Nos apartamos del camino para explorar un territorio desafiante al volante de un ícono de resistencia que ha evolucionado con lujo y estilo, como parte de una experiencia multisensorial.

He sido testigo de cómo la cultura Off-Road ha cobrado vida en México. Lo que antes parecía un nicho hoy es una comunidad vibrante, en constante expansión, donde se cruzan la pasión por la aventura, el amor por la naturaleza, la creatividad sin límites y un entusiasmo desbordado por los vehículos capaces de domar cualquier terreno.

Dentro de este universo, el Land Rover Defender es una leyenda viviente. Nacido en 1948, se ha convertido en sinónimo de robustez, durabilidad y espíritu explorador. A lo largo de las décadas, ha evolucionado sin perder su esencia, hasta transformarse en un símbolo audaz de aventura, estatus y estilo. Un ícono que hoy seduce a una nueva generación de exploradores urbanos y rurales por igual.

La nueva familia Defender se presenta en tres versiones: 90, 110 y 130. Cada una responde a distintas necesidades. La 110, de casi cinco metros y dos filas de asientos, se perfila como la opción ideal para escapadas familiares. La 130, la más grande, con tres filas y una longitud de 5.3 metros, lleva la capacidad al límite sin sacrificar el desempeño off-road.

Espíritu todoterreno

Sin embargo, nosotros —un grupo de colegas y yo— optamos por la versión 90, de tres puertas, con una silueta que rinde homenaje al Defender original. Su altura respecto al piso, sus luces Alpine y el diseño minimalista de líneas modernas crean un balance perfecto entre tradición y vanguardia. Es un vehículo que impone, pero también invita.

Por dentro, la experiencia se eleva: asientos de piel Windsor, reposacabezas envolventes y un sistema de sonido con calidad de sala de conciertos. El trayecto cuesta arriba, rumbo a la cima desde donde se contempla la Peña de Bernal, fue tan cómodo como estimulante. Llegar ahí fue, para mí, una conquista emocional y mecánica.

Destination Defender
La imponente Peña de Bernal, un ícono natural en el corazón de Querétaro, fue el escenario donde conectamos con la esencia de Defender Foto. Forbes Life

El descenso, curiosamente, fue aún más emocionante. Activamos el sistema que regula la velocidad sin necesidad de tocar el pedal —una maravilla que mantiene el control en pendientes pronunciadas—. Y, por supuesto, la tracción 4WD hizo lo suyo, asegurando el agarre en caminos de tierra suelta y arena.

La tecnología fue una aliada constante. La cámara envolvente 3D con ClearSight Ground View ofreció una visión de 360° que facilitó cada maniobra. Esquivé rocas, avancé por senderos inciertos y, lo más importante, disfruté cada segundo de esa libertad que solo se encuentra lejos del asfalto.

A todo eso se suma lo último en conectividad, entretenimiento y confort. El Defender no sólo conquista terrenos; conquista también la idea de lo que significa viajar con estilo y seguridad.

Punto de encuentro

Casa Bernal, sede del evento, es una obra arquitectónica de Emmanuel Picault y Marcos Ruiz, diseñada para integrarse armoniosamente con el paisaje y la tradición de la región. Foto. Santiago Arau

Esta experiencia formó parte de Destination Defender, que por primera vez se llevó a cabo en México. Un evento que encapsuló los valores de la marca: innovación, comunidad y aventura. Todo, enmarcado por una narrativa que integró arquitectura, sustentabilidad, gastronomía y la riqueza cultural de la región. Una travesía inmersiva que no solo se vivió al volante, sino con todos los sentidos.

Siga a Forbes Colombia desde Google News