Por cosas del destino, el colombiano Camilo Nova terminó viviendo en Austin, Texas, el hub de la industria aeroespacial. Ahora trabaja con SpaceX y Blue Origin, las empresas de turismo espacial de los hombres más ricos del mundo, y planea llevar su facturación de US$1,2 millones a US$10 millones para 2028.
En 1961, James E. Webb decidió que Houston, Texas sería la sede del Centro Espacial Johnson, sin saber que fundaría el hub de la industria. Hoy, el complejo opera los viajes al espacio de la NASA, adelanta investigaciones y recibe a más de 1,1 millones de curiosos que llegan al año a ver lanzamientos, las instalaciones y más de 400 artefactos espaciales que se exhiben en la zona abierta al público.
Houston se convirtió en el paseo de la fama del espacio, mientras que quienes estaban tras bambalinas tuvieron que buscar un lugar lejos del bullicio para trabajar y Austin, Texas cumplía con todos los requisitos. Con aproximadamente un millón de habitantes, el pueblo texano se convirtió en el Silicon Valley de la industria aeroespacial. Incluso Elon Musk mudó los headquarters de Tesla allí y ahora se pasea muy tranquilamente por sus calles.
Precisamente ahí fue a parar un empresario colombiano que tuvo que reorganizar su vida después de la pandemia. Camilo Nova fundó Axiacore en 2007 en Bogotá, en ese momento ofrecía soluciones de programación en Python, después empezó a proveer software a públicos y privados y cuando todo iba viento en popa, la cuarentena le obligó a enviar a sus empleados a casa, cerrar para siempre su oficina y apostar todas sus cartas al trabajo remoto.
Cuando cambió el chip y se dio cuenta que todo su equipo no debía estar reunido en un espacio de 80 metros cuadrados para que las cosas funcionaran, empezó a contratar talento de más lugares y terminó él mismo migrando a Estados Unidos; Austin se convirtió en su hogar. Rápidamente la emoción por lo que hay fuera de este mundo lo invadió y aprovechó el momento de cambio de su compañía para preguntarse: “¿qué tipo de empresa tenemos que ser para trabajar con la industria aeroespacial?”
Sabía que tenía que aprovechar esa oportunidad, en el fondo siempre supo que sería su destino. En su natal Paz del Río, en Boyacá, disfrutaba de la poca contaminación lumínica para contemplar la vía láctea y las estrellas; después, en su alma mater, la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, se interesó más por el espacio exterior al estudiar sobre su fundador, a quien describe como el “Elon colombiano de la época”; tardes enteras en el Planetario de Bogotá lo terminaron de cautivar. Cuando llegó a Austin y se involucró con otros emprendedores, supo para dónde iba su empresa.
Hoy, Axiacore trabaja con SpaceX, fundada por el hombre más rico del mundo cuyo patrimonio neto está estimado por Forbes en US$247.100 millones; y Blue Origin, de Jeff Bezos, el segundo en la lista Forbes al cierre de esta edición, con un valor de US$214.900 millones. Ambas pelean el futuro del turismo espacial con otro titán: Richard Branson, fundador de Virgin Galactic, que acumula una fortuna de US$2.600 millones.
La empresa del colombiano diseñó un software de inteligencia artificial que permite a los gigantes aeroespaciales medir el nivel de riesgo que un turista tendría en un viaje fuera del planeta, para ofrecer seguros de vida a la medida. El sistema realiza varias preguntas al viajero sobre su salud, hábitos y condición física, cruza los datos con información global y arroja un porcentaje de riesgo, terceros se encargan de proporcionar el seguro.
Además, a Camilo le gustó la idea del trabajo remoto y sueña con proveer herramientas de comunicación para equipos que tengan parte de su fuerza laboral en órbita, otro equipo en Texas, y otros más en Singapur -por poner un ejemplo-. Asegura que el futuro laboral será así y que se están preparando para ofrecer no solo herramientas que funcionen aquí y en otros planetas, sino que también que sean seguras, ágiles y especializadas para cada empresa.
Axiacore facturó US$1,2 millones en 2023 y este año espera cerrar por los US$2 millones. Sin embargo, esta empresa -que cuenta con sede en Bogotá y Austin- espera crecer a la par de la industria aeroespacial, por lo que tiene una proyección para 2028 que está cerca de los US$10 millones.
Y si esta compañía lo hace bien, las proyecciones pueden ser mucho más prometedoras. El banco suizo de inversiones UBS estima que la industria del turismo espacial llegará a valer US$23.000 millones en 2030, aún teniendo en cuenta que es probable que para ese año todavía no haya explotado el boom de los viajes al espacio.
Si bien para Musk, Bezos y Branson el negocio se convirtió casi que en una obsesión personal, aún la tecnología no está completamente perfeccionada para llevar a cabo un plan de negocios masivo, los magnates han sido protagonistas de noticias sobre lanzamientos cancelados o fallidos, todavía no generan la confianza suficiente.
El factor económico también retrasa el crecimiento de la industria: viajar a la estación espacial con Blue Origin podría costar unos US$28 millones, Musk cobraría desde US$50 millones por sus servicios que incluyen visitas a la estación espacial, un orbitaje redondo a la tierra e incluso un viaje a la luna y a Marte. Por su parte, Branson, un apasionado por la democratización de servicios, ofrece un vuelo orbital de 90 minutos por US$450.000.
Aún así, el futuro nunca ha sido tan prometedor. La humanidad lleva décadas estudiando los viajes al espacio y, aunque el turismo nació como una necesidad para financiar los programas aeroespaciales de los gobiernos -el primer hombre que viajó al espacio solo diversión por un pago de US$20 millones fue el empresario Dennis Tito en 2001-, la entrada de los hombres más ricos del mundo al ruedo le da una chispa importante a un negocio con un potencial millonario.
Camilo está confiado de que así será y asegura -en entrevista con Forbes Colombia- que viajará al espacio, e incluso se atreve a soñar con que para sus hijos los cohetes serán tan comunes como para él los aviones.
Al infinito y más allá
Las oportunidades de negocio fuera del planeta parecen ser infinitas como el mismo Universo, y aunque muchas ideas no se pueden explotar aún, hay empresas que se preparan desde ya para ser competitivas cuando el espacio exterior sea una vitrina comercial. Estas son algunas de las más peculiares
ICON
Basada en Austin, Texas, esta compañía se dedica a la impresión 3D de edificaciones. Está experimentando con un material parecido al de la superficie lunar y espera llevar su construcción sostenible al astro de la Tierra.
INTERLUNE
La minería del futuro. Esta empresa trabaja en la búsqueda de materiales raros encontrados en satélites u otros planetas para estudiarlos y aprovechar sus cualidades en la Tierra.
VARDA
Esta farmacéutica tendrá su sede en el espacio para aprovechar los beneficios de la gravedad cero y microgravedad en experimentos científicos, con el fin de elaborar medicinas que no podrían ser fabricadas en la Tierra.
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#NuestraRevista Este es un artículo publicado en nuestra edición de la revista Forbes Colombia de julio. Si desea recibir esta información de primera mano en nuestra revista física, ingrese a https://forbesdigital.publica.la/library para suscribirse.