El Icetex otorgará 81% menos créditos en el primer semestre de 2025 frente al mismo periodo de 2024, mientras los desembolsos de antiguos préstamos están “en proceso”. La banca no cuenta con suficientes productos crediticios para financiar a todos los bachilleres del país, los cupos en las universidades públicas son limitados y los costos de las privadas siguen al alza. ¿Qué le espera este año a los estudiantes colombianos?

María Angélica se acaba de graduar del colegio, sueña con estudiar medicina y, aunque se esforzó estudiando para los exámenes de admisión. no logró entrar a la Universidad Nacional. Desde que recibió la negativa del alma mater sus posibilidades de seguir aprendiendo se vieron reducidas. Aún no cumple los 18 años y no tiene idea de cómo funcionan los trámites crediticios. Y, aunque su familia le aseguró que el Icetex era su mejor opción, no logró entrar en la convocatoria para el primer semestre del 2025. Sus padres le comentaron que un banco no les prestará “semejante cantidad de dinero” y no tiene otra forma de financiar su carrera. María Angelica se quedará en casa ayudando con los quehaceres esperando tener mejor suerte en seis meses.

Santiago es estudiante de último semestre de enfermería en la Manuela Beltrán y aunque ha tenido problemas con los desembolsos de su crédito en el Icetex desde primer semestre, especialmente por pequeños saldos que no son abonados y le generan mora, ahora que tiene que pagar sus derechos de grado debe ver quién le presta casi tres millones de pesos que no tiene y que no puede pedir a la entidad por el cierre de la convocatoria.

A Lucía la Universidad de la Costa (CUC) le bloqueó el sistema por falta de pago en el segundo semestre de 2024. Y, aunque el Icetex le aseguró que ya había hecho el desembolso, el dinero no se giró a tiempo por falta de fondos, hasta finales de diciembre la institución recibió el pago. Felipe se quedó con el título de técnico en medios audiovisuales de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN) por no poder financiar los últimos dos semestres que le daban el diploma de profesional.

Financiación de la educación en Colombia

Casos como estos se extienden por todo el territorio nacional, con diferentes matices pero con el mismo problema de fondo: los jóvenes no pueden financiar su educación superior. A temprana edad -en muchos casos antes de cumplir los 18- los colombianos se enfrentan a un verdadero problema de adultos: altos costos en las matrículas de las universidades privadas, pocos cupos en las instituciones públicas, falta de financiación por parte de los bancos -y ahora también del Estado- y un sinfín de trámites, documentos y requisitos; todo termina siendo el cóctel perfecto para que aproximadamente el 60% de los jóvenes bachilleres no continúen su educación, según cifras del Ministerio de Educación en 2024.

Aunque no es un problema nuevo, este 2025 se posiciona como el año más complejo para la financiación de la educación en Colombia y si no se encuentran soluciones ahora, los daños podrían ser irreparables.

¿El Icetex no va más?

Durante muchos años, el Estado financió la educación a través del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior más conocido como Icetex. Y, aunque la gestión no fue perfecta y hay una larga fila de quejas y reclamos, miles de colombianos lograron acceder a un título universitario gracias a la entidad.

Sin embargo, en los últimos semestres se han presentado problemas de solvencia económica que se reflejan en desembolsos tardíos que afectan tanto a las universidades como a los estudiantes. A finales del año pasado hubo incertidumbre por la convocatoria de los nuevos créditos para el primer semestre 2025, hasta que finalmente el Icetex anunció que abrió inscripciones para 5.167 nuevos préstamos, una reducción del 81% frente al mismo periodo de 2024.

Entre tanto, el presidente Gustavo Petro y el ministro de educación, Daniel Rojas, anunciaban a través de X (antes Twitter) que alistan un proyecto de ley para convertir al Icetex en un banco comercial, “la banca del saber”, con la idea de que los colombianos abran cuentas de ahorro que financien la academia mientras el presupuesto que asigna el Gobierno a la entidad, que es alrededor de un billón de pesos, se destina a atender las universidades públicas para ampliar la gratuidad de las matrículas en el país.

No pasó mucho tiempo para que expertos salieran a expresar su descontento con la propuesta. “Esa ha sido la historia predominante: destruir sin haber construido (…) no se van a cumplir las metas del plan de desarrollo, por ejemplo, de los 500.000 cupos universitarios, se llegará al 25% a lo sumo”, dijo el exministro Alejandro Gaviria.

Aunque buscar que Colombia avance hacia una educación gratuita es una causa bien intencionada, hay que tener en cuenta que en países como España y Argentina este proceso duró más de dos décadas, ya que se requiere más infraestructura académica, más docentes, mayor presupuesto y una transición que tenga en cuenta a todos los involucrados. Otra de las principales críticas es que la entidad no cuenta con la solvencia económica para convertirse en un banco y contar con que los colombianos guarden sus ahorros allí es un escenario hipotético sobre el cuál no se puede poner el futuro de la educación.

“El cambio de modelo de negocio a banco comercial debe manejar el equilibrio entre los activos y los pasivos, la cartera de crédito y las captaciones. La dinámica se hace exigente: con estrategias de captación a menor costo para cubrir las colocaciones de cartera, un manejo estricto a la hora de controlar el indicador de morosidad, buena recuperación de cartera vencida versus suficiente cobertura. Debe haber un manejo prudente y eficaz”, explicó Wilson Triana, experto y consultor en banca y seguros.

En contraste, voces en la industria proponen un modelo mixto. La educación en Colombia “implica articular esfuerzos públicos y privados. Habrá algunos territorios y jóvenes que requieran políticas de gratuidad en la matrícula, otros tendrán la oportunidad de que sus familias o acudientes puedan patrocinar sus estudios y otros, la gran mayoría, podrán combinar recursos familiares con alternativas de financiación, y allí es donde el Icetex ha jugado un papel preponderante”, explicó Wei-maa Hung, fundador de Educación Estrella, la startup que usa la financiación colaborativa para hacer préstamos estudiantiles.

La propuesta que más suena entre los líderes de la industria es conservar el Icetex como entidad estatal de financiación, con varios ajustes que aseguren su sostenibilidad económica y permitan a los jóvenes financiarse de manera sencilla y barata.

Sigue faltando financiación

Aún con el Icetex a toda marcha -como en 2023 cuando se otorgaron 56.000 créditos- y los cupos de las universidades públicas -que según El País sumaban un poco más de 65.000 a finales de 2024-, las cuentas no dan, Colombia sigue sin tener 500.000 cupos universitarios financiados. Es clave buscar más recursos, aunque no es tarea fácil.

Quien esté dispuesto a prestarle a un estudiante debe ser capaz de desembolsar cada seis meses durante aproximadamente 5 años hasta $36,2 millones -costo actual de la matrícula del programa de medicina en Los Andes, aunque se puede estudiar en otras universidades a precios mucho más bajos-. Además, no puede cobrar el préstamo hasta finalizada la carrera, preferiblemente después de un periodo de gracia hasta que el estudiante consiga trabajo. Y por si fuera poco, el prestamista debe mantener los intereses lo más bajo posible ya que la inflación por sí sola se encargará de encarecer el crédito. Es un negocio poco atractivo.

Y aunque hay iniciativas como Educación Estrella o líneas de créditos en bancos como Davivienda, Bancolombia, Banco de Bogotá, BBVA y Serfinanza, siguen sin ser suficientes. Además, para muchos colombianos requisitos bancarios como un codeudor con finca raíz o altas tasas de interés fijas son imposibles de cumplir.

“Las entidades financieras deberían hacer algo: reunir de sus programas de responsabilidad social, crear una bolsa entre todas para lograr de alguna manera financiar créditos a mediano y a largo plazo a personas vulnerables, de la mano del Fondo Nacional de Garantías que podría, como parte del Estado, poner las garantías para que ellos estén tranquilos”, afirmó Mauricio Toro, expresidente del Icetex.

Lo cierto es que los esfuerzos a la fecha no son suficientes, y en vez de avanzar Colombia está retrocediendo en materia de financiación de la educación superior. Entre los programas financieros que ofrecen algunas universidades, las líneas de créditos de los bancos, los emprendimientos y el Icetex sin inyección del Presupuesto General de la Nación no alcanza para darle educación a todos los jóvenes colombianos. Es necesario que el país entre en un debate en el que todos los sectores estén dispuestos a poner de su parte para evitar que miles de jóvenes sigan quedando fuera de las aulas.

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