Aunque Colombia aún puede ser considerado como un país joven, la caída de la tasa de natalidad y la migración están haciendo que disminuya la población, lo que quiere decir que el país va a tener menos estudiantes, pocas personas en edad de trabajar y muchos adultos mayores.
Las alarmas están encendidas. Durante la última década, el volumen de nacimientos registrados en el país en los primeros siete meses de cada año alcanzó su valor más bajo en 2024 con 255.055 nacidos vivos, 45.819 nacimientos menos que los reportados en el mismo período de 2023, lo que representa una caída del -15,2%, la cifra más baja desde 2015.
La caída de la tasa de natalidad está lejos de ser un problema local. Como lo afirma Ángela Vega-Landaeta, PhD. en demografía y profesora de la Universidad Javeriana, en los países desarrollados este fenómeno se viene presentando hace un buen tiempo, y para enfrentarlo se han planteado diversas estrategias: aumento de las licencias de maternidad, licencia para los padres, pagos a las abuelas por el cuidado de los niños, guarderías en las empresas, etc, sin que se logre un repunte y ni siquiera ha sido posible contener la caída libre en la que se encuentran.
En Colombia, el comportamiento de la tasa de natalidad y la migración están haciendo que caiga la población, lo que quiere decir que el país va a tener una menor población escolar, poca población en edad de trabajar y muchos adultos mayores.

Hernando Zuleta, Decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, sostiene que esta situación genera retos para la sostenibilidad del sistema pensional, del sistema de salud y para el crecimiento económico.
“Hay varias formas de reaccionar ante estos retos, pero tal vez el principal mecanismo es tratar de reducir la informalidad”, explica Zuleta. “Si los trabajadores informales pasan a la formalidad habrá más individuos cotizando a salud y pensiones, y trabajando en sectores productivos”.
El ‘costo’ de tener hijos
Según Piedad Urdinola, directora del Dane, Colombia aún puede ser considerado como un país joven, lo que quiere decir que se encuentra en pleno bono demográfico, es decir, aquella situación en la cual la proporción de personas en edades productivas crece de manera sostenida respecto a la proporción de personas en edades potencialmente inactivas (menores de 15 y mayores de 60 años).

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas – UNFPA-, el bono demográfico también es conocido como “oportunidad demográfica”, pues posibilita el mejoramiento de las condiciones de vida del total de la población, por la vía del crecimiento económico y de la productividad general de la sociedad.
Sin embargo, Urdinola advierte que el país corre el riesgo de desperdiciarlo si no crea las condiciones para revertir ciertas situaciones.
“En Colombia, al igual que en otros países de la región, las mujeres tenemos un mayor nivel de educación, que se relaciona con productividad. Sin embargo, tenemos el grueso de ellas en sus casas haciendo labores de cuidado”, explica Urdinola, que cuenta con un doctorado en demografía y estudios de población de la Universidad de California, Berkeley.
¿La razón? Una vez las mujeres tienen sus primeros hijos salen del mercado laboral y se quedan en sus casas. En contraste, agrega Urdinola, los hombres dedican muchas horas al trabajo en el mercado laboral remunerado, lo que produce un aumento de la brecha laboral a pesar de que ellas cuentan con mayores capacidades que los hombres.
De hecho, Colombia, comparada con las cifras de los países de la Ocde, es donde se tiene la edad promedio más temprana para tener hijos (27 años). Esto se debe a que hay dos variables importantes en la fecundidad, la edad al primer hijo y los periodos intergenésicos, es decir el tiempo que transcurre entre un embarazo y otro.

Universidad Javeriana.
“Cuando la maternidad se retrasa, es decir, el primer hijo se tiene a edades más avanzadas, la fecundidad disminuye. Si las mujeres tienen hijos a edades más tempranas la probabilidad de que tengan un segundo hijo o un tercero o cuarto es mayor, que si lo tienen a edades más tardías. Y en cuanto al distanciamiento entre un hijo y otro, si se amplían estos tiempos, las probabilidades de tener más hijos también se reducen”, explica Vega-Landaeta.
A pesar de ello, la caída acelerada de la fecundidad, en Colombia, se da en todo el territorio nacional, aunque en unas regiones es más acelerada que en otras. En lo regional hay departamentos con un perfil de fecundidad como el de los 60´s y 70´s.
“En Colombia, las mujeres están teniendo menos hijos, pero los tienen antes de los 30 años. Los efectos del desarrollo aún no impactan a las mujeres. Las mujeres no participan plenamente en el empleo o no acceden plenamente a la educación”, agrega la profesora de la Universidad Javeriana. “Esto mismo las lleva a tener incertidumbre y no desarrollar la maternidad. Pero, además, tenemos el embarazo adolescente, que ayuda a que la media se rejuvenezca”.
Según explica, en el país hay departamentos donde muchas niñas tienen niños, en estos departamentos, por ejemplo, la fecundidad de las niñas de 10 a 14 años es de 3 a 5 hijos por cada mil nacidos vivos, la de las adolescentes de entre 15 y 19 años sería de 60 a 90 hijos por cada mil nacidos vivos. Este colectivo de mujeres menores de 19 años que tienen hijos (así sea 1) rejuvenecen la edad a la que las mujeres tienen el primer hijo.
De acuerdo con el Dane, durante la última década, se observa un aumento en la participación de madres primerizas entre aquellas que reportan edades de 15 a 44 años, acompañado de una caída en la participación de nacidos vivos de madres que informan tener dos o más hijos previos.
La participación de los nacimientos de madres con 2 o más hijos previos, solo aumenta entre aquellas que informan edades de 45 años y más, al pasar de representar el 61,5% en 2015 al 66,4% en 2024.
En las madres más jóvenes, la reducción en el número de hijos previos se observa desde aquellas que refieren un hijo previo, por lo que el porcentaje de nacimientos en madres adolescentes de 15 a 19 años con 1 o más hijos previos se reduce, al pasar del 17,5% en 2015 al 14,1% en 2024. El mismo comportamiento se aprecia entre las madres de 20 a 24 años.

El vaso medio lleno
Andrés Álvarez, profesor de Economía de la Universidad de los Andes, dice que el envejecimiento de la población, que también puede ser leído como una reducción en el tamaño de la población joven, se puede aprovechar para reducir tres brechas que afectan al país.
“Una primera es la informalidad, los jóvenes entran en su gran mayoría al mercado laboral a empleos de mala calidad, informales y esa entrada es definitoria para lo que va a seguir para ellos”, explica. “Si yo entro a la informalidad es muy difícil que pase a la formalidad. Hay una oportunidad para poder ofrecer empleos de más calidad, pero estos requieren un aumento en la productividad”.
¿Cómo lograrlo? A través de la educación, sobre todo la terciaria, que es clave aumentar la productividad pero sobre todo para adaptar mucho mejor las oportunidades de los jóvenes a las demandas del mercado laboral y también a sus proyectos de vida.
“Una transformación de la educación terciaria significaría una mejor calidad promedio, porque hemos aumentado la cobertura pero con una calidad baja”, agrega el experto. “Un aumento en la posibilidad de que los jóvenes de diferentes orígenes sociales se encuentren en la educación terciaria y conozcan proyectos de vida diferentes, que haya menos segregación en la sociedad”.
Finalmente, Álvarez señala que la educación terciaria debe convertirse en algo que les permita a los jóvenes soñar con oportunidades en el futuro con una mejor vida, pero también algo que los va a acompañar a lo largo de la vida y les permita volver a los centros educativos a formarse permanentemente y mejorar sus capacidades.
¿Está expuesto el país a una crisis demográfica, como ya le ha sucedido a naciones desarrolladas como Japón? No necesariamente.
Pero, como lo advierte Ángela Vega-Landaeta, profesora de la de la Universidad Javeriana, la caída de la fecundidad en Colombia sí es preocupante, ya que si seguimos con ese ritmo de descenso, en 10 años tendremos un volumen de nacimientos por debajo de los cien mil al año.
“Esto tendría unas implicaciones fuertes en la estructura de la población, en el mercado laboral, en la seguridad social y en la producción económica, entre otras”.
Sin embargo, concluye la experta, tener más hijos es una decisión de las mujeres, no de los empresarios ni de los gobiernos. “Ellas deben creer en la maternidad como una fuerza que las impulse y no como una estrategia que las oprima”.