Inspirado en el enfoque a largo plazo de Warren Buffett, Todd Boehly ha utilizado el efectivo generado por su aburrido pero confiable negocio de rentas vitalicias para construir un imperio multimillonario internacional en deportes y entretenimiento que incluye Los Angeles Dodgers, el Chelsea F.C. y los Globos de Oro. Los retornos han sido deslumbrantes.
Al caer el sol en Los Ángeles, se acerca uno de los eventos más importantes de Hollywood: la versión 81 de la entrega anual de los Globos de Oro. Todd Boehly, un inversionista multimillonario de 50 años, cofundador y director ejecutivo de Eldridge Industries (con activos por US$70.000 millones), se dirige al lugar de la ceremonia. Vestido con una camiseta sin cuello negra y jeans azules, evita la alfombra roja y pasa por seguridad con facilidad para dirigirse al salón internacional del Beverly Hilton, donde lo espera el equipo de Dick Clark Productions.
Adentro, 20 cámaras de video y una serie de luces de escenario están ubicadas estratégicamente para garantizar que puedan enfocar rápidamente los rostros de los asistentes de la lista ‘A’ de la noche, cuyos nombres están pegados en grandes recortes de cartón blanco colocados alrededor de las mesas. Taylor Swift está en el centro a la derecha. Oprah Winfrey, Steven Spielberg y Bradley Cooper están a la izquierda del escenario principal, mientras que Pedro Pascal y Timothée Chalamet están sentados a su derecha. En el escenario, la mismísima Kate Beckinsale luce zapatillas de plataforma brillantes mientras ensaya sus líneas de presentadora con el actor Don Cheadle.
Boehly parece ajeno al bullicio mientras un miembro del personal repasa los detalles de la agenda de la noche siguiente. Un fuerte timbre de su teléfono lo interrumpe: un destacado actor/productor está furioso por la mesa que le asignaron.

Con su cabello rubio canoso peinado hacia un lado, Boehly hace una pausa y levanta la vista. “Tengo equipos que manejan estas cosas”, dice, desechando la microcrisis. “Hollywood se pregunta cuál es el futuro en este momento. En todo caso, esto es una buena señal de que estamos en el camino de regreso”.
Si el inversionista multimillonario en bonos que se convirtió en magnate de Hollywood siente algo de presión en este momento, sería comprensible. En 2021, los Globos de Oro fueron investigados por corrupción y falta de miembros votantes negros en su entidad propietaria, la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), una organización sin fines de lucro. La gente de la industria boicoteó la ceremonia de premiación, Tom Cruise devolvió sus trofeos y el programa no se emitió en 2022. En enero de 2023, regresó a la cadena NBC por un período de prueba de un año, pero obtuvo una audiencia decepcionante de 6,3 millones de espectadores, frente a los 18.4 millones de 2020, según Nielsen.
Durante el embrollo, las maniobras de Boehly fueron magistrales. Con la popularidad de los Globos de Oro en un punto bajo y los actores y escritores de Hollywood en huelga, él adoptó la estrategia de un inversionista en dificultades.
En 2021, Boehly se nombró a sí mismo director ejecutivo interino de la HFPA (Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood) y luego lideró una reestructuración que transfirió la propiedad intelectual de los Globos de Oro a una entidad con fines de lucro. Su holding, Eldridge Industries, ya poseía una parte de Dick Clark Productions, la productora del programa, a la que luego se unió Penske Media. En junio de 2023, seis meses antes de la próxima ceremonia de entrega de premios, Boehly y Penske adquirieron los Globos de Oro por completo. Bajo el liderazgo de Jay Penske, vendieron los derechos de transmisión a CBS y Paramount+ por seis años.
A pesar de las críticas matutinas por los chistes del presentador Jo Koy, Nielsen informó que los Globos de Oro 2024, emitidos el 7 de enero, obtuvieron 9,5 millones de espectadores, lo que representa un aumento del 51% con respecto al año anterior. Este crecimiento fue suficiente para Boehly, cuyo holding Eldridge Industries también incluye A24, la compañía de producción y distribución cinematográfica ganadora del Oscar, que se llevó a casa tres Globos de Oro esa noche por ‘Carne’, una miniserie de Netflix protagonizada por Ali Wong.
Desde la formación de Eldridge en 2015, Boehly ha acumulado un tesoro de más de 100 empresas, muchas de ellas en el ámbito del entretenimiento y el deporte, con un valor total de US$10.000 millones. Entre ellas se encuentran: el sitio de apuestas DraftKings; la producción de Dick Clark’s Rockin’ Eve; el catálogo de canciones de Bruce Springsteen; el Beverly Hilton; la empresa emergente de tecnología financiera Stash; y el equipo de béisbol Los Angeles Dodgers. A través de una entidad separada, BlueCo, Boehly formó parte de un grupo que compró el Chelsea F.C., el club de fútbol británico, al oligarca ruso Roman Abramovich por US$3.000 millones en 2022. Forbes estima que el patrimonio neto de Boehly es de US$6.100 millones, lo que representa un aumento significativo de US$1.600 millones desde 2022.
A medida que su imperio se expande y se llena cada vez más de estrellas y atletas famosos, Boehly siempre mantiene a Topeka, Kansas, en su mente. Ahí se encuentra la base de Security Benefit Life, la compañía especializada en rentas vitalicias con activos por US$52.000 millones que proporciona el efectivo para el crecimiento de Eldridge. Al igual que Warren Buffett, Boehly utiliza el flujo de efectivo confiable proveniente de la operación de seguros para comprar activos.
Pero a diferencia de Buffett, que prefiere negocios comunes como paradas de camiones y salsa de tomate, Boehly ha aplicado la fórmula a sectores más llamativos. El dinero no siempre compra victorias, como está aprendiendo después de dos años pésimos como dueño del Chelsea F.C., pero sí puede comprar audiencia en la pantalla, que es lo que más importa después de haber vendido los derechos de transmisión y el objetivo final es generar el tipo de ingresos que permite a los titulares de rentas vitalicias dormir tranquilos en la noche.
“Siempre he creído que el mundo no comprende las finanzas estructuradas”, dice Boehly. “Una de las grandes ventajas de ser prestamista es que tienes un asiento en primera fila para observar a muchas industrias diferentes”.
Todavía atormentado por un viejo recuerdo, Todd Boehly sufre una pesadilla recurrente de sus días en el equipo de lucha libre del exclusivo colegio Landon School para varones, ubicado en Bethesda, Maryland. Siendo estudiante de tercer año, faltó a su peso de 63 kilos (140 libras) para un combate por menos de medio kilo, y su entrenador lo recibió a gritos. Décadas más tarde, revive el trauma varias noches al año.
“Es una forma terrible de fallarle a tu equipo”, recuerda Boehly. “La lucha libre es bastante emprendedora. Todo depende de ti. No hay dónde esconderse”.
Siendo un forastero que intentaba abrirse camino a la fuerza en el exclusivo mundo del capital privado, las lecciones de la escuela Landon le han sido muy útiles. Graduado en 1996 de William & Mary con una especialización en finanzas, pero sin conexiones con Wall Street (su padre era ingeniero y su madre maestra de primaria), siguió el consejo de su profesor de geometría de la secundaria e hizo su último año en el extranjero en la London School of Economics. Después de obtener una visa especial que le permitía trabajar mientras estudiaba, consiguió una pasantía en el departamento de derivados de crédito de Citibank, en ese entonces un sector poco relevante. Esa incorporación a su currículum fue suficiente para conseguir un trabajo al graduarse en CS First Boston en Nueva York como analista estructurando obligaciones de préstamos garantizados.
“Estaba en el escritorio de finanzas apalancadas justo en medio de todos los vendedores e intermediarios, y aprendí muchísimo”, dice Boehly. “Me sentí extremadamente estimulado por ello”. Después de que la mayoría de sus jefes se marcharan a Bear Stearns en 1997, de repente se encontró modelando y estructurando CLO (Obligaciones de Préstamo Apalancado) de alto rendimiento a los 23 años. Desde First Boston, Boehly se mudó en 1999 a la firma de capital privado J.H. Whitney, donde forjó un vínculo con el futuro multimillonario Mark Walter, cofundador de Guggenheim Partners. Mientras estuvo en Whitney, Boehly ayudó a Walter a reestructurar US$600 millones en obligaciones de deuda garantizada de Guggenheim que contenían bonos basura casi sin valor de empresas de telecomunicaciones emergentes durante el estallido de la burbuja de las ‘puntocom’.
Walter quedó tan impresionado con Boehly que en 2001 financió la compra por parte del joven banquero del negocio de crédito de Whitney por US$1.500 millones, integrándolo a Guggenheim y poniéndolo a cargo de su cartera de bonos corporativos. Boehly pronto se percató de que una de las principales tenencias de los clientes de seguros de Guggenheim eran bonos de Enron. Entonces, durante el otoño de 2001, analizó a fondo las divulgaciones financieras de Enron. “Construí un modelo para comprender qué impulsaba su negocio”, dice. “Estaban vendiendo todos sus activos tangibles… Negociando fibra y entrando en negocios que no estaban probados en absoluto”.
Al darse cuenta de que, despojada de activos, Enron dependía por completo de la benevolencia de los mercados de capital, Boehly recomendó inmediatamente vender los bonos de Enron. Sin embargo, el cliente de seguros de Guggenheim, con sede en Texas al igual que Enron, se negó a vender. Al principio, el cliente parecía tener razón. Justo antes del Día de Acción de Gracias, Enron recibió una oferta de compra de US$8.000 millones de Dynegy, lo que hizo que sus bonos subieran de 90 centavos a 97 centavos por dólar. El director ejecutivo de la aseguradora llamó rápidamente a Boehly para decirle que estaba equivocado. Pero Boehly confiaba en su análisis y le volvió a aconsejar que vendiera. Un mes después, Enron estaba en bancarrota y los bonos se cotizaban en torno a los 20 centavos.

Arriba, un corredor de bonos en la alfombra roja. La atención al detalle de Boehly es famosa, desde sus modelos de hoja de cálculo hasta el sushi servido por Nobu en los Globos de Oro. Al centro, de izquierda a derecha, miembros del grupo propietario de Los Angeles Dodgers: el presidente Stan Kasten; el director ejecutivo de Guggenheim, Mark Walter; la leyenda del baloncesto Earvin “Magic” Johnson; el productor de cine Peter Guber; y Boehly. Un financiamiento inteligente podría conducir a otro título de la Serie Mundial en 2024. Abajo, Boehly en el palco del director en Stamford Bridge. Convirtió las sanciones a Rusia en una dulce victoria al liderar la compra del Chelsea F.C.
En los siguientes 15 años, Boehly expandió la cartera crediticia de Guggenheim a US$60.000 millones y asumió la responsabilidad del negocio de gestión de activos, el cual adquirió Security Benefit Life, Dick Clark Productions y una participación en los Dodgers. En 2011 fue nombrado presidente.
“Todd, en muchos sentidos, encarna la creatividad que Steve Ross tuvo al construir Time Warner o John Malone al construir TCI y Liberty”, dice Michael Milken, el magnate multimillonario de los bonos basura de la década de 1980 y cliente de Guggenheim Partners desde hace mucho tiempo.
En 2015, Boehly decidió independizarse. Guggenheim ya era un accionista importante de Security Benefit Life. Boehly, quien comprendía la fortaleza y el poder de aprovechar los balances de las compañías de seguros de vida, llegó a un acuerdo con Walter para comprar el resto de la aseguradora y algunos otros activos, incluida Dick Clark Productions.
Boehl invirtió alrededor de US$200 millones de su propio dinero y se acercó al multimillonario suizo Hansjörg Wyss, un antiguo cliente suyo en Credit Suisse que acababa de vender su compañía de implantes médicos a Johnson & Johnson por US$20.000 millones. Wyss invirtió US$550 millones. Boehly reunió sus participaciones en un nuevo holding llamado Eldridge y se estableció como accionista controlador.
Al igual que Berkshire Hathaway de Warren Buffett, que genera una gran cantidad de capital a partir de Geico, los seguros son el combustible del imperio de Todd Boehly. Security Benefit Life actualmente tiene US$52.000 millones en activos, y en 2023, su ingreso operativo de $1.100 millones aumentó un 50%.
La mayoría de las compañías de seguros invierten las primas pagadas por los asegurados en bonos que cotizan en bolsa, tratando de igualar sus obligaciones a largo plazo con los valores que poseen. En cambio, un gran porcentaje de los activos de Security Benefit Life se encuentra en forma de préstamos, arrendamientos y otra deuda estructurada mantenida por las más de 100 empresas de la cartera de Boehly. Según las divulgaciones de la SEC (Securities and Exchange Commission), al menos US$21.000 millones de los US$48.000 millones en activos de Security Benefit Life a fines de 2022 (los datos más recientes disponibles) se invirtieron en empresas relacionadas. Esto incluye US$334 millones en American Media Productions, que opera SportsNet LA, la red deportiva regional que transmite los juegos de los Dodgers. Esta fue creada por el nuevo grupo propietario del equipo, liderado por Walter y Boehly, poco después de que compraran los Dodgers en 2012.
Security Benefit Life también tiene $1.300 millones invertidos en Cain International, una firma de bienes raíces con sede en Londres copropietaria de Eldridge. Cain posee US$16.000 millones en activos, incluyendo el Beverly Hilton y el Raffles Hotel de Boston. Miles de millones más se han invertido en entidades asociadas a empresas de gestión de activos propiedad de Eldridge, como Maranon Capital, Panagram Structured Asset Management y Stonebriar Commercial Finance. La red de conexiones es un poco desconcertante. En total, las presentaciones de anualidades de Security Benefit Life enumeran más de 1.500 entidades de “control común” en más de 30 páginas, que van desde A24 Films y FlexJet (que vende propiedad fraccionada en aviones privados) hasta Soul Train Cruise (que opera desde Fort Lauderdale, Florida) y Thirteenth Floor Entertainment, propietaria de atracciones como Fear Farm, un “parque ferial embrujado” en Phoenix.
Eso naturalmente genera cientos de millones pagados anualmente en tarifas entre empresas. ¿Por qué pagarle a un banco de inversión o a un consultor de gestión cuando puedes mantenerlo todo dentro de la familia Eldridge? De 2018 a 2022, Security Benefit Life pagó más de US$550 millones en tarifas a Eldridge Business Services de Boehly por conceptos como estrategia de inversión, originación de activos y desarrollo de nuevos productos.
“Tengo mucho más control… Los bonos que puedes comprar sentado en un puesto esperando que un banco de inversión te llame son mucho menos atractivos que las cosas en las que puedes salir, originar y crear”, dice Boehly. Eldridge obtuvo un dividendo de US$350 millones de Security Benefit Life en 2023.
Boehly se jacta de estar menos apalancado que sus pares, con una relación activos-capital de aproximadamente seis. “Si operas con mucho menos apalancamiento y, por lo tanto, con mucho más capital, tienes más flexibilidad en la forma en que puedes administrar los activos”, dice, citando como ejemplo la compra de derechos sobre el exchange de criptomonedas en quiebra FTX en 2023, que se cotizaban a 35 centavos por dólar. Gracias a un aumento en los precios de las criptomonedas, ahora están a 90 centavos.
Eldridge también fue un inversionista inicial en DraftKings, la compañía de apuestas deportivas, comenzando con su ronda Serie C en diciembre de 2014 y liderando una ronda de US$100 millones en marzo de 2017. Eldridge ha obtenido ganancias de US$498 millones sobre su inversión de US$49 millones y aún posee una pequeña participación en las acciones, que se ha triplicado desde principios de 2023.
“Tengo pasivos a largo plazo muy estables”, dice Boehly sobre las rentas vitalicias que financian sus compras de activos.
En ningún lugar la matemática detrás de la estrategia de Boehly impulsada por los seguros ha sido más innovadora que en sus inversiones en deportes profesionales. Siendo un fanático del béisbol de toda la vida que creció idolatrando a Cal Ripken Jr. de los Orioles de Baltimore, Boehly se interesó en los Dodgers después de que el equipo se declarara en bancarrota en junio de 2011. El equipo pedía US$150 millones para ayudar a cubrir los salarios de jugadores y empleados en medio de una fea disputa entre el entonces propietario Frank McCourt y la oficina de la liga. McCourt aceptó un proceso supervisado por la corte para vender la franquicia y sus derechos de transmisión ese noviembre.
Después de años de otorgar préstamos a productoras de cine y televisión, y con los derechos de transmisión de los Dodgers por ser renegociados, Boehly sabía que parte del acuerdo estaba infravalorado. Mientras estaba en Guggenheim, se unió a Walter en una adquisición récord de US$2.000 millones del equipo en 2012, con Boehly en poder de un 20% personal y otro 7% a través de Eldridge. Gastaron libremente desde el principio, intercambiando estrellas de alto precio como Adrián González y Hanley Ramírez durante su primer verano como propietarios para atraer más fanáticos a los asientos y, lo que es más vital, a ver los juegos por televisión. En 2013, los Dodgers vendieron 25 años de derechos de transmisión a Time Warner Cable por la asombrosa suma de US$8.400 millones y crearon SportsNet LA para transmitir los juegos.
“Debido a que Time Warner, que ahora es parte de Charter, tenía un crédito de grado de inversión, pudieron descontar los pagos. El valor presente de ese flujo de ingresos incremental se acercó al valor que pagaron por los Dodgers”, dice Milken. “Fue una transacción que mostró creatividad, comprensión de la estructura de capital y la mejor manera de financiar una empresa”.
Ese dinero en efectivo ha ayudado a los Dodgers a convertirse en un equipo ganador constante, logrando 11 apariciones consecutivas en playoffs desde 2013. En 2020, ganaron su primera Serie Mundial en tres décadas. Forbes ahora valora al equipo en US$4.800 millones, un 140% más de lo que pagó el grupo de Walter y Boehly.
El contrato de 10 años y $700 millones que los Dodgers otorgaron en diciembre de 2023 a Shohei Ohtani fue el más grande en la historia del deporte profesional estadounidense, pero hubo una trampa importante que ayudó a los Dodgers a enriquecerse aún más. Ohtani, quien pasó sus primeros seis años jugando para Los Angeles Angels, aceptó recibir solo US$2 millones por año de los Dodgers durante los primeros 10 años del contrato, aplazando US$68 millones a cada año entre 2034 y 2043.
Siendo la estrella más grande del béisbol y actualmente envuelto en un escándalo de apuestas que involucra a su intérprete, Ohtani gana más que suficiente dinero de patrocinios para vivir cómodamente durante la próxima década. Sin embargo, la estructura del contrato con los Dodgers significa que su valor presente, usando la tasa de descuento del 4,4% de la MLB, es de apenas” US$46 millones por año. La estructura del contrato fue tan favorable para los Dodgers que el presidente de operaciones de béisbol, Andrew Friedman, dijo al anunciarse la firma que “no hubiera tenido el coraje de proponerla”.
“A Ohtani le importa mucho ganar y a nosotros nos importa mucho ganar, así que nuestra pasión y la suya encajan muy bien”, dice Boehly, consciente de lo ventajoso que es la estructura del acuerdo para su equipo, especialmente si la Reserva Federal no logra controlar la inflación.
El siguiente paso fue ganar una puja por el lanzador japonés Yoshinobu Yamamoto, otorgándole un contrato de 12 años y US$325 millones a fines de 2023. El equipo de Goliats será el villano de la próxima temporada, pero la historia le da un impulso a un deporte que lo necesita desesperadamente después de la audiencia históricamente baja de la Serie Mundial del otoño pasado.
“Un promedio de nueve millones de personas vieron los cinco juegos de la Serie Mundial el año pasado. Aproximadamente 70 millones de personas vieron la conferencia de prensa de Ohtani”, señala Boehly. “Vendió más camisetas que Messi en las 48 horas posteriores al anuncio”.
Diez años después de comprar su parte de los Dodgers y un año después de adquirir una participación minoritaria en Los Angeles Lakers en 2021, Boehly aprovechó una oportunidad única para agregar otra joya deportiva a su corona. Roman Abramovich, enfrentando sanciones impuestas por el gobierno británico después de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, anunció que vendería su club de fútbol, el Chelsea F.C., y las ganancias netas se destinarían a una fundación para beneficiar a las víctimas de la guerra.
Boehly se fascinó con el fútbol de la Premier League inglesa mientras trabajaba en acuerdos inmobiliarios en Londres a principios de la década de 2010. Jonathan Goldstein, ex director de bienes raíces europeos de Guggenheim y ahora director ejecutivo de Cain International, lo enganchó. Hizo una oferta de casi US$3.000 millones por el Chelsea que Abramovich rechazó en 2019, pero como un astuto inversionista oportunista, actuó rápido tres años después. En mayo de 2022, el Chelsea anunció que se vendía a un grupo liderado por Boehly, Walter, Wyss y la firma de capital privado Clearlake Capital en un acuerdo que valoraba el club en US$3.100 millones.
“La Premier League se transmite a prácticamente todos los países del mundo. Creo que Corea del Norte y Rusia son los únicos que no la transmiten”, dice Boehly. “Tiene una ubicación única en el horario de EE. UU. porque el sábado por la mañana no hay mucha competencia”.
El grupo de Boehly ha gastado más de US$1.300 millones para atraer a jugadores estrella como Enzo Fernández y Moisés Caicedo al Chelsea, pero a diferencia de lo que sucedió con los Dodgers, el éxito no ha acompañado al equipo. Chelsea, un contendiente habitual, terminó en el puesto 12 en la Premier League en la temporada 2022-23, su peor resultado en 29 años, y actualmente se encuentra estancado en el puesto 11. Dos entrenadores fueron despedidos durante la primera temporada de Boehly a cargo. El tabloide londinense The Sun criticó duramente una derrota humillante el año pasado llamándola “Diaboehlycal” (un juego de palabras con “diabólico” y el apellido de Boehly), y durante los partidos los fanáticos ocasionalmente corean cánticos vulgares que describen a Boehly como parte de la anatomía humana.
“Solo necesitamos dejar que el proceso se desarrolle y darles tiempo para pasar de ser jugadores individuales increíbles con grandes habilidades a convertirse en un equipo”, dice Boehly. “La buena noticia es que a la gente le importa mucho. Y la mala noticia es que a la gente le importa mucho. Eso lleva a momentos en los que están frustrados con el equipo y los propietarios. Lo entiendo, pero tenemos que seguir manteniendo el rumbo”.
En realidad no importa. Lo amen o lo odien, Todd Boehly sabe que mientras los fanáticos se presenten o sintonicen los partidos, sus patrocinadores con rentas vitalicias recibirán su pago y sus miles de millones seguirán creciendo.
Este artículo fue publicado originalmente por Forbes US
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