La mayor economía de América Latina ha logrado con éxito la adopción masiva de pagos inmediatos y de finanzas abiertas ¿Cuáles son sus lecciones para otros países?

En las calles de São Paulo, la vibrante metrópoli brasileña, se respiran constantes incentivos para no usar dinero en efectivo. Desde los vendedores ambulantes hasta las grandes cadenas de supermercados, esperan que sus clientes paguen con Pix.

Pix es un sistema de pagos instantáneos, creado por el banco central, que desde su lanzamiento en 2020 ha cambiado la forma en que los brasileños hacen sus pagos.

Es un sistema que permite tanto a compradores como a comercios enviar y recibir dinero mediante un código QR, sin tener que compartir de qué banco o billetera proviene su dinero.

En junio de este año, cerca de 151 millones de personas -más del 90% de la población adulta- usaron el sistema, al igual que más de 14 millones de negocios. En lo que va del 2024, se han hecho más de 23.000 millones de pagos con Pix, superando a las tarjetas de débito y crédito como el método de pago más usado en el país.

“Para que un pago sea útil, las personas deben usarlo y las empresas tienen que aceptarlo como medio de pago”, explica João Manoel Pinho de Mello, profesor de economía de la Fundación Getulio Vargas, quien fue director de organización del sistema financiero del Banco Central de Brasil durante el lanzamiento de Pix. “Nosotros nos hemos beneficiado mucho de varias cosas: un mandato legal regulatorio que hace que sea obligatorio para todas las instituciones, el surgimiento de nuevas instituciones financieras con depósitos y proveedores de crédito y una experiencia de usuario uniforme. Si usted va a coger un taxi y quiere pagar una transferencia con su móvil, el dinero ha salido de su cuenta, si en 15 segundos no le ha entrado al taxista o no ha recibido su notificación, esa experiencia ya ha estropeado todo”.

Para los comercios, este sistema les ayuda con el flujo de caja y con los costos. La comisión de 0,22% que tienen que pagar en cada transacción por recibir un pago en Pix -que para las personas es gratuito-, es mucho menor que lo que tienen que pagar por el servicio de tarjeta, que en todos los casos supera el 1%.

“En el mercado hay descuentos a quienes paguen con Pix”, anota Alexandre Barbosa, un gerente de ingeniería de Nubank, que según datos internos, participa en el 29% de las transacciones de Pix. “El sistema representa más de la mitad de las transacciones de persona a persona”.

El banco central brasileño, que recibe en su presupuesto los ingresos de Pix para financiar costos de desarrollo y de servidores, prepara el lanzamiento de nuevas funcionalidades como Pix Automático, que tiene como objetivo programar pagos de forma recurrente, como suscripciones o arriendos.

Otra innovación financiera de la que gozan los brasileños son las finanzas abiertas (que se conoce también como Open Finance y Open Banking), un estándar de la industria que permite a los usuarios compartir su información financiera entre las instituciones a las que les den permiso, a través de consentimientos que pueden ser revocados en cualquier momento.

“En el caso de Brasil, el Banco Central estableció directrices detalladas que definen cómo las instituciones financieras deben compartir datos para garantizar la seguridad y privacidad de la información de los usuarios. De esta manera se genera confianza. Muestra de ello es que ya se registran 44,3 millones de consentimientos de usuarios para compartir sus datos”, menciona Alexandre Gomes, director de Operaciones de Sensedia. “Nosotros, al participar en los estándares técnicos de esta regulación en Brasil, consideramos que un aspecto clave que los demás países de la región deben tener en cuenta es desarrollar un marco regulatorio sólido y transparente, que fomente la competencia y proteja a los consumidores”.

Este ecosistema se basa en la reciprocidad y las distintas entidades financieras tienen comités de colaboración y autorregulación para que sea una experiencia segura.

“Open Finance puede ser obligatorio o facultativo”, resalta Rubens Vidigal Neto, socio de la firma Vidigal Neto Advogados. “En Brasil tenemos el factor reciprocidad, que significa que cuando una institución lo hace, la otra institución tiene la obligación de hacerlo”.

Un cliente de un banco en Brasil puede ver en la aplicación móvil los saldos sumados de las distintas cuentas de ahorro que tenga, segregadas por institución, y una línea de tiempo de transacciones con una visión global de todas las cuentas.

Así pueden hacer comparaciones en tiempo real de las cuentas con mejores rendimientos y de las comisiones o cuotas de manejo.

“Tenemos una manera estandarizada para que una institución se pueda comunicar con otras instituciones, para que pueda ofrecer a sus clientes productos y servicios de una manera eficiente”, comenta Janina Pimenta, jefe de la división de Regulación del Departamento de Sistema Financiero del Banco Central de Brasil. “El cliente, que sigue siendo el dueño de sus datos, es quien decide con quién comparte el consentimiento de sus datos para tener acceso a mejores condiciones de crédito y a productos más adaptados”.

Ya hay más de 29 millones de brasileños que usan las finanzas abiertas, que involucran a más de 800 instituciones participantes.

“Esto ha traído mayor competencia en el sistema financiero y de pagos, productos y servicios más innovadores, mayor facilidad y comodidad en la comparación de la contratación de productos y servicios”, añade Pimenta. “Este proyecto ha sido uno de los más atrevidos en nuestra agenda”.

Las apuestas de innovación financieras de Brasil son referencia no sólo para América Latina, sino para el mundo entero, proporcionando eficiencia, inclusión financiera y una mejor experiencia tanto para consumidores como para empresas.

Lea también: Patrimonio neto de Jeff Bezos cayó casi US$16 mil millones mientras Amazon sufre la mayor caída de las acciones en años