Puerto Colombia, punto en el troncal del Caribe, reclama su lugar como un destino turístico con vocación histórica. Así el destino apunta a seducir visitantes con una propuesta gastronómica que abraza la multiculturalidad.

La tarde acompaña una travesía dibujada por hermosos paisajes costeros, entre escenas de un mar infinito que refleja la puesta del sol. Y el Troncal del Caribe conduce, irremediablemente, a un punto en la carretera que a veces pareciera ser solo un lugar de paso entre Santa Marta y Cartagena; sin embargo, es mucho más que eso. Su origen está ligado a la memoria histórica del país.

Por ello, Puerto Colombia busca resplandecer como un destino cuya vocación turística se traslada a las manifestaciones culturales, artísticas y gastronómicas, en una tierra bañada por las cálidas aguas del Mar Caribe.

Testigo de múltiples acontecimientos, su extenso muelle funcionó desde 1888 y hasta 1936; por ahí ingresaron los inmigrantes, quienes no solo trajeron la modernidad al país, también forjaron parte de su identidad.

“Sentimos que la historia marca la diferencia como destino turístico” afirma sin concesiones Hortensia Sánchez, presidenta de la Fundación Puerto Colombia. Ella apunta que, después de la Primera Guerra Mundial, ingresaron inmigrantes de 11 naciones diferentes de Europa; entre ellos los ingleses, una comunidad que terminó por convertirse en parte esencial, pues fueron ellos quienes construyeron el muelle para que pudiera funcionar el ferrocarril y conectar al interior del país.

Por ahí también arribaron italianos, árabes, chinos –en su momento la colonia más importante de Colombia– alemanes, libaneses y franceses, quienes a lo largo de los años han dejado su propio legado. Por esa razón recientemente se inauguró “La Ventana de los Sueños”, un faro en forma de vela que guía una nueva travesía con rumbo fijo hacia el mar.

SABORES LEJANOS

Consentir al paladar forma parte central del proyecto. Particularmente en el Centro Gastronómico Internacional, también conocido como Muelle 1888 para hacer referencia a sus orígenes, mismo que desde hace un par de años comenzó su desarrollo.

Se trata de un espacio en donde tendrán cabida restaurantes con propuestas culinarias provenientes de diferentes países. Hortensia Sánchez lo asegura: “el muelle de Puerto Colombia es casi el símbolo de la modernidad del país y creo que de América en general”, por ello ve en este destino culinario una propuesta realmente atractiva.

La idea, cuenta a Forbes Life, es que cuando los visitantes ordenen, por ejemplo, un kibee, en la mesa esté una tabla en donde se cuente como llegó este plato al país, quienes lo trajeron, por qué, de qué se trata. O que mientras degustan una pasta se enteren que los italianos fueron quienes ingresaron a tierras nacionales los molinos de harina.

A cargo del diseño arquitectónico de este proyecto impulsado por el gobierno del departamento del Atlántico está José Pérez Orozco, director del despacho ArquiJoe. Él explica que para realizar el diseño, el imaginario antillano se reforzó con los imaginarios encontrados ahí por los habitantes de la etnia kaamash-hu. El propósito era reivindicar la tipología constructiva desarrollada por los habitantes de esta tierra ancestral.

“Logramos hacer un estudio tipológico de todo aquello que entró por Puerto Colombia alguna vez y vimos una marca muy específica en el tema de los palafitos, las cubiertas, los colores, la permeabilidad y de unos calados fundamentales a la hora de plasmar esto en la arquitectura del Caribe”, explica.

El resultado es un espacio en armonía con el malecón, el muelle y el mar profundo que lo rodea, el cual cede el protagonismo al paisaje y a “ese segmento de muelle que hoy queda, el cual tiene la verdadera condición de historia y le ofrece la connotación de patrimonio a Puerto Colombia”.

La intención principal era ofrecer al visitante lo que viene a buscar: la conexión con el Caribe, expresda a través de amplios jardines, tiendas y zonas de degustación en donde se reunirán los sabores migrantes en un espacio que supera los 6,000 metros cuadrados.

“Quisimos que el proyecto tuviese que ver con la racionalidad y con lo que se hace dentro de la región, así, cuando la gente lo visite puede llevarse una grata recordación gastronómica y cultural”, comenta el arquitecto Pérez Orozco.

EXPRESIONES DIVERSAS

Quienes decidan hacer una parada en el camino descubrirán un destino cuyas calles conducen la mirada a finales del siglo XIX, mismo que fusiona la cultura como parte esencial de su vida cotidiana.

“La gente va a encontrar barrios en donde se cuenta la historia de la migración”, dice la presidenta de Fundación Puerto Colombia. También podrá visitar ateliers de exponentes de las artes plásticas, el diseño, la poesía e, incluso, espacios en donde se enseña danza local; asimismo existen escuelas de percusión. “Se puede construir un destino muy lindo a partir de la historia y la creatividad”.

A 20 minutos de ahí, también aguarda Barranquilla con el Río Magdalena, el cual ofrece posibilidades infinitas para el turismo, pues muchas de las grandes ciudades del mundo, como El Cairo, Egipto, Londres y París, por mencionar solo algunas, mantienen un vínculo especial con Latinoamérica a través de estas corrientes de agua.

“Eso hace diferente a Barranquilla de Cartagena o Santa Marta. Por eso se abrió el malecón”, afirma Hortensia antes de señalar que este río aún no se ha navegado, pero el día en que, realmente, se aprovechen todas las oportunidades que ofrece, “no le va a ganar nadie como ciudad turística”.

Quizás sea una casualidad o una vuelta equivocada la que lleve a los turistas a perderse en el camino y terminar en un destino inesperado. En todo caso, así descubrirán que el Troncal Caribe esconde una parada que apunta a convertirse en el nuevo destino gastronómico del país.

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