Con una apuesta por la calidad como diferenciador, Colombia se ha convertido en el décimo productor mundial de cacao, una materia prima cuyos precios llegaron a US$11.000 la tonelada este año.

“Y el ganador es Colombia”, se oyó decir en la Feria Comercial y Festival del Chocolate -Chocoa 2024- durante la semana del Cacao de Ámsterdam, en medio del alborozo de la delegación nacional, cuando el pasado 8 de febrero se anunció que una muestra de cacao producido en fincas de la cooperativa WORKAKAO en Guamal, Meta, fue elegida como la mejor entre 50 de todo el mundo.

La noticia llega en un buen momento para la cooperativa, conformada por 900 familias víctimas de la violencia que apenas comienzan a restañar las heridas de un pasado que quieren dejar atrás, y para el cacao colombiano, el ingrediente principal del chocolate, en una coyuntura en la que esta materia prima ha alcanzado niveles récord de precios de hasta US$11.000 la tonelada en la Bolsa de Nueva York, a pesar de las recientes correcciones y una elevada volatilidad.

Con 160.000 hectáreas en producción de un total de 191 mil sembradas, la producción de Colombia representa apenas 1,2% de la mundial, lo que convierte al país en el décimo productor a escala global, aunque con una ventaja competitiva caracterizada por la calidad del grano de cacao, el cual es valorado a nivel mundial como fino de sabor y aroma.

Gracias al trabajo realizado por los agricultores con el apoyo de la Federación Nacional de Cacaoteros -Fedecacao- la producción ha venido creciendo y el país pasó de 37.202 toneladas en 2011 a 69.040 toneladas al cierre 2021, una cifra histórica.

Eduard Baquero López, presidente de Fedecacao

Sin embargo, como explica Eduard Baquero López, presidente del gremio, la producción disminuyó hasta 62.158 toneladas en 2022 y 59.831 toneladas en 2023, con variaciones negativas -10% y 3,7% respectivamente.

Esta caída se presentó como resultado de períodos prolongados de lluvia, aunque el acuerdo de competitividad de la cadena cacao-chocolate tiene como meta la siembra adicional de 25 mil hectáreas al 2030 y busca renovar 30 mil que están envejecidas, según Fedecacao.

Los procesos de renovación de áreas involucran paquetes tecnológicos que incluyen material genético de alta productividad y que han favorecido los rendimientos, con una apuesta por la agregación de valor como elemento principal.

Actualmente, el 80% de la producción nacional se concentra en 6 departamentos siendo Santander el principal productor, con una participación del 34%, seguido de Arauca con 16%, Antioquia y Huila con 9% y Nariño y Tolima con 6% de participación. 

En una coyuntura en la que el clima, las enfermedades de los cultivos y la violencia que ha afectado algunas zonas productoras parecen ser los límites de esta nueva especie de ‘oro negro’, la cadena cacao-chocolate recibirá un empujón adicional tras los anuncios hechos por el mayor consumidor a nivel industrial de este bien básico en el país, a comienzos de marzo pasado. 

La Reina Matilde de Bélgica felicita a Elda Daza, una pequeña productora del municipio de
Saravena, Arauca. Foto: Fedecacao

Tejiendo la cadena 

Con $2,8 billones de ventas el año pasado, de las cuales el 40% proviene del exterior, donde cuenta con cinco plantas, la Compañía Nacional de Chocolates -ahora en manos del Grupo Gilinski tras la toma de control de Nutresa- anunció inversiones por $10.000 millones en el sector cacaotero, el pasado 13 de marzo, como parte de sus compromisos con la erradicación de cultivos ilícitos y la transición a cultivos lícitos.

Como parte de esos compromisos, la holding de la compañía apoyará la creación de un vivero en el sur del país, donde se sembrarán 10 millones de árboles de cacao en los próximos 10 años. Además, invertirá el 50% del costo que demande el mantenimiento del vivero durante los próximos cinco años en una alianza con Agrosavia.

Otro de sus compromisos consiste en invertir en la formación de expertos en buenas prácticas agrícolas para que las asociaciones de campesinos que trabajarán en los viveros adopten las mejores prácticas y logren mayores índices de productividad.

Pero además, Nutresa invertirá en la formación de los líderes de las asociaciones y de cooperativas y en el desarrollo de mercados de “fair trade” en el exterior, que estén dispuestos a pagar primas por sostenibilidad social y ambiental, lo que generará unos recursos que Nutresa compartirá con las cooperativas y asociaciones campesinas.

“Estos compromisos suman la inversión de $10.000 millones. La clave es que las cooperativas y asociaciones arranquen conectadas con el mercado y por ello nos comprometemos a comprar a precio de mercado en Colombia (85% del internacional) el cacao que produzcan hasta en 15.000 nuevas hectáreas”, según el presidente de Nutresa, Carlos Ignacio Gallego. 

Dichas 15.000 hectáreas estarán distribuidas en 10.000 en el sur del país y 5.000 en otros territorios. De esta forma, explicó Gallego, los compromisos de compra de Nutresa suman unos $150.000 millones anuales, lo que equivale a $1,5 billones (durante los próximos 10 años), que irán como ingresos a las cooperativas.

“La siembra de 10 millones de árboles es viable desde la mirada técnica gracias al gran potencial que tiene Colombia para crecer”, complementa Baquero, de Fedecacao. “El acuerdo de competitividad de la cadena cacao-chocolate tiene como meta exportar 65 mil toneladas en grano, derivados y confitería al 2030”.

De hecho, el crecimiento de la producción de cacao en Colombia ha permitido suplir su demanda interna, al punto de disminuir las importaciones, obteniendo una balanza comercial positiva.

Según el gremio, el año pasado las exportaciones alcanzaron las 4.226 toneladas de cacao en grano y 14.763 toneladas en derivados de cacao, alcanzando una cifra oficial de 18.988 toneladas, lo que se tradujo en ingresos por 128 millones de dólares.

Juan Fernando Castañeda, presidente de la Compañía Nacional de Chocolates.

“El cacao es nuestra principal materia prima y dependiendo del tipo de producto oscila entre el 25% y el 30% de los insumos que consumimos”, explica Juan Fernando Castañeda, presidente Nacional de Chocolates. “Afuera hay un mundo de oportunidades y es lo que queremos trabajar de la mano de la marca Cordillera, enfocados en el mercado industrial con unos argumentos de sostenibilidad que, si abrimos esas puertas, nos van a permitir jalonar toda la cadena y garantizar que haya demanda para el cacao en grano”. 

Según el directivo, Colombia cuenta con una cadena corta integrada por productores (65.000 familias cacaoteras, de las cuales 24% están lideradas por mujeres), comercializadores y los jugadores que procesan y manufacturan y están enfocados en los mercados local e internacional.

“Al cacaotero en Colombia le entra alrededor del 85% del precio del mercado, lo que constituye un diferenciador con lo que sucede en Africa donde al productor solo le llega entre el 30% y el 40% del precio del mercado”, señaló Castañeda. 

Como parte de sus compromisos con el desarrollo de la cadena, en los últimos 13 años la compañía entrenó  más de 48.000 y recientemente los ha apoyado en su transformación digital, con la creación de un canal en YouTube que ya cuenta con 32.000 suscriptores, una aplicación (mundo cacao) y el envío de más de 2,6 millones mensajes de texto educativos.

El papel transformador del cacao 

Elmer Zapata Rojas, un técnico en producción agropecuaria de 32 años, es el líder de la Asociación de Cacaoteros del corregimiento de Puerto Valdivia -Asocaval-, que agrupa a 79 familias productoras de cacao del municipio antioqueño.

Elmer Zapata Rojas, líder de la Asociación de Cacaoteros del corregimiento de
Puerto Valdivia -Asocaval. Foto: EFE

En una zona donde la cultura de la ilegalidad y la violencia han estado muy arraigadas, Asocaval ha sido protagonista de un programa de sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito por el cacao.

“Ya llevamos más de 14 años transformando la realidad de nuestro territorio y vidas, porque eso es lo bonito del cacao que, además de ser un producto que podemos vender y generar ingresos, transforma vidas”, explica el lider de Asocaval, cuya producción obtuvo la certificación de comercio justo con el apoyo de la multilatina paisa, a la que le vende directamente. 

Según Zapata, el cacao constituye una oportunidad grande si los pequeños productores se asocian con los privados y las agencias del Estado.

“La asociatividad es lo que nos va a dar la sostenibilidad en los territorios. El reto es pasar de 60.000 a más de 100.000 toneladas y convertir al cacao en una apuesta para sustituir los cultivos de uso ilícito, nosotros lo hicimos hace 14 años”.

En palabras suyas, el cacao tiene el potencial de crecer y ayudar a recuperar esa economía y suelos que se ha perdido por la degradación y el mal uso de los cultivos ilícitos.

¿Para dónde van los precios?

El alza en los precios del cacao hasta niveles estratosféricos está relacionado con el fenómeno de El Niño. Muchas zonas productoras se inundaron, mientras que otras sufrieron calor extremo y sequía. 

En Latinoamérica, la producción aumentó en Ecuador y Brasil, los dos mayores productores de la región,así como en Perú, Colombia y República Dominicana, que producen menos.

Según Fedecacao, el déficit de oferta mundial de cacao es resultado de la disminución de la producción en los dos principales países productores del mundo, Costa de Marfil y Ghana, los cuales representan el 54%, por condiciones atmosféricas poco favorables, como el Niño, enfermedades en los cultivos y al bajo rendimiento de producción presentada en los árboles de cacao por envejecimiento de los mismos. 

De hecho, se habla de un problema estructural en la oferta de granos de cacao, puesto que, la producción mundial ha cerrado en las últimas dos vigencias (2021/2022 y 2022/2023) con un déficit que alcanza las 290.000 toneladas. Y para la actual vigencia cacaotera 2023/2024, también espera un tercer año consecutivo con un déficit que podría llegar a alcanzar las 374.000 toneladas.