"Alejarme no es fácil, pero la transformación nunca lo es", dijo el caleño de 40 años, quien seguirá vinculado a Rappi como miembro de la junta directiva.

Tras una década construyendo una de las compañías tecnológica más influyentes de América Latina, Sebastián Mejía, cofundador y presidente de Rappi, anunció su salida operativa de la compañía que ayudó a llevar desde una idea nacida en Bogotá hasta convertirse en una superapp regional con presencia en más de 250 ciudades y más de 100 millones de descargas.

“Después de casi una década, he tomado la decisión de dar un paso al costado en Rappi”, anunció Mejía en una carta abierta. “Seguiré cerca, apoyando desde la junta directiva, pero ha llegado el momento de pasar la página”.

La decisión, que según dijo llevaba gestándose en silencio desde diciembre junto a sus socios más cercanos, marca el cierre de un capítulo fundacional para la compañía tecnológica colombiana, y también para Mejía.

Nacido en Cali (Colombia) y formado en economía y administración en la Universidad Autónoma de Madrid y Esade, Mejía, de 40 años, tuvo un recorrido atípico incluso dentro del ya impredecible mundo de las startups. Se ayudó a pagar la universidad fundando compañías, trabajó brevemente en bienes raíces, y luego se mudó a Nueva York, donde se empapó de innovación trabajando con inversionistas y fundando una consultora.

Fue allí donde empezó a perfilar el estilo de liderazgo que lo acompañaría por el resto de su carrera.

“Siempre me vi como un emprendedor global, emprendiendo en todo el universo. Europa te abre mucho el mundo y es un lugar donde te puedes mover fácilmente. Eso te abre mucho la cabeza”, dijo en una entrevista pasada.

De vuelta en América Latina, cofundó Grability, una plataforma de compras en línea para supermercados. Pero fue en 2015 cuando, junto a Simón Borrero y Felipe Villamarín, dio vida a Rappi, una app que empezó regalando donas a cambio de descargas, y terminó transformando la manera en que millones de latinoamericanos acceden a productos y servicios.

“De nuestros primeros días recuerdo que estábamos diseñando el producto… no teníamos mucho dinero, ofrecíamos donas para que usaran Rappi”, recordó Mejía en una entrevista con Forbes hace unos años. “Luego empezamos a ver un product-market-fit muy fuerte y fue claro para nosotros que era una necesidad para los consumidores tener productos entregados en minutos”.

Aunque Rappi nació en Bogotá, Mejía no se quedó quieto mucho tiempo. Se radicó en Sao Paulo (Brasil), luego en Ciudad de México (México), y más recientemente en Miami (Estados Unidos).

Desde allí, y con fluidez en inglés, español y portugués, lideró esfuerzos para atraer talento global a una empresa latinoamericana, viajando a Texas y a Silicon Valley para convencer ingenieros y ejecutivos de grandes tecnológicas a sumarse al sueño de Rappi. Su rol fue clave para gestionar relaciones con inversionistas -entre ellos las firmas SoftBank, A16z y Sequoia Capital- y mantener la visión de la compañía.

Siempre promulgando “la obsesión con el usuario” y un alcance que trascendía fronteras, Mejía contribuyó a la expansión y diversificación de la empresa.

“Su mirada permitía tomar decisiones con más calma”, refiere alguien que trabajó cerca de él. “Él tiene un tipo de liderazgo muy humano, es una persona que se sienta a escucharte y a conocerte más allá del afán del trabajo”.

Su liderazgo contribuyó a que Rappi pasara de entregar comida a ofrecer servicios financieros, viajes, farmacias, cajeros automáticos y una tarjeta de crédito.

“La misión siempre fue usar tecnología para hacer la vida de nuestras ciudades mucho mejor”, decía Mejía, “y construir una empresa que le muestre a la región y que pueda inspirar a otros emprendedores”.

El anuncio de su salida no es una renuncia abrupta, sino más bien una transición meditada.

“Alejarme no es fácil, pero la transformación nunca lo es (…) A lo largo de los años he crecido, como fundador, como líder y, sobre todo, como ser humano. Al igual que Rappi, yo también he evolucionado”, escribió. “Hoy siento con claridad el impulso de construir algo que refleje a la persona en la que me he convertido y el futuro que siento el llamado de ayudar a formar. Estoy entrando en una nueva etapa, basada en la autenticidad y en un regreso a los principios fundamentales”.

El próximo paso de Mejía aún no está del todo claro, pero su carta sugiere que no se alejará del todo del emprendimiento.

Lo suyo es, como escribió citando a Joseph Campbell, “entrar en el bosque por el punto más oscuro, donde no hay camino. Donde hay un camino, es el camino de otro”.

Mejía ha entrado como ángel inversionista, a título personal, en compañías como Nuvocargo, Yuno, Truora, Morado y Cercli.

Su legado queda no solo en los datos duros de la empresa, sino en la cultura que ayudó a construir.

“Rappi es una empresa compleja en la que estamos todos con la misma misión de impactar… Siempre quise estar en los mercados con tamaños principales, México y Brasil, entender matices culturales de cada mercado y escribir equipos locales”, recordaba en una entrevista con Forbes.

En su despedida, Mejía agradeció a los repartidores, aliados, clientes e inversionistas, pero sobre todo al equipo: “Ustedes son mi mayor orgullo. Lo que construimos no solo escaló — transformó la cultura, abrió oportunidades y cambió vidas. Incluida la mía”.

Mensaje completo de despedida de Sebastián Mejía, originalmente en inglés, traducido al español:

“Después de casi una década, he tomado la decisión de dar un paso al costado en Rappi. Seguiré cerca, apoyando desde la junta directiva, pero ha llegado el momento de pasar la página.

Esta decisión ha vivido en silencio dentro de mí y de mis socios más cercanos desde diciembre, moldeada por una profunda reflexión. Rappi siempre ha sido más que una empresa: ha sido mi crisol y el viaje más transformador de mi vida hasta ahora. Alejarme no es fácil — pero la transformación nunca lo es.

A lo largo de los años he crecido — como fundador, como líder y, sobre todo, como ser humano. Al igual que Rappi, yo también he evolucionado. Hoy siento con claridad el llamado de construir algo que refleje la persona en la que me he convertido y el futuro que me siento llamado a moldear. Entro ahora en un nuevo capítulo, enraizado en la autenticidad y en el regreso a los principios fundamentales.

Emprender, en su esencia, es un acto constante de convertirse — de construir, resistir, soltar y volver a empezar. Requiere reinvención, resiliencia y valentía. Seguir mi propio camino siempre me ha llevado lejos.

“Debes entrar en el bosque por el punto más oscuro, donde no hay camino. Donde hay un camino, es el camino de otro.” – J. Campbell.

A nuestro equipo extraordinario, repartidores, aliados, clientes e inversionistas: gracias. Y a cada persona en Rappi que creyó en mí y en esta misión: ustedes son mi mayor orgullo. Lo que construimos no solo escaló — transformó la cultura, abrió oportunidades y cambió vidas. Incluida la mía”.

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