Fernando Botero Zea, empresario e hijo del artista plástico más reconocido de Colombia, conversa con Forbes sobre la historia y el legado que deja el creador latinoamericano.

En 2020, a sus 88 años, el maestro Fernando Botero Angulo citó a sus hijos, quienes le expresaron la necesidad de saber qué hacer cuando él abandonara el mundo. Y el artista, sin dudar, les expresó su voluntad póstuma: “es muy fácil, primero, hagan exposiciones, segundo, exposiciones y, tercero, más exposiciones”, relata su hijo mayor desde su estudio en Ciudad de México.

“Eso nos quedó muy claro [a mis hermanos y a mí], pues lo que hace a un artista perdure en la memoria colectiva es su presencia a través de exposiciones, para que el público las vea. En el caso de mi padre, él tenía un récord: fue el artista que más exposiciones hizo en su vida, entonces, mis hermanos y yo, vamos a seguir esos pasos hacia el futuro”, dice, en entrevista con Forbes, Fernando Botero Zea, empresario e hijo del mayor artista plástico en la historia de Colombia.

En este momento, la familia del artista se encuentra elaborando un inventario de la obra de Botero, pues es un acervo muy importante para el mundo artístico. Las invitaciones son constantes para ir a realizar exposiciones por todo el mundo, por lo que están eligiendo entre todas las opciones que se despliegan frente a ellos.

“Tenemos por lo menos 20 o 30 exposiciones para los años siguientes”, dice el empresario, quien revela que el futuro de la obra de su padre ya ha sido definido por sus herederos.

“Hemos tomado la decisión, mis hermanos y yo, de no vender ese inventario y seguramente haremos mucha labor de filantropía, por una parte, y haremos muchas exposiciones con esas obras”, dice.

El empresario Botero Zea abre las puertas de su hogar para recorrer el legado de su padre y la ruta póstuma de su obra. 

Un niño pobre

El 12 de septiembre de 2023, Fernando Botero Angulo, con 91 años de existencia, se despidió de la vida que tanto amó y dio paso a la inmortalidad de su obra. Sus esculturas, pinturas y dibujos hoy son el legado del “más colombiano de los artistas colombianos”, como él mismo se definió.

Y no solo ha heredado su obra, sino también sus enseñanzas, pues fue un hombre que nunca olvidó su origen humilde y su amor por las personas más desprotegidas.

“Cuando leímos el testamento, la primera línea decía: ‘le pido a mis hijos no olvidar a los niños pobres de Colombia’. Antes de hablar de repartición de dinero les pidió a sus hijos no olvidar a los niños pobres de Colombia. Eso nos impactó mucho, pues un hombre que está a punto de morir y que tiene esta preocupación habla muy bien de él”, recuerda su hijo.

 El artista nació el 19 de abril de 1932, en Medellín, Colombia. Su vida no fue sencilla, ya que, cuando tenía 5 años, su padre, David Botero, murió de forma repentina y su madre, Flora Angulo, se convirtió en el sustento del hogar. El principal ingreso de la familia provenía de los trabajos de costura.

“Él tuvo una vida muy dura de niño, en la pobreza extrema […] Como conoció la pobreza de niño, siempre se preocupó por el hambre y la pobreza de los niños. Era una causa muy importante para él”, dice su primogénito.

En este sentido, el empresario asegura que las actividades en beneficio de las infancias se mantendrán en pie, como su padre lo dispuso, además de continuar con las actividades altruistas en el terreno del arte.

Fernando Botero Zea asegura que su padre también les inculcó a sus hijos la importancia de la filantropía. “De hecho, más o menos la mitad de las obras que él creó durante su vida las donó a diferentes museos, lo cual es un acto de generosidad muy grande y, de forma anónima, mantenía ancianatos y orfanatos en Colombia”, dice.

En 2000, el Museo Botero fue fundado gracias a una donación que el propio artista hizo ante el Banco de la República. Este recinto cuenta con un total de 123 obras del pintor y 85 de artistas internacionales.

Fernando Botero llevaba a sus hijos pequeños a pasear a Central Park en Nueva York, y les decía que había caníbales que vivían ahí y, de pronto, gritaba: “¡Vienen los caníbales!” Su creatividad e imaginación construían en este tipo de actos la felicidad para sus hijos, pues no había mucho dinero en aquellos tiempos.

Así lo recuerda Fernando Botero Zea, quien no olvida el testimonio de su padre, mientras escucha el bullicio de la Ciudad de México y mira la luz del sol que se cuela por las ventanas del inmueble.

El mexicano Fernando Botero

Nadie podría imaginar que detrás de la fachada de este inmueble, la obra de Botero se encuentra llena de vitalidad. Su heredero posa la mirada en la obra de su padre. Es el barrio de Polanco, en la capital del país. La figura de un militar es la protagonista de este cuadro y es un ejemplo de la crítica social de su creador. La obra del soldado es una sátira de los militares.

Fernando ya cuenta con 24 años viviendo en México. Y 2023 fue, particularmente, significativo en su vida, pues le permite afirmar que ha residido más tiempo en el país que en Colombia.

Fernando Botero Zea. Foto: ©Foto Paco Gramontti / Forbes México.
Fernando Botero Zea. Foto: ©Foto Paco Gramontti / Forbes México.

“A estas alturas de la vida me siento bicultural, binacional, colombiano y mexicano. Y en esta parte de mi vida estoy dedicado a la actividad empresarial y, desde que murió mi papá, he asumido junto con mis hermanos la responsabilidad de su obra y legado, y en eso estoy concentrado actualmente”, dice Botero Zea.

De hecho, el hijo del artista colombiano nació en la calle Kansas 7, en la colonia Nápoles, en la capital del país, en 1956. “Mi papá llegó a la Ciudad de México en la época que estaba vivo Diego Rivera, con el objetivo de estudiar la técnica mural mexicana y México tuvo un profundo impacto sobre su carrera y por eso nací en México. Soy mexicano de nacimiento, pero viví en Colombia y hoy día tengo una relación muy profunda con los dos países”, dice.

Cada mes, Fernando visita Colombia para atender sus negocios en aquel país y visitar a sus hijos. Así que los lazos con ambos países se afianzan constantemente y está seguro de que el resultado es contar en su vida con lo mejor de las dos naciones.

Los viajes de Fernando Botero son constantes y lo hace en compañía del legado de su padre. “La obra de mi papá realmente es internacional. Entonces tengo que ir a China, a Indonesia, Medio Oriente, Francia… está presente en el mundo entero [la obra de mi padre], que es algo poco usual, pues los artistas son muy de su país”, dice el empresario, quien también fue ministro de Defensa de Colombia.

El amor por el trabajo es una de las lecciones que Fernando no olvida de Botero Angulo. “Él decía que las personas que no aman su trabajo la tenían muy dura en la vida, porque cuando uno ama al trabajo cada día es mágico y extraordinario”.

Pero Fernando también atesora el legado de su madre Gloria Zea, quien era una promotora cultural y durante 40 años fue la directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, de 1969 a 2016.

“Ella fue elegida como una de las mujeres más importantes del siglo XX. Fue ministra de Cultura […] fue la que trajo la ópera a Colombia. Fue una figura muy importante y a la vez mi papá un artista de talla mundial. Eso da una responsabilidad muy grande y uno pretende emular de la mejor manera posible, pero buscando el camino propio”, asegura.

El maestro Botero le dio la oportunidad de pintar a sus primogénitos, cuando cada uno de ellos tenía 4 años, pero se dio cuenta de que no tenían el talento necesario para seguir sus pasos en el panorama artístico, así que cada uno tomó distintos rumbos profesionales.

Sin embargo, Botero Zea ha abrazado el deporte como una pasión, sobre todo el extremo, ya que practica el buceo, escalar, parapetente, paramotor, montar a caballo, por mencionar algunos, y ha llegado a participar en un triatlón, en Valle de Bravo, en el Estado de México.

El legado

“A través del volumen se produce una exaltación de la vida”, decía una de las paredes en el Palacio de Bellas Artes, en la capital de México. Era 2012, La muestra “Fernando Botero: una celebración”, rompía un récord de asistencia y el artista de la generosa redondez creativa veía con felicidad el interés que despertaba su creación en los mexicanos. Fue uno de los momentos más entrañables para el maestro. 

“Más de 435,000 personas visitaron la exposición de Botero en Bellas Artes”, dice Botero Zea. “Mi padre siempre decía que el arte era fundamental para crear esos valores y que una persona que tiene acceso a la cultura es más probable que sea consciente”.

La visita de los niños a la exposición fue como sembrar cultura y civilización, dice el empresario, quien tiene 4 maestrías, entre las cuales la última se centraba en Ciencias de la Felicidad y es la que más satisfacción le da en este momento.

Fernando cree que el optimismo por México no debe quedar de lado, ya que su presencia cultural es una de sus fortalezas, a pesar de los problemas que le puedan aquejar.

Puedes leer: Descubren pintura rupestre de hace 51,200 años; es el arte narrativo más antiguo al momento

“Estamos pasando por momentos difíciles en Colombia. No tenemos los mejores líderes, pero estoy seguro de que vendrán mejores momentos”, dice el empresario.

Fernando Botero Zea, ciudadano mexicano y colombiano, se muestra orgulloso por el legado de su padre y está dispuesto a cumplir con el deseo que les externó a sus hijos hace 4 años: exponer la obra del artista por todo el mundo.

“He tenido el privilegio de vivir en muchas partes del mundo. He vivido en Estados Unidos y en Colombia, en Europa y muchos países, pero puedo decirles que el mejor país del mundo para vivir se llama México. Yo me siento muy feliz viviendo en México y voy a seguir trabajando en México en favor de México, y en favor del legado de mi papá hasta el último momento”.

Siga a Forbes Colombia desde Google News