Karen Brazdys es la CEO de Brinsa, la compañía detrás de marcas como Refisal y Blancox. Bajo su liderazgo, el grupo empresarial superó, dos años antes de lo previsto, el billón de pesos en ingresos. ¿Cuál es su estrategia para el éxito?
Aunque estudió ingeniería textil, Karen Brazdys es hoy la cabeza de uno de los grupos de la industria química y de sal más importantes del país: Grupo Brisa.
Su familia, de origen ruso y alemán -por parte de su papá-, y paisa, del lado de su mamá, le inculcó el amor por el sector de la moda y cuando llegó el momento de elegir carrera, teniendo claro que quería estudiar una ingeniería, se inclinó por la textil. “Irónicamente, la vida me fue llevando por otro camino. Durante la universidad la parte química era la que menos me gustaba, hoy soy absolutamente feliz haciendo lo que hago”, recuerda.
Lleva poco más de 25 años trabajando, siempre en la industria química. Estuvo cuatro años en Bayer, 13 años en lo que fue Grupo Orbis, liderando negocios en Pintuco, y como gerente General en Inproquim, una compañía de comercialización de químicos. A Brinsa llegó hace ocho años, la llamaron para postularse al cargo sin darle el nombre de la empresa que iba a dirigir.
Se encontró con una organización que en ese momento superaba los 20 años, con presencia en tres sectores; el más importante de ellos, el de la sal, que participa en consumo masivo a través de su marca Refisal. Los otros dos son, también en consumo masivo, productos de desinfección y limpieza para el hogar a través de las marcas Blancox y Lozacrem y finalmente el sector industrial, en donde atiende a empresas de todo tipo con sales químicas, cloros y otros insumos usados, entre otras, para potabilizar el agua del país.
Uno de sus mayores hitos como presidente ha sido lograr posicionar a la sal (un commodity), en un producto con posicionamiento de marca, identidad, recordación y liderazgo en su categoría. “Esto en realidad es resultado de un trabajo que iniciaron hace 30 años los dueños de la compañía, cuando implementaron innovaciones como el salero tipo campana, que es el que hoy está en la mesa de todos los colombianos”, dice.
El famoso salero incluso fue referente en su época, pues cambió la forma en la que se vendía sal para los hogares del país y la región. Hoy, comenta la directiva, aunque el 85% de las ventas de sal siguen viniendo de la presentación tradicional en bolsa, hay un 15% que crece aceleradamente, el de las sales especializadas con las que buscan seguir valorizando la categoría. Ese ha sido uno de los pilares de su gestión.
Dirigir un gigante
El reto que asumió cuando llegó a Brinsa no ha parado de crecer. Hoy la compañía emplea a casi 2.000 personas en tres países (Colombia, Costa Rica y República Dominicana). Su operación incluye la extracción de sal, refinería, seis plantas productivas en Colombia, dos en Costa Rica y una en Dominicana.
Desde Colombia el grupo exporta productos a 13 países de la región y en total produce unas 160.000 toneladas de sal al año. Según la directiva, a la fecha el 40% de sus ingresos provienen de la categoría de aseo, 30% de la de alimentos y el otro 30% de industria.
Con ese panorama en mente, cuando asumió el cargo, en 2016, puso en marcha una estrategia que se enfocó en invertir en infraestructura para atender la demanda creciente, fortalecer la cultura organizacional y contratar al mejor talento disponible, y finalmente, apostar por el poder de marca. “Queríamos lograr que estas marcas que ya eran relevantes ganaran más potencia y se posicionaran en la mente del consumidor”, explica.
La meta era llegar en 2025 a superar el billón de pesos de facturación, incluso a pesar de la pandemia, pero en 2023 superaron esta barrera, llegando a los 1,18 billones de pesos.
“Para Brinsa, como para la mayoría de las empresas, el 2020 fue un año retador, pero pienso que también marcó un punto de inflexión para esos procesos de transformación que teníamos en marcha. En un año tan complejo, esto nos llevó a conseguir mayor flexibilidad y capacidad de adaptación, ya que fuimos de las pocas compañías en donde no paramos un solo día la operación, teniendo en cuenta nuestra responsabilidad como proveedores de productos de primera necesidad como el cloro para la potabilización del agua, la sal y productos de limpieza y desinfección de los hogares”.
Para ella, el éxito de sus resultados se debe a mantener las bases de la visión con la que los fundadores de la compañía la iniciaron hace 30 años. Y es que la visión a la que se refiere no es menor. La transformación de Brinsa se ha convertido en un referente de la historia empresarial colombiana.
El que era un negocio industrial, ‘sin alma’ logró convertirse en un verdadero imperio. A finales de 1994, un grupo de empresarios antioqueños, liderados por John Gómez Restrepo, fundador del Grupo Familia, compró la empresa de sal Álcalis de Colombia, luego de su liquidación por parte del Estado. La bautizaron como Refinadora de Sal (Refisal) y en 1995 iniciaron la producción de cloro-soda, hipoclorito de sodio, ácido clorhídrico, cloruro de sodio y sulfato de sodio, productos químicos industriales que llevaron a que cambiaran el nombre de la empresa al actual Brinsa.
Su sal refinada para consumo humano, Refisal, se convirtió en la marca líder en el país, con una participación cercana al 70% del mercado y un reconocimiento de marca del 100%. Además, diseñaron sales dirigidas a otros sectores como el textil y el ganadero, en este último posee un 50% del mercado.
A finales de siglo, en la búsqueda de mercado para su hipoclorito de sodio, lanzaron una marca propia de blanqueador, Blancox, que luego de cinco años se convirtió en la líder del mercado con una participación cercana al 23%. “Soy una creyente de una frase que le escuché a alguien cercano: los equipos consiguen los resultados que se merecen. Este es un mantra que tenemos en el equipo directivo de nuestra organización”, comenta.
En conversación con ‘3 Lecciones’, el podcast de la Universidad EIA, Brazdys resume en tres las lecciones que este camino empresarial le ha dejado hasta ahora. La primera, ser feliz con lo que se hace y retarse a seguir aprendiendo; la segunda, apropiarse de la compañía y sentir como suyos los triunfos y fracasos; y la última, ser capaz de adaptarse a los cambios del entorno, como ella cuando abandonó su sueño de liderar un gigante de la moda para convertirse en la CEO de una de las empresas más importantes de la industria química en la región.
Lea también: Colombia es el país de la región donde los trabajadores informales más usan billeteras digitales