Un estudio de expertos señala que los incentivos para las proyectos no resuelven el problema central de los combustibles alternativos: que se use masivamente.

El tiempo sigue corriendo para todo el planeta en materia de calentamiento global y, en consecuencia, la exigencia de cambiar su matriz energética hacia una sostenible y renovable es cada vez más apremiante. La aparición de combustibles diferentes como el hidrógeno son posibilidades reales para que todos vayamos tras ese objetivo.

Por eso muchos países han desarrollado incentivos para los desarrolladores de proyectos de energías alternativas y renovables como la eólica, la solar y, más recientemente, el hidrógeno. El objetivo de esos incentivos es aumentar la oferta de energía renovable.

Lo que no se han percatado gobiernos y autoridades es que también se hace necesario generar incentivos para que la gente use realmente esta clase de energías.

Así lo concluye un estudio elaborado por el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) con el apoyo de ERM, la consultora de sostenibilidad más grande del mundo.

De acuerdo con algunos de los datos arrojados por el documento, solo 4% de los proyectos anunciados en todo el mundo sobre la base de hidrógeno descarbonizado han alcanzado la fase de Decisión Final de Inversión. Lo que pone de relieve la dificultad para que estas iniciativas encuentren punto de equilibrio y viabilidad financiera.

El factor decisivo está en que si bien hay 41 naciones con estrategias para la incentivar la producción de hidrógeno, muy pocas cuentan con una estrategia paralela de incentivo a la demanda.

El estudio sugiere concentrarse en definir estrategias de desarrollo de proyecto de este tipo para los sectores de producción de acero sostenible, transporte terrestre pesado, producción de amoníaco y refinerías de petróleo.

Pero también se deben definir regulaciones y mecanismos de incentivo que lleven a clientes corporativos a subirse a la ola del hidrógeno verde.

En el caso de Colombia, las posibilidades son interesantes, pues según cifras de la Cámara de Hidrógeno Andi-Naturgas, de aquí a 2030 el país podría tener una capacidad instalada para producir hidrógeno verde de entre 1 y 3 GW, a un costo de US$1,7 por kilogramo, un precio que puede reducirse hasta US$1,1 por kilogramo a 2050. Estas cifras también muestran un potencial importante para la exportación por cuenta de la localización estratégica de zonas como La Guajira.

Localmente, empresas como Ecopetrol y Promigas llevan la vanguardia impulsando proyectos de hidrógeno verde.

Además, en el Primer Congreso de Hidrógeno y Eficiencia Energética realizado en octubre en Cartagena, 9 empresas lanzaron el primer corredor de hidrógeno en el país. Estas empresas son: Ecopetrol, Fanalca, Celsia, Fem Energía, Promigas, Linde, Terpel, EPM y TGI. El corredor permitiría el desarrollo del sector de carga pesada a base de hidrógeno, que impulsará la descarbonización del sector transporte.

De acuerdo con las conclusiones del informe, “el despliegue de hidrógeno descarbonizado está en una etapa muy temprana y requiere esfuerzos concertados de política para aumentar su aceptación tal y como lo hicieron muchas industrias emergentes antes. La necesidad es clara y está acordada: en vista de la crisis climática, es necesario descarbonizar industria de difícil reducción de consumo de combustibles fósiles y más aún cuan la demanda global de productos solo crecerá en línea con el aumento de la población y la riqueza”.

El proceso de descarbonización, que para todo el planeta es ineludible, enfrenta una serie de desafíos relacionados estrictamente con la viabilidad financiera de los proyectos.

Pensar en salidas a estas dificultades aportará mucho en la solución a la que es la más importante amenaza para la humanidad ahora mismo: el calentamiento global.

Convierta a Forbes en su fuente permanente de información