este lado de la línea, en el edificio de la presidencia de Colseguros en la Capital, estaban el entonces hombre fuerte del conglomerado, Carlos Cure, presidente de Bavaria; el presidente de la aseguradora, Roberto Pumarejo y el presidente de la Cervecería Cervunión, Augusto López, que después se convertiría en el más importante ejecutivo empresarial del Grupo Santo Domingo al heredar la dirección de la famosa cervecera.

Pero don Julio Mario no estaba en la línea para escuchar a ninguno de sus alfiles en la dirección de sus empresas más importantes. Esperaba escuchar a un joven ejecutivo que presidía una pequeña compañía del grupo, La Nacional Fiduciaria. Se trataba de Ricardo Arango que no tenía buenas noticias: la compañía necesitaba una capitalización de por lo menos $300 millones de la época.

El país, como el resto de naciones de la región, estaba aún resentido por lo que había sido la famosa crisis de 1982 que había dejado ilíquidas a muchas instituciones financieras. Por eso la preocupación de todos los ejecutivos de este encuentro telefónico, porque el palo no estaba para cucharas en muchos frentes.
La respuesta sorprendió a todos: “Carlos (Cure), haz lo que tengas que hacer”, dijo el magnate luego de escuchar a Arango. Así relata él su primer encuentro con el empresario más poderoso de Colombia durante prácticamente 50 años.

En sus inicios, Arango no solo trabajó con el Grupo Santo Domingo, sino también con el entonces naciente conglomerado de Luis Carlos Sarmiento Angulo, donde tuvo la responsabilidad de liderar una operación regional del Banco de Occidente.

¿Qué reflexión deja esa experiencia de encuentro cercano con el poder empresarial en sus inicios profesionales?

Arango responde: “Me parece muy interesante la forma como estos dos grupos se consolidaron, porque ambos pasaron de ser un grupo mediano en cada una de sus industrias a todos unos potentados y en ambos casos, la historia coincide con una toma hostil”.

Se refiere el empresario, que fundó en 1991 la comisionista Ultrabursátiles, a la toma hostil por parte de Cerveceria Águila de Bavaria y a la toma hostil por parte de Luis Carlos Sarmiento del Banco de Bogotá. “En ambos casos se da la historia del ‘pez chico que se come al pez grande’”, reitera.

Arango acaba de lanzar su libro de memorias “Lo vi y lo viví” donde hace un recorrido los más importantes aspectos de su historia personal y profesional, que a su vez son parte de la historia económica de Colombia.

Lecciones para el mercado

Es claro que Arango, junto con otro grupo de empresarios jóvenes de entonces, significaron un viento fresco y hasta una verdadera revolución para un mercado de capitales anquilosado y cómodo que, como él mismo lo dice, entraba en acción a las 10 de la mañana y operaba hasta las 12 del día.

Cuando llegó con su propuesta de Ultrabursátiles, centrada tanto en la compra y venta de títulos como en el mercadeo para atraer clientes, Arango recuerda con su gracia costeña que todos en la bolsa se quejaban porque “en Ultrabursátiles sí se tenía que trabajar”. Eso lo llena de orgullo, se le nota, porque uno de sus mantras, así por lo menos se lo dijo a un grupo de estudiantes de la Universidad del Norte, durante la ceremonia de grado, es que nada en la vida es fácil.

“Cuando las cosas en tu camino profesional se estén presentando muy fáciles, preocúpate. Lo fácil es enemigo de lo sólido y de lo duradero”, les dijo a los graduandos de su alma máter en marzo de 2022. Es lo mismo que le dijo a Forbes durante el diálogo con esta revista: “Asústate cuando algo sea fácil”, pero aquí se refería a los criptoactivos, porque considera que en ese mercado todo pasa muy fácilmente.
En los mercado de criptomonedas, “las cosas suben y bajan con mucha facilidad”, dijo y por eso confesó tenerle miedo a este mercado y no haber invertido allí ni por equivocación.

Justamente de inversiones sabe mucho y por eso se le preguntó por qué las cosas están tan mal con el mercado de renta variable o de acciones en Colombia. Su diagnóstico es contundente: se formó una tormenta perfecta por varias causas.

Primero, al desmutualizarse la bolsa (dejar de cumplir funciones gremiales) y convertirse en una compañía privada con sus propios intereses en materia de márgenes en la operación, generó un conflicto entre promoción del mercado bursátil y la rentabilidad de la empresa que lo opera.

“La pregunta que deben responder los socios de la bolsa es hasta qué punto se dedican a otras cosas para promover el mercado o mejor se dedican a dejar utilidades para repartir dividendos a los accionistas”, explicó.

En segundo lugar está el papel de los bancos como dueños de la bolsa, porque –parece una paradoja–, a las entidades financieras tradicionales no les interesa que el mercado de valores prospere. “Si hay una emisión de acciones, eso desbancariza; si hay una titularización, desbancariza; si hay una emisión de bonos, eso desbancariza. No hay un interés genuino por tener una megabolsa en Colomba”, explicó.

También está el papel del Autorregulador del Mercado de Valores (AMV). “El Autorregulador nació y se convirtió en un esperpento que se cruza los cables con la Superfinanciera, es costosísimo y no tiene su nicho”, mencionó Arango.

Finalmente está el papel de las comisionistas que han tenido un foco más hacia fondos de valores, fondos privados, posición propia y manejo de divisas. “Ellas son sólidas y grandes, pero a su vez, muchas son filiales de bancos. Tampoco hay un genuino interés de que le vaya bien a las acciones, pues si no funciona ese mercado, no pasa nada”.

El empresario reconoce que otras cosas le han hecho daño al mercado de acciones. La quiebra de Interbolsa y el fraude con algunos esquemas de libranzas (que tuvo el doble del tamaño que el de Interbolsa) han minado la confianza entre los inversionistas.

El futuro lo ve aún complejo y por eso en su portafolio está jugado con TES y Títulos del Tesoro. Insiste en que hay que trabajar duro para impulsar el mercado accionario y tiene fe en que con el liderazgo de Juan Pablo Córdoba, la fusión entre las bolsas de Chile, Perú y Colombia traiga un nuevo impulso, pero no cabe duda que habrá que trabajar duro. El camino no será fácil, aunque como ya se dijo, a él le encantan las cosas difíciles.

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