‘El bolero de Rubén’ llegará en febrero a los cines del país. Con esta película, el director Juan Carlos Mazo, que dirigió la novela de Rigo, incursiona en el cine musical. Forbes Life habló con los protagonistas.
‘El bolero de Rubén’ es el primer largometraje musical hecho en Colombia, escrito y dirigido por Juan Carlos Mazo, que tras un rotundo éxito dirigiendo ‘Rigo, la novela’, espera que la audiencia le dé la oportunidad de sorprenderla en el cine. Esta historia de sueños y amores frustrados, atravesada por la música, se estrenará el próximo 29 de febrero en las salas de cine del país.
“Fue un proceso muy bonito para mí, porque pasé por varias etapas: yo me metí en la locura de editar la película y ese primer ejercicio fue como cuando uno tiene un hijo y ve que es perfecto, entonces era una película que duraba como ocho horas y media, porque quería que todo estuviera”, dice jocosamente el director en entrevista con Forbes Life.
El equipo se sentó nuevamente a ver ese corte larguísimo, cuenta Mazo, y allí fue donde pudo observar las reacciones de sus compañeros, y a partir de ahí construyó el montaje final. El resultado fue una composición que integra música, drama, thriller y comedia.
Del teatro al cine
‘El bolero de Rubén’ inició como una obra de teatro y se estrenó en el año 2013; tras varias temporadas en las grandes salas de teatro en el país, Mazo decidió materializar su sueño de llevarla al cine e incursionó en un género poco explorado en Colombia, sin pretender asemejarse a los tradicionales musicales de Broadway, sino más bien valiéndose del recurso musical para retratar una historia cotidiana de Colombia.
“La historia necesitaba que pasaran todos estos años, ha mutado en el tiempo y, aunque mantiene la columna vertebral, se ha nutrido de quienes han pasado por este universo. Para ser muy honesto, aunque era un sueño lejano, siempre pensé, desde la concepción de la historia llevarla al cine. Desde el momento uno ese era el objetivo”, dijo en conversación con Forbes Life.
Al llevarla al cine se dio la licencia de jugar con los recursos visuales, permitiéndose construir escenarios reales y ficticios, que llevan al espectador en un viaje entre el espectáculo y la crudeza de la historia, para ello trabajó con un grupo élite de actores, como Majida Issa, Marlon Moreno, Diego Cadavid, Juliana Velásquez, Aída Morales, Jordana Issa y Juan Manuel Lenis.
La producción estuvo a cargo de Maritza Daza (Oasis Films), Deisy Marroquín, Camilo Buendía (Wideangle Films) y los productores asociados Majida Issa y Juan Carlos Mazo. Andrés García asumió la dirección de fotografía; Gonzalo “Chalo” Martínez se encargó del diseño de producción y de arte, y la dirección musical fue hecha por Rafael “Rafa” García. La película fue rodada en Bogotá, Medellín y Zipaquirá, en medio de la pandemia, siendo el piloto de la reactivación de la industria cultural, culminando el proceso con cero contagios.
Los personajes
El futuro de ensueño que imaginaban Marta y Rubén, una joven pareja enamorada, se derrumbó luego de que él fuera detenido y condenado a 15 años de prisión, lo que desata una serie de eventos desafortunados.
Mazo construye estas historias paralelas, agregando nuevos elementos hasta develar el acto final. “Todos los personajes vienen desde la inocencia y terminan en una intención violenta, pero quise contar que esto es el resultado de una sumatoria de factores sociales y personales, cada uno de ellos son lo que son por lo que es su entorno, no los deshumaniza”, dice Mazo.
Marta
Interpretada por Majida Issa, esta mujer se ha hecho una con su casa, incapaz de abandonarla y con la esperanza de un final feliz con su gran amor. Es un personaje que genera empatía por su vulnerabilidad y que sorprende cuando llega a sus momentos más bajos.
Issa cuenta en Forbes Life que fue espectadora de las distintas temporadas de la obra y desde el primer momento le impactó la historia de Marta y el talento de Mazo como director. “Me enamoré del personaje de Marta, vi a varias Martas, a cuatro actrices en el personaje (…) y cuando Mazo me dijo que hiciera Marta en la película casi me muero de la emoción”.
Al construir el personaje se dio cuenta de que, pese a conocerlo y estar encariñada con él, era totalmente nueva, había mutado en la unión de las múltiples caras que había tenido, en la interacción con un nuevo grupo de actores y la evolución de Mazo como director. “Algo que yo tenía tatuado para el personaje era que se trataba de una mujer que simplemente amó con toda su alma a alguien y se le desmorona su mundo y no sabe dónde está parada, ni qué hacer, ni cómo actuar”, dice.
Rubén
Rubén es un personaje que no genera empatía y que Marlon Moreno logra construir con tal detalle que desde su expresividad y caracterización despierta odios, pese a sus contados diálogos. En diálogo con Forbes Life, Moreno cuenta que recibió al personaje por sorpresa y empezó a familiarizarse con la historia y “todo iba bien hasta que me dijeron que tenía que cantar”, cuenta. El actor asumió el reto.
“Me encontré con el miedo, con el dolor y todo el tiempo tuve una sensación inmensa de soledad en el ser, sentía dolor de patria, de humanidad y la lucha por la supervivencia (…) En el caso específico de Rubén, ese tiro en el pie duele mucho porque cambia toda su vida y se vuelve un ser miserable que no encuentra respaldo en nada y está totalmente agobiado por lo que fue, quiso ser y no puede ser”, dice Moreno y todo ello se refleja en esa interpretación de un hombre odiado, que no tiene presente ni futuro, y piensa en desaparecer.
Yeisson
Diego Cadavid encaró al personaje de Yeisson, que tiene una dualidad entre la figura del sicario y una inocencia innata. Al familiarizarse con el personaje, supo que debía hacer dos cosas: lo primero fue iniciar una dieta para estar delgado y en el papel de esa ‘nea’ de Medellín; lo segundo, tomar clases de canto con una profesora particular porque era una parte que le asustaba.
“Sentí de una el ‘feeling’ de lo que iba a ser Yeisson: un man sí de allá arriba, sí medio maloso, sí todo eso, pero con mucha inocencia. Yo he conocido gente así, soy de Medellín, y a través de mi vida he visto personas que aparentemente son malas, pero en el fondo son unas bellezas, se les ve la honestidad en su mirada; y eso era lo que tenía que cargar el personaje”, resaltó Cadavid. Enfatizando en que la lucha de Yeisson era contra la falta de oportunidades.
Cruz Elena
Una de esas historias paralelas que Mazo va tejiendo en la película es la Cruz Elena, la madre de Marta. En un primer momento muestran el rompimiento de ese vínculo entre ellas, por la rebeldía de la protagonista y los dolores sin sanar en el núcleo familiar por la ausencia del padre, para luego mostrar una madre frágil, que reposa en los brazos de su hija. Mazo se inspiró en su madre (Q.E.P.D.) para este personaje y escogió a Aída Morales para darle vida, como una necesidad personal de hacer catarsis de ese amor y dolor.
‘El bolero de Rubén’ podría parecer más de lo mismo, de esas narrativas de violencia y pobreza que existen en Colombia; sin embargo, es un acto de resistencia y hace eco de un dolor de patria. “Vemos lo que somos, lo que nos ha tocado vivir (…) Conocemos lo que es tener necesidad y es una historia muy común en Colombia”, dice Marlon Moreno.
El acto musical
Los entrevistados coinciden en que este filme controvierte el concepto de musical pulcro, con bailarines y escenografías pulcras. “No es ese tipo de musical, no es una producción grandilocuente, son personas que viven en estas paredes y en esta realidad, y cada personaje viene con una voz (…) La historia es sucia y visceral”, explica Mazo.
Mazo explica que su insistencia en el formato surge de una necesidad personal de contar este tipo de historias crudas, pero también de su pasión por la música. Las canciones originales de la película fueron escritas por él y fueron cantadas en vivo por los actores; “las canciones eran parte de su texto”, agrega.
Su inspiración provino de la pieza “Bolero”, de Maurice Ravel, que nació a modo de ensayo, para que la orquesta filarmónica calentara. “De ahí llega esta columna vertebral que es el bolero y a partir de ello desarrolló toda la línea dramática. La canción comienza con un solo instrumento y se van sumando otros, y termina en una explosion enorme de una orquesta muy grande; y es tal cual lo que sucede con nuestra historia en términos dramáticos”, relata Mazo.
Moreno lo describe como un musical sangriento, del que se siente orgulloso, pero que lo desafió internamente hasta el último momento. “Me sentí expuesto (…) era la contradicción de tener un personaje tan oscuro, introvertido y tan quieto. Yo no soy cantante, por lo que el solo hecho de pensar en la letra y la emoción que me producía cada palabra, me provocaba una cantidad de sentimientos que nunca antes había vivido. Encontrar el punto de entregar los sentimientos cantando fue mi mayor reto”.
“El tema de que hay música y que sea tan nuestra, sí creo que eso va a transmitir mucho”, afirma Cadavid. Para él esta película es demasiado emocional, hace que sea inevitable llorar y conmoverse a medida que se desarrolla la trama.
La invitación del equipo a la audiencia es dejarse sorprender y llegar libre de prejuicios, sobre todo del estigma que carga el rótulo de ‘cine hecho en Colombia’, para sumergirse en una composición única en su tipo que sin duda dará de qué hablar.
Majida Issa aprovecha para hacer un llamado a que se apoye al cine colombiano y que haya quien compre la boleta, haga ese voz a voz y que pueda estar en cartelera por varios fines de semana.
“El problema del cine colombiano es que la gente cree que es un género y lo tenemos catalogado como que el cine colombiano ‘es así’, y este es el vivo ejemplo de que no, de que podemos hacer otro tipo de películas (…) Siéntese y atrévase”, invita Cadavid.
“Déjennos entrar, que el resto corre por nuestra cuenta”, proclama Marlon Moreno.