La creciente demanda de energía ha representado presiones para el mayor productor de transformadores en el mundo. En entrevista con Forbes, Andreas Schierenbeck, CEO global de Hitachi Energy, explicó que están ampliando sus capacidades y negociando acuerdos de largo plazo para estabilizar la cadena de suministro.

Las palabras de Andreas Schierenbeck fluyen con la misma fluidez que las redes eléctricas que su empresa ayuda a construir. Para el CEO de Hitachi Energy, el mayor productor de transformadores en el mundo, la transición energética ya no es una cuestión lejana, sino algo que está ocurriendo. 

 “El año pasado, el 80% de toda la nueva capacidad de generación añadida en el mundo fue renovable, solar, eólica terrestre y marina”, afirma Schierenbeck, en una entrevista con Forbes, durante una reciente visita a Medellín. “Otro 10% fue hidroeléctrica y nuclear. Solo el 10% provino de fuentes de energía convencionales. Eso dice mucho”.

La energía renovable, explica Schierenbeck, no solo es la forma más sostenible de generar electricidad, sino también la más barata y rápida. Sin embargo, su integración presenta retos.

A diferencia de las fuentes de energía convencionales, las renovables son volátiles. El sol no siempre brilla y el viento no siempre sopla. Gestionar esa volatilidad requiere innovación, especialmente ahora que la inteligencia artificial y los centros de datos añaden un nivel completamente nuevo de imprevisibilidad a la demanda.

“Los centros de datos impulsados por IA se comportan de manera diferente a los tradicionales”, explica. “Los centros de datos normales funcionan con una carga base. Si tienen demasiada o muy poca capacidad de cómputo, la redistribuyen. Pero los centros de datos de IA generativa son distintos. Hemos visto casos en los que requieren 200, 300 e incluso 500 megavatios, varias veces más que un centro de datos tradicional. Y su comportamiento es errático. Cuando un algoritmo está en fase de entrenamiento, la demanda se dispara. Luego, a medida que aprende, la demanda cae, en ocasiones en cuestión de minutos. Eso ejerce una presión enorme sobre la red eléctrica”.

Andreas Schierenbeck, CEO global de Hitachi Energy, visitó Colombia recientemente. Foto: Proporcionada.

Las baterías y otras tecnologías pueden ayudar a estabilizar el sistema, pero no son suficientes por sí solas. Para esa infraestructura capaz que el mundo está necesitando, Hitachi Energy está invirtiendo US$6.000 millones, que se suma a los US$3.000 millones que han sido invertidos en los últimos años.

“Estamos destinando US$1.500 millones a expandir la producción de transformadores en todo el mundo—India, China, EE. UU., México, Canadá, Europa y Colombia”, señala Schierenbeck. “El resto se destina a adquisiciones, investigación y desarrollo, y aumento de la capacidad de las fábricas”.

En Colombia, las inversiones han llegado a la ampliación de la planta de transformadores en Dosquebradas (Risaralda) y a la apertura de una nueva fábrica de tableros en el parque industrial La Estancia en Bogotá.

La demanda está ahí. La cartera de pedidos de la compañía ha aumentado en los últimos años hasta los 40.000 millones de dólares, y la capacidad de manufactura adicional que entrará en operación en los próximos años ya está vendida. 

“No estamos agregando capacidad libre”, aclara. “Simplemente estamos cumpliendo con nuestra cartera de pedidos”.

 Y esa acumulación de pedidos no es un problema a corto plazo; se extiende por varios años. Para gestionarla, Hitachi Energy está pasando de ventas transaccionales a acuerdos a largo plazo. 

“Trabajamos estrechamente con los clientes para planificar con anticipación. Los acuerdos marco ayudan a estabilizar las cadenas de suministro y garantizar precios predecibles. La estandarización también juega un papel clave: si un transformador está predefinido y construido bajo el mismo estándar durante varios años, se reducen costos y se ahorra tiempo”, explica. 

Los cuellos de botella en la infraestructura no solo se deben a la manufactura; la regulación juega un papel crucial. 

“Un gran proyecto de red puede tardar entre siete y ocho años, pero el tiempo real de construcción es solo de dos o tres años”, indica Schierenbeck. “El resto es el proceso de permisos. Y eso es costoso, no solo en términos de dinero, sino también de tiempo y recursos de ingeniería. Si podemos estandarizar y agilizar la obtención de permisos, podemos acelerar significativamente la transición energética”.

América Latina, dice, es clave para las operaciones de la empresa. La región está invirtiendo fuertemente en infraestructura energética y hay discusiones en marcha sobre una mayor interconectividad entre países, como la conexión de Colombia con Panamá.

 “Llevamos más de 60 años en América Latina”, comenta Schierenbeck.

El contexto es que la demanda de electricidad está aumentando mucho más allá de lo que sugieren las tendencias de energía primaria.

“Se espera que la demanda de electricidad crezca de cuatro a cinco veces más rápido que la demanda de energía primaria”,recalca.. “La sostenibilidad es un motor clave, pero también lo es la seguridad energética. Los países quieren reducir su dependencia de combustibles importados como el gas y el petróleo. Los procesos industriales que antes dependían de combustibles fósiles se están electrificando. ¿El resultado? Un aumento masivo en la demanda de infraestructura eléctrica”.

Schierenbeck se mantiene optimista. Muchas de las tecnologías necesarias para modernizar la red eléctrica ya existen.

“La transmisión de corriente continua de alta tensión (HVDC, por sus siglas en inglés) se inventó hace 60 años”, señala. “Ahora se está convirtiendo en un elemento central de la planificación energética. La interconexión de redes mediante HVDC permite a los países intercambiar energía de manera eficiente, dependiendo de variaciones estacionales y regionales”.

El almacenamiento en baterías también está avanzando, ayudando a mitigar la volatilidad en la generación renovable. Las soluciones de almacenamiento a corto plazo ya son viables, pero el almacenamiento a largo plazo aún requiere más innovación.

Liderar una empresa global en medio de esta transición implica viajes constantes, algo que Schierenbeck asume con entusiasmo.

“Nadie sabe cómo será el futuro, pero hay que crear una cultura que refleje las realidades del mercado”, afirma. “La diversidad es clave, y no solo en términos de origen, sino también de perspectivas. Quiero una cultura en la que la gente se exprese. Si los empleados tienen miedo de reportar errores, los problemas pequeños se convierten en grandes crisis. Así es como ocurren los desastres”.

Hitachi Energy está en una posición sólida, pero Schierenbeck es consciente de la importancia del equilibrio. La expansión de la empresa es crucial, pero también lo es evitar el agotamiento entre sus empleados. 

“La satisfacción del cliente es importante”, expresa. “Pero también lo es asegurarnos de que nuestro equipo pueda mantener este ritmo. Esto es un maratón, no una carrera de velocidad”.

Siga las mejores historias de economía y negocios en Forbes Colombia