'Ser justo en un mundo injusto' es un libro de Ryan Holiday.

Este fragmento que publica Forbes cuenta con la autorización de cortesía de Conecta, de Penguin Random House Grupo Editorial en Colombia.

La prueba más clara de que la justicia es la virtud más importante se revela en su ausencia. La injusticia vuelve inútiles todas las demás virtudes —coraje, disciplina, sabiduría— y convierte cualquier logro en algo carente de valor o, peor aún, en algo perjudicial. El coraje en pos del mal, una persona brillante sin moral, o la disciplina llevada al extremo del egoísmo absoluto son ejemplos de virtudes vacías sin justicia. Si todos actuaran justamente, el coraje sería menos necesario. La justicia, en este sentido, no tiene contrapeso entre las virtudes.

La justicia es el centro de todas las virtudes y de nuestra propia vida. Nada puede ir bien si no hacemos lo que está bien. Es revelador que, en la actualidad, cuando oímos la palabra “justicia,” pensemos primero en el sistema judicial, en abogados o en política, mucho más que en la honradez o en el deber. Luchamos más por “nuestros derechos” que por lo que es correcto. C.S. Lewis recordaba que la justicia va mucho más allá de los juzgados: es una antigua referencia a la imparcialidad e incluye la honestidad, la flexibilidad, la sinceridad y el cumplimiento de las promesas.

La justicia no se limita a la relación entre ciudadano y Estado. Olvidemos el proceso legal; la justicia se manifiesta en nuestras decisiones diarias: cómo tratamos a un desconocido, cómo manejamos nuestro negocio, cómo aceptamos nuestras obligaciones y cómo impactamos el mundo que nos rodea.

Nos encanta debatir sobre la justicia, discutir qué es justo o quién merece qué. La filosofía moderna se enreda en problemas como el dilema del tranvía o el libre albedrío, mientras los historiadores debaten las decisiones militares, políticas y empresariales que han dado forma a nuestro mundo. Sin embargo, estas cuestiones no siempre son claras o aisladas. La vida nos interpela con dilemas éticos todos los días y, en lugar de analizar lo que haríamos en situaciones improbables, es en las pequeñas decisiones cotidianas donde realmente interactuamos con la justicia.

Debatimos para evitar la acción. Sin embargo, solo cuando dejamos de debatir podemos comenzar a actuar.

‘Ser justo en un mundo injusto’ es un libro de Ryan Holiday.

La justicia como forma de vida

En libros previos sobre las virtudes estoicas, el coraje fue definido como disposición a arriesgarse y la autodisciplina como control de uno mismo. La justicia puede definirse como el establecimiento de normas claras, el límite entre lo correcto e incorrecto, lo justo y lo injusto. Define lo que harás y lo que no, tus deberes y el compromiso hacia los demás.

¿Es relativo? Tal vez, pero a lo largo de épocas y culturas, encontramos un acuerdo extraordinario sobre lo que es correcto. Los héroes de distintas eras, géneros y contextos han compartido principios de conciencia y honor. La humanidad admira a quienes cumplen su palabra y rechaza el egoísmo y la codicia. Incluso los niños pequeños comprenden la justicia, una señal de que el hambre y sed de justicia está en nosotros desde la infancia.

Hacer lo correcto puede ser complejo, pero su esencia es sencilla. Toda tradición filosófica o religiosa, desde Confucio hasta Kant, gira en torno a la regla de oro. “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti,” enseñaba Hilel, el anciano judío.

Preocúpate por los demás, trátalos como quieres ser tratado, incluso cuando no es fácil o conveniente, incluso cuando no te es retribuido.

Eurípides decía que la justicia no requiere interpretaciones sutiles; se reconoce al verla y, sobre todo, se siente su ausencia. Un ejemplo histórico de compromiso con la justicia es Hyman Rickover, un joven inmigrante que llegó a Estados Unidos y ascendió en la Academia Naval, liderando la era nuclear en los submarinos. A lo largo de una extensa carrera, Rickover inculcó a sus oficiales un sentido del bien y el mal, enfatizando que una persona debe comportarse con honor y responsabilidad.

Este libro no explorará complejas teorías ni filosofías sobre el bien y el mal. Nuestra meta es más simple: entender la justicia como una costumbre, una destreza, una forma de vivir. Porque la justicia debe ser algo que hacemos, no algo que conseguimos. Debe ser una forma de excelencia humana, una serie de actos.

En un mundo incierto y fuera de nuestro control, el compromiso de vivir con rectitud es un refugio, una luz en la oscuridad. Esa es nuestra aspiración: fijar el norte de nuestra brújula y dejar que nos guíe, en buenos y malos momentos. Como lo hicieron Truman, Gandhi, Marco Aurelio, Martin Luther King Jr., Emmeline Pankhurst, Sojourner Truth, Buda y Jesús.

Cuando Rickover concluía una llamada o reunión, no daba largas instrucciones. Solo decía: “¡Haz lo correcto!”.