Detrás de la incipiente reactivación del comercio está la dolarización de facto de la economía vecina, que le ha permitido controlar una inflación galopante, aunque el ambiente para los negocios sigue siendo retador incluso para los empresarios locales.

En las ferreterías de Zulia y Margarita, en Venezuela, se venden pinturas especiales para estuco, concreto y drywall producidas en la planta de una empresa cucuteña con materiales que provienen, en su mayoría, de Manizales, Bogotá y Antioquia.

Hace dos años, Distribuidora PVC Colors apostó a la producción de pinturas, lacas y anticorrosivos para construcción en una planta de 500 metros, y recientemente logró ampliar su capacidad de producción de pasta fina y gruesa, un tipo de pintura ideal para rellenos y acabados.

“Con la reapertura de la frontera, en febrero del año pasado, se empezó a reactivar el comercio, ya que antes los clientes que teníamos al otro lado de la frontera tenían que llevar nuestros productos casi que de contrabando”, explica a Forbes Camilo Monsalve, director de exportaciones de PVC Colors que, en los últimos cinco meses, ha realizado exportaciones a Venezuela por unos US$500.000

Grupo Ferre Mayor, su principal comprador, es una distribuidora venezolana de productos de construcción que surte a 50 ferreterías a nivel nacional. Pero Monsalve y su equipo han participado en macrorruedas binacionales y han realizado varios viajes al país vecino, buscando ampliar su base de clientes. 

Con una economía que en los últimos 20 años se contrajo más de un 70%, el consumidor venezolano promedio compra hoy lo más barato y su mercado está lejos de tener la capacidad de revivir los mejores tiempos del comercio bilateral cuando las ventas colombianas superaban los US$6.000 millones.

Según el Dane, hasta noviembre del año pasado el comercio total binacional fue de US$ 710 millones, representando un incremento de 9% en relación con el  mismo periodo de 2022, cuando la cifra llegó a US$ 650 millones.

Sergio Castillo, presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta dice que con la apertura de la frontera, se ha observado un aumento significativo en la creación de empresas.

De acuerdo con el presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta, Sergio Castillo, el comercio por la frontera que estuvo cerrada por varios años hoy es creciente y las exportaciones del departamento alcanzaron a noviembre del año pasado los US$62 millones, mientras que las importaciones sumaron US$12 millones, lo que representa crecimientos del 72% y el 158%, respectivamente en el último año.

“Con la apertura de la frontera, se ha observado un aumento significativo en la creación de empresas en Cúcuta y la llegada de inversión extranjera y empresas como Farmatodo, Pandora, Hugo Boss, Cruz Verde y los gimnasios Fitness People y Smart fit, entre otros”, agrega el directivo.

El desafío de hacer negocios 

“Al hacer negocios con Venezuela, lo primero que hay que hacer es redescubrir ese mercado, que es completamente diferente al de hace 20 años”, explica Giovanni Gómez, Director de Asuntos Económicos de Analdex. “El consumidor venezolano hace 20-25 años era un consumidor premium donde se le podían vender productos de alta categoría, ahora compran lo más barato”.

Pese a la reactivación, Gómez sostiene que en el comercio ha habido una migración de la zona de Paraguachón, en La Guajira, por donde pasaban entre el 50% y el 60% de las exportaciones colombianas, a Cúcuta, aunque una parte de este se sigue haciendo por allá, teniendo en cuenta la desconfianza de muchos empresarios nacionales por los problemas que solían presentarse con las autoridades vecinas al otro lado de la frontera de la capital de Norte de Santander.

Otro factor generador de incertidumbre han sido los pagos y los temas de seguridad para el envío de las mercancias a su destino final, ya que en muchos casos la Guardia Nacional venezolana hacía cobros ilegales al transportador, lo cual afectaba la fluidez de los negocios.

El año pasado, Avícola Avimar, del Tachira, importó más de 7 millones de pollitos desde Colombia.

A pesar de ello, la confianza se ha ido restableciendo poco a poco y empresas como Avícola Avimar, del Tachira, están estrechando relaciones con sus pares colombianas. De hecho, el año pasado importó más de 7 millones de pollitos que les compró a Avícola Los Cámbulos, que tiene su planta en Ricaurte (Cundinmarca), y a la empresa Colaves, de Girón (Santander).

“Fuimos la primera empresa venezolana en importar pollitos bebés después de la reapertura de la frontera. Desde que iniciamos hemos bancarizado las operaciones de manera formal internacionalmente”, explica Jonathan Beltrán, director general Avícola Avimar. “Nosotros acá transamos en dólares y cuando al proveedor colombiano le cae el dinero a la cuenta, decide si los convierte en pesos colombianos o deja ese dinero en sus cuentas de compensación en el exterior para comprar materias primas”. 

Beltrán explica que las empresas colombianas tienen una ventaja grande cuando hacen ese tipo de operaciones, ya que pueden utilizar un instrumento (Plan Vallejo) que les permite importar materias primas y transformarlas en productos terminados para ser exportados con la exoneración de los impuestos aduaneros y el IVA. 

Detrás del renacer del comercio está la dolarización de facto de la economía venezolana, que le ha permitido controlar una inflación galopante y estabilizar algunas de las principales variables macro.

“En el Táchira donde estamos nosotros, desde hace varios años se maneja el dólar e incluso en algún momento el 90% del circulante eran pesos colombianos. Eso ayudó a que la inflación cayera y a que la economía se estabilizara. Hoy el bolívar se usa para pagar los impuestos al gobierno”, explica Beltran.

Para este año, se proyecta que la economía venezolana crezca 8% jalonada por el relajamiento de las sanciones  de Estados Unidos, una decisión que está sujeta a la realización de elecciones libres, que muchos ponen en duda, como lo demuestra la decisión del régimen de vetar a la candidata opositora, María Corina Machado.

Otras empresas se montan en la ola

En una encuesta elaborada por Fedecámaras, entre octubre y noviembre del año pasado, el 81 % de los empresarios dijo que las sanciones han afectado el desempeño de sus actividades, principalmente en sectores como construcción, agricultura, servicios inmobiliarios, comercio y turismo.

Adán Celis, presidente de la ‘ANDI del país vecino’, dijo que si se siguen flexibilizando las sanciones y se hacen reformas en el marco jurídico venezolano para atraer más inversiones, el sector privado crecerá un 10,6 % este año respecto al 2023.

“Si logramos mezclar esas dos cosas, esas expectativas podrán cumplirse. De lo contrario, seguiremos teniendo números negativos”, dijo el empresario.

El restablecimiento de las relaciones y la cercanía de ambos gobierno ya se ha traducido en la reanudación de las frecuencias aéreas entre ambas naciones, que ahora son atendidas por Avianca, Wingo, Satena e LATAM Airlines del lado colombiano. A ello hay que sumar una primera exportación de siete vehículos por parte de Renault Sofasa, el pasado 28 de noviembre, una cifra que al cierre del año habría superado las 100 unidades, según fuentes extraoficiales.

A ello se suma el anuncio de Productos Ramo de comercializar su popular Chocorramo en Venezuela.  Santiago Molano, Director de Negocios Internacionales de Ramo, explicó que, además de ser una oportunidad de crecimiento en la demanda de snacks y ponqués, la empresa planea capitalizar la presencia de expatriados colombianos como embajadores de marca. 

“La cercanía cultural y la presencia de colombianos en Venezuela, junto con la apertura del mercado a nuevas innovaciones, son factores clave que llevaron a Ramo a elegir este destino de exportación al que llegaremos generando valor compartido y contribuyendo al progreso de Venezuela”, señaló.

A pesar de ello, hacer negocios en Venezuela sigue siendo un desafío incluso para los empresarios locales. Además de la falta de financiamiento bancario, una encuesta de Fedecámaras señala que las fallas en el abastecimiento de combustible y los constantes cortes eléctricos, la “inseguridad jurídica, la situación política”, el “contrabando y el crimen” limitan la operatividad de las empresas.

Al respecto, el 84 % de los empresarios consultados dijeron que la “escasez de combustible fue uno de los elementos que afectó la operatividad del sector empresarial”, y un 89 % de ellos indicaron que las “fallas en el suministro de energía eléctrica” fueron una de las causas de la caída.