En un artículo, la revista británica se refiere a los escándalos que rodean al actual mandatario y señala que carece de la influencia política para sacar adelante sus reformas.

Mochilas llenas de dinero en efectivo, condominios en el Caribe y 1.100 millones de pesos inexplicables: estos parecen detalles de una novela de John le Carré, no material de documentos judiciales. Y, sin embargo, los tres aparecen en las pruebas de un caso penal contra Nicolás Petro, hijo de Gustavo Petro, el primer presidente abiertamente de izquierda de Colombia. 

Así comienza un artículo de la influyente revista británica The Economist en el que señala que la situación de su hijo es parte de una constelación de escándalos que afectan a Petro, quien, tras casi 18 meses en el cargo, enfrenta una ardua batalla para ganar apoyo para su ambicioso programa de reformas. 

“En cuanto a los colombianos, el optimismo sobre el “gobierno de la esperanza” de su líder se está desvaneciendo”, dice la publicación y señala -recogiendo las opiniones de Sergio Guzmán, de Colombia Risk Analysis- que los escándalos arrojan una “sombra inminente” sobre el resto del mandato de Petro. 

“El índice de aprobación de Petro alcanzó el 33% en diciembre, según los datos agregados de las encuestas de Colombia Risk. Ahora carece de la influencia política necesaria para impulsar reformas”. 

A pesar de ello, dice que los problemas de Petro no son comparables a los de presidentes anteriores. “Los fiscales siguen persiguiendo al ex presidente Álvaro Uribe, por presuntos vínculos con grupos paramilitares y manipulación de testigos, aunque él mantiene su inocencia”. 

Aun así, la saga mella la credibilidad de un líder que en el pasado ha criticado a gritos los vínculos entre los políticos y el crimen organizado, concluye The Economist, y remata: 

“Los colombianos lo eligieron para poner fin a los sucios tratos de la élite política del país. Un olor a narcodinero en su campaña, probado o no, parece contradecir ese objetivo y debilita al presidente. A menos que Petro cambie las cosas, su coalición “Pacto Histórico” quedará precisamente eso: consignada a la historia”.