Elías Mejía Henao, presidente del 92 Congreso Nacional de Cafeteros, dice que las perspectivas del sector para 2024 no son halagüeñas y reitera que es fundamental aumentar la productividad y agregar valor al grano.

En el Congreso Cafetero que comienza este miércoles 29 en Bogotá, los productores tendrán pocos motivos para celebrar. En Nueva York, la libra del grano se cotiza a menos de US$2 y el precio interno de $1.385.000 tiene a muchos productores vendiendo a pérdida. Mientras tanto, las relaciones con el gobierno no atraviesan su mejor momento, a tal punto el presidente, Gustavo Petro, ha amenazado con quitarle al gremio el manejo de los recursos parafiscales del Fondo Nacional del Café. 

A pesar de ello, el gremio quiere transmitirle al Gobierno dos mensajes claros: están unidos en defensa de la institucionalidad del sector, representada por la Federación Nacional de Cafeteros, y abiertos al diálogo para buscar soluciones a los desafíos que enfrentan 548.000 familias productoras.

Elías Mejía Henao, elegido como presidente del 92 Congreso Nacional de Cafeteros por los 15 Comités departamentales, dice que debe haber un proceso de pedagogía mutuo y que el Gobierno debe aceptar que la Federación le cuente su historia. 

“El Gobierno no tiene por qué saber qué es la caficultura, si el presidente no ha estado en esos ámbitos. Pero la caficultura tiene casi dos siglos de existencia en el país y la Federación 96 años”, explica Mejía, de 71 años, que en este momento está produciendo a ‘ras con ras’ en su finca de 13 hectáreas en Calarcá (Quindío). Es decir, no gana ni pierde plata. 

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En un sector expuesto a la volatilidad de los mercados internacionales, el también presidente del Comité de Cafeteros del Quindío subraya que es necesario distender las relaciones con el Gobierno y trabajar con armonía en beneficio de la caficultura.

“Somos los únicos productores que no podemos elaborar un presupuesto para el año siguiente porque no sabemos qué precio va a tener el café, dada su volatilidad en la Bolsa de Nueva York”, dice Mejía que, en su faceta de calificultor, ha vivido bonanzas como la de 1975-1978, en la cual el gobierno de Alfonso López Michelsen “no nos dejó manejar recursos que eran nuestros” y los obligó a invertir en Títulos de Ahorro Cafetero, TAC.

“Siempre nos quedará la incógnita de saber qué hubiera pasado si con esa plata hubiésemos mejorado nuestras viviendas, las fincas, cambiado de carro, de ropa, etcétera, entonces nos queda un mal sabor”, agrega. 

Productividad y valor agregado

Y aunque hace dos años se habló de una nueva bonanza cafetera, cuando la libra del grano se cotizó  por encima de los US$2 y la carga de 125 kilos superó los $2,4 millones, Mejía recuerda que en los 70 el precio internacional alcanzó los US$3,40.

“En los 70, con una carga de café de 125 kilos podíamos pagar cerca de cuatro salarios mínimos mensuales legales vigentes, que es una barbaridad. Nosotros, con el precio que tuvimos el año pasado de $2.400.000, escasamente podíamos pagar dos. No fue una bonanza comparada con la de 1976”.

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A pesar de ello y de una caída del 8% en las ventas externas frente al 2021, Colombia exportó 12,4 millones de sacos de café de 60 kilogramos por casi US$4.000 millones el año pasado, según el Dane, lo que ratifica la importancia de este sector como generador de divisas.

En cuanto a las perspectivas, Elías Mejía sostiene que la productividad, los nichos de mercado y el valor agregado, son las claves para la competitividad de un sector que enfrenta retos para su supervivencia. 

“Aunque abrir un nicho no es fácil, en el Quindío y otros departamentos tenemos a muchos dueños de finca que tienen su marca propia; de hecho, creo que hay alrededor de 300 de pequeños productores, pero no tienen un mercado asegurado”, explica el dirigente, en un país que consume café de dudosa calidad.

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¿Tiene la culpa la dirigencia cafetera de las dificultades que enfrenta el sector, como lo insinuó el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en un reciente debate en el Congreso? Mejía rechaza esa afirmación y explica que las decisiones fundamentales se toman en el Comité Nacional de Cafeteros, en el que tienen asiento los 15 delegados de cada Comité Departamental y los ministros de Hacienda, Agricultura y el Comercio, Industria y Turismo.

“Los gobiernos han participado en las decisiones que se han tomado en el Comité desde 1940 cuando fue creado. No nos pueden culpar, es la historia, es lo que ha existido”, agrega y se muestra preocupado por lo que ocurra en el mercado internacional el próximo año.

“Este año Brasil recuperó la producción de unas 140.000 hectáreas que habían enfrentado problemas de sequías y heladas y en 2024 tal vez entren en producción otras 300.000 ó 400.000, lo cual le pegará a los precios”, concluye el directivo que no descarta que el gremio tenga que pedirle ayuda al gobierno.