Con una obra de gran formato en el High Line de Nueva York, Iván Argote resaltará el pensamiento que rige su quehacer artístico y su mirada sobre el futuro de la humanidad.
Una enorme paloma a escala de “dinosaurio” dominará el paisaje de Nueva York, como una retentiva del ave que algunos aman y otros detestan, pero que es parte inherente de la vida cotidiana en la mayoría de las urbes del mundo. Así, Iván Argote será parte de la vibrante expresión artística que caracteriza a la icónica ciudad estadounidense.
Desde su estudio, en París, conversa a la distancia con Forbes Life sobre su permanente inquietud por abordar distintas formas de expresión plástica y audiovisual, así como su dualidad creativa expresada a través de su práctica. Por ello, lo mismo experimenta con el cine y la escultura, que con la instalación o estructuras de gran formato.
“En este momento, también estoy pintando”, dice, esbozando una sonrisa, mientras recuerda cómo un ticket de avión (que obtuvo como parte del premio al ganar, en 2005, el Salón Nacional de Arte Universitario) lo llevó a dejar Colombia, donde estudió Diseño y Cine, para embarcarse en la aventura de estudiar Arte en Francia.
Ahí comenzó a trabajar con una de las galerías más grandes del mundo, Perrotin, la cual todavía lo representa. Ésta tiene presencia en Nueva York, Los Ángeles, Seúl, Hong Kong y París.

Su trabajo siempre ha circulado en torno al espacio público. Ha hecho muchas acciones en la calle, videos en el metro y en ascensores, “un poco como interrumpiendo la vida cotidiana”. Esto también lo ha proyectado en las estructuras públicas realizadas en espacios como la Universidad de La Sorbona, en la capital francesa, o en Duala, Camerún.
En todas ellas se percibe, sin lugar a dudas, la influencia que ha recibido de artistas conceptuales, para quienes, más allá de la forma del objeto que van a mostrar, es importante el proceso y la idea detrás de las obras.
Su práctica se despliega en distintas líneas temáticas; sin embargo, confiesa que le interesa sobremanera la relación que los seres humanos tenemos con el otro en las ciudades. “Hay una instalación que me gusta mucho, a pesar de ser mía”, comenta, mientras baja la mirada y, sin pensarlo, se pone a dibujar en una hoja en blanco.



De pronto, a través de la cámara de video nos enseña, trazada en color rojo, la figura de un subibaja con personas a cada lado. Es como el juego de los niños, nos explica, pero colectivo. La plataforma mide como 15 metros de largo y la gente juega a moverse. Es evidente cómo cada movimiento realizado afecta al grupo. “Esta obra [interactiva] muestra muy bien esa idea: que todas nuestras acciones afectan a los otros.”
A él también le gusta explorar los monumentos. ¿De qué historia hablan? ¿Por qué no hay otras historias representadas?, se pregunta, al observar algunos de ellos mientras camina por las calles.
a gran escala
Este otro rasgo recurrente de su obra se percibirá a partir de este octubre en el High Line (parque lineal) cuando se inaugure su obra en la Gran Manzana, misma que permanecerá durante 18 meses. Se trata de una paloma gigante que lleva el nombre de “Dinosaurio”. Hace alusión, así, al origen de las especies, además de sugerir “la extinción de la humanidad”, como sucedió con los reptiles gigantes de la prehistoria.
“Creo que lo de Nueva York habla un poco de los dos temas: la relación que uno tiene con lo marginal, con esta especie de animales que uno quiere mal, digamos, y también con la idea de hacer un monumento que no sea, necesariamente, de un prócer nacional.”
La idea de que ser el primer artista proveniente del Sur Global en exponer en este espacio surgió a partir de una invitación de High Line Plinth a 50 reconocidos creativos de todo el mundo. Se sometió a votación del público y, finalmente, hace poco más de un año le notificaron que “Dinosaurio” reemplazaría al “Old Tree” (un árbol en color rosa) de Pamela Rosenkranz.
A decir del entrevistado, el hecho de que la escultura represente una paloma se debe a que esta ave, que genera controversias, le recuerda la época en la cual era un joven inmigrante colombiano recién llegado a París; a esos días en los que caminaba solitario y se encontraba con las palomas a su
paso. “En cierto sentido, al igual que ellas, yo experimentaba esa marginalidad. Entonces, me pareció un bonito homenaje”, reflexiona.
ARTE COLOMBIANO
Exhibir su obra en Nueva York no es casualidad. Iván Argote ha consolidado una exitosa trayectoria internacional; sus piezas forman parte de colecciones privadas y son expuestas en distintos países, además de Colombia, como México, Argentina, Suiza o Alemania. En este último, incluso, presenta una muestra de filmes en el Museo de Arte Moderno, en Berlín.
Su obra es parte de la Bienal de Venecia (que concluirá en noviembre de este año), donde participa con una instalación llamada “Descanso”, una réplica de la estatua caída de Cristóbal Colón que yace en Madrid, España.
“[La figura] está acostada y es invadida por la naturaleza salvaje, la cual se la va devorando. Entonces, poco a poco va desapareciendo entre plantas migrantes y hierba local. Se llama así partiendo de esta idea de ‘descansar de este tipo de héroes’ y dejar a la naturaleza retomar su espacio”, detalla Iván, quien se muestra entusiasmado de ser parte de la prestigiada cita cultural que, por primera vez, reúne a un grupo de 12 artistas colombianos.
Mientras aguarda el momento de llegar a Nueva York para inaugurar su nueva instalación, el artista confiesa que aún no ha tenido oportunidad de realizar una gran muestra en el país. “Algún día”, afirma, con cierto matiz de esperanza.
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