En entrevista con Forbes, Peter Siegenthaler, gerente de País del Banco Mundial para Colombia, se refirió a las limitaciones que están observando en Colombia y a la reducción de proyecciones de crecimiento para el país.
A principios de 2024, el Banco Mundial había proyectado un crecimiento económico del 1.8% para Colombia. Sin embargo, pasada la mitad del año, esta proyección se ajustó a un 1.3%, situando al país en una de las tasas de crecimiento más bajas de América Latina y el Caribe.
“La corrección del crecimiento para Colombia, que no es el único caso, porque para América Latina también se ha corregido, es una tendencia regional y global”, explica, en una entrevista con Forbes, Peter Siegenthaler, un suizo que desde 2021 es gerente de País del Banco Mundial para Colombia. “También hay factores domésticos, como el crecimiento de la demanda. Lo que está jalonando el crecimiento está siendo el consumo y esperamos que también se pueda dinamizar por exportaciones, para crecer 3.2% el próximo año y 3.1% en 2026. Lo que preocupa es la inversión, sobre todo la inversión privada. Hay un tema de confianza y de la ejecución de la inversión pública”.
Desde su posición, considera que Colombia requiere un crecimiento estructural que sea alto, pero a la vez más incluyente y resiliente al cambio climático.
“Esos objetivos a veces pueden ser conflictivos, pero Colombia tiene una ventaja competitiva con su capital natural y su matriz energética. Con nuestros trabajos, tenemos un rol de contribuir al debate nacional y a las decisiones del diseño de las políticas para mejorar este crecimiento. Es un trabajo difícil lograr estos objetivos múltiples, pero es posible”, apunta Siegenthaler. “Es un proceso que tiene que ser gradual y que tiene que ser bien gestionado”.
En Colombia, el Banco Mundial tiene 15 proyectos activos con los que está contribuyendo a la financiación de iniciativas como el Metro de Bogotá y la conservación de Bosques en el Amazonas, por un monto total de US$3.608 millones, de los cuales todavía hace falta el desembolso de US$643.8 millones.
“En términos de volumen, Colombia está entre los cinco principales países para el Banco Mundial”, dijo Siegenthaler. “Tenemos un portafolio está diversificado en sectores e instrumentos”.
El Banco Mundial ha manifestado preocupaciones sobre la ejecución de proyectos en Colombia, especialmente en el sector público, por la necesidad de mejorar el diseño y la implementación para aumentar la eficiencia y el impacto.
En el documento “Marco de Alianza con el País para Colombia”, planteó que habrá una mayor atención en asegurar que los nuevos proyectos cuenten con un diseño que permita una implementación más acelerada, evitando acuerdos institucionales excesivamente complejos que puedan provocar retrasos en la ejecución.
“Tengo que ser sincero, quisiera que el nivel de ejecución sea mejor. La obra pública es un desafío para todo el país, en los programas que se hacen con APPs o los programas financiados con multilaterales, hay desafíos de ejecución a diferentes niveles”, comentó Siegenthaler. “Por un lado, eso tiene que ver con la misma desigualdad, hay partes en el país donde hay poca capacidad, donde hay temas prácticos que dificultan la ejecución: la seguridad, la distancia y la falta de conectividad. Por el otro lado, también hay cierta concentración de capacidades institucionales en Bogotá y las grandes ciudades, y nos cuesta llevar esa capacidad a las zonas más marginalizadas. En nuestro portafolio, la ejecución es mejor en Bogotá que en lugares como Tumaco. Esa es una de nuestras prioridades: buscar soluciones para mejorar la ejecución de inversiones públicas, sobre todo en zonas rezagadas, cómo se manejan contratos o como se traen insumos a un lugar”.
Las oportunidades en medio de los desafíos
Colombia se encuentra en una encrucijada en su estrategia energética. Aunque presume de una matriz energética relativamente limpia, su economía todavía depende en gran medida de la exportación de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón. El desafío radica en la transición hacia fuentes de energía renovables sin comprometer estas exportaciones cruciales y el empleo que generan.
“La transición debe ser gradual y bien gestionada”, anota Siegenthaler. “Mientras se desarrollan nuevas fuentes de energía, el país debe seguir beneficiándose de la producción y exportación de combustibles fósiles e hidrocarburos”.
En ese sentido, recalca el potencial para el desarrollo de energías renovables en Colombia, en relación con las ventajas geográficas y los recursos naturales del país. “Hay un potencial significativo en la energía eólica, offshore, la energía solar y el potencial hídrico que queda.
Para facilitar esa transición, debido a las limitaciones fiscales que tiene el Gobierno, el Banco Mundial está proporcionando asistencia técnica a las autoridades para que haya inversiones privadas.
“Por el espacio fiscal que hay, está claro que la gran parte de los recursos en nuevas energías tiene que ser inversión privada”, asegura Siegenthaler. “Propiciar un entorno que pueda propiciar estas inversiones, es algo que estamos trabajando con el país”.
El gerente del Banco Mundial detalló varios mecanismos de financiamiento, incluidos financiamientos programáticos vinculados a reformas específicas y financiamiento tradicional de proyectos para infraestructura y vivienda.
“También exploramos oportunidades de financiamiento concesional y no reembolsable, especialmente para proyectos con beneficios climáticos o de biodiversidad”, puntualizó.
Siegenthaler señaló la creciente importancia de movilizar recursos para reducir los costos de financiamiento.
“Hoy en día existen oportunidades para obtener compensaciones por preservar activos naturales como los bosques”, mencionó.
En Colombia, la Corporación Financiera Internacional (IFC), miembro del Grupo del Banco Mundial, -la corporación financiera orientada al sector privado- tiene en Colombia un portafolio comprometido de préstamos e inversiones en más de 30 empresas que van desde bancos y fondos de inversión, hasta constructoras y farmacéuticas, por casi US$2.000 millones.
“La IFC tiene en Colombia el segundo programa más grande en América Latina, financiando proyectos del sector privado”, enunció Siegenthaler, explicando que el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, ha impulsado la integración de las distintas organizaciones del grupo. “Por ejemplo, a nivel subnacional, podemos combinar los recursos de la IFC con nuestra asistencia técnica para apoyar a gobiernos locales o empresas privadas”.
No obstante, mientras el Banco Mundial ayuda al diseño de políticas públicas y financia el Gobierno, podría estar en la mitad de conflictos de interés cuando colabora con la IFC, que financia proyectos en el sector privado. Siegenthaler asevera que tienen medidas estrictas para eso.
“No podríamos dar asistencia técnica para el diseño de una licitación y después que la misma gente apoye a un privado que podría competir a esa licitación”, afirma Siegenthaler. “Estamos cubriendo esa gama, tenemos internamente tanto IFC y nosotros, e incluso dentro del IFC, unos muros chinos, con los que la misma gente no puede trabajar un lado y en el otro. Eso es algo que tomamos muy en serio”.
Destacó el trabajo en curso con el gobierno colombiano en la taxonomía verde, estableciendo estándares para inversiones con impactos positivos en la biodiversidad. “Esta colaboración involucra tanto al sector público como al privado, con el Banco Mundial y la IFC trabajando en diferentes aspectos para maximizar las sinergias”, añadió.
La selección de proyectos del Banco Mundial en Colombia se guía por prioridades estratégicas, definidas a través de la colaboración con el gobierno, alineaciones con el Plan Nacional de Desarrollo y consultas con diversos interesados.
“Nuestro Marco de Alianza País, desarrollado con el gobierno, identifica áreas clave donde nuestros recursos agregan más valor”, explicó Siegenthaler.
Este marco se enfoca en tres resultados de alto nivel: desarrollo territorial equitativo e inclusión social, transformación económica sostenible e inclusiva y mejora de la resiliencia al cambio climático.
“También nos alineamos con prioridades globales como el cambio climático, la protección de activos naturales y la migración”, complementó.
Siegenthaler indicó que el diseño de proyectos debe considerar la factibilidad y los desafíos de ejecución. “Es esencial equilibrar los objetivos estratégicos con los aspectos prácticos de implementación”, manifestó.
Así mismo, se refirió a la desigualdad como “el problema más grande del país”, aseverando que “es tanto causa como efecto de los problemas de desarrollo de Colombia”.
Desde su mirada, la organización del país han llevado a una distribución desigual de recursos y acceso a servicios.
“La desigualdad es tanto la causa como el efecto de la problemática de desarrollo del país”, dijo Siegenthaler. “El modelo económico, la forma como está organizado el país tiene ese resultado de una distribución desigual de recursos, de acceso a servicios o a infraestructura. Es causa también porque hay muchos posibles polos y motores de crecimiento que no necesariamente están en Bogotá, Medellín y Cali, o que son cadenas de producción, que si estuvieran más conectados, tendrían también un un modelo de crecimiento más robusto y más dinámica. No es pensar que la desigualdad es resultado del modelo económico. Lo vemos diferente, en cómo mejorar el modelo de crecimiento para tener un crecimiento más alto pero también podemos ayudar a reducir brechas”.
Entre tanto, tensiones geopolíticas actuales, como los conflictos entre Rusia y Ucrania, Israel y Gaza, y la rivalidad entre EE.UU. y China, pueden representar oportunidades para Colombia.
“Este tipo de situaciones que ocurren en el mundo son una oportunidad para Colombia, por ser un poco lejos de estos conflictos. Colombia puede aprovechar para crecer en ciertos mercados internacionales”, observó Siegenthaler. “A medida que las cadenas de suministro globales se politizan más, Colombia, siendo relativamente neutral geopolíticamente, puede formar nuevas alianzas comerciales y llenar vacíos en el mercado”.
Con estas apuestas, parece ser que el Banco Mundial no solo esta viendo a Colombia como un cliente al que le presta, sino también un lugar al que pueden llegar compensaciones y asistencias técnicas que contribuyan a resolver problemas del mundo.