Aunque el dólar seguirá siendo la principal moneda de reserva y un activo de refugio por excelencia, su debilidad y volatilidad tienen profundas implicaciones para la economía mundial y un país emergente como Colombia. Esto es lo que dicen los analistas.

“Un dólar fuerte sigue siendo de interés nacional”, ha dicho Scott Bessent, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, contradiciendo las palabras del presidente Donald Trump quien ha abogado por una moneda más débil, bajo la premisa de que la fortaleza del dólar es un problema para la industria estadounidense.

De hecho, la retórica de Trump contra el libre comercio ha golpeado los mercados financieros debilitando el dólar y provocando subidas en las tasas de interés de los bonos del Tesoro de EE.UU., lo cual lo llevó a moderar su discurso y a descartar la destitución del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell.

Pero, ¿qué significa un dólar más débil para el mundo y Colombia, en particular? Tal como lo plantea un análisis de The Economist, la última década ha sido especialmente difícil para los mercados emergentes, donde empresas y gobiernos se endeudan en dólares. Por ello, una caída del dólar les brindaría cierto alivio, aunque esto hay que verlo con una pizca de sal.

Aunque Estados Unidos depende menos de las importaciones que otros países, una depreciación del dólar, al encarecer los bienes importados, complicaría la tarea de bajar la inflación y reducir las tasas de interés como lo quiere Trump.

Para una economía como la colombiana, estrechamente relacionada con la de su principal socio comercial, que la Reserva Federal aplace las reducción de tasas platea un reto, ya que dificulta que el Banco de la República haga lo propio, tal como ya lo ha dejado entrever su junta directiva, en sus últimas reuniones.

¿La razón? La situación geopolítica mundial y la volatilidad de los mercados externos generan incertidumbre sobre los movimientos futuros de la tasa de cambio, a los que Colombia podría estar más expuesto en vista de su desequilibrio fiscal.

“En periodos de turbulencia financiera lo habitual es que los inversionistas busquen refugio en activos considerados seguros”, explica David Cubides, economista jefe del Banco de Occidente. De esta forma, valorizaciones del oro, de los bonos emitidos por el gobierno de Estados Unidos y del dólar americano son esperables en momentos de incertidumbre.

Y eso fue lo que ocurrió con la reciente subida de los precios del oro, la valorización de los bonos del Tesoro hasta comienzos de abril y el dólar que, desde la elección de Trump hasta finales de febrero, mostró una tendencia alcista que lo llevó a acercarse a los 110 puntos en el índice DXY, una medida del valor de esa moneda frente a una cesta de divisas utilizadas por los socios comerciales de EE.UU. 

Pero, con la retórica de Trump desatada, los activos que parecían seguros dejaron de serlo para muchos inversionistas, lo que produjo la desvalorización de los bonos del Tesoro y del dólar que, en lo corrido del año, ha retrocedido 9,2% hasta ubicarse en 98,5 puntos. En contraste, el euro ha ganado 10,8% y se sitúa ahora en US$ 1,15, un nivel no visto desde octubre de 2021.

El dólar en el mundo (medido por el índice DXY) ha retrocedido 9,2% en lo corrido del año hasta ubicarse en 99,5 puntos hoy.

¿Quiere decir esto que peligra el reinado del dólar? Camilo Pérez, Director Investigaciones Económicas y Análisis de Mercados del Banco de Bogotá, afirma que, aunque la pérdida de institucionalidad y de credibilidad de Estados Unidos juega en contra del dólar, es apresurado afirmar que perdería su estatus de moneda de reserva y activo de refugio.

“El dólar tiene unas características muy particulares que van a hacer que siga siendo la moneda de reserva por mucho tiempo más”, explica Pérez. “Los mercados globales usan el dólar como moneda de cambio, el mercado más grande de acciones es el de EE. UU y la mayoría de los commodities se transan en dólares”.

A eso hay que añadir que el mercado de los Tesoros de EE. UU transa las 24 horas, lo que, sumado a los factores antes mencionados, le brindan al dólar unas características de trazabilidad y volumen inigualables para monedas como el euro o el yuan.

“Lo segundo es la relevancia de EEUU en la economía del mundo así las decisiones de Trump la pueden debilitar en el corto plazo, pero sigue siendo la más grande y eso respalda a la moneda”, agrega Pérez.

Según Bloomberg, el 88% de las operaciones de divisas en el mundo, el 70% de la emisión de deuda global y el 47% de las transacciones en divisas se hacen en dólares, a lo cual se agrega que el 59% de las reservas mundiales se mantienen en el billete verde.

David Cubides, del Banco de Occidente, afirma que si bien los activos americanos pueden desvalorizarse aún más (particularmente el dólar), “no estamos transitando a un mundo donde Estados Unidos deje de tener un papel preponderante, con su moneda jugando un rol clave como medio transaccional en el comercio global y en donde sus bonos dejen de ser considerados como activos de calidad crediticia”.

Diego Camacho, Economista senior en Credicorp, coincide y dice que en el corto plazo no hay un sustituto para el rol central que juega el dólar en la economía mundial, en el sistema de pagos y el monetario.

“Estructuralmente para que una economía se posicione como eje del sistema se requiere que sepa hacer cosas en la frontera del conocimiento y que genere confianza institucional, y hoy en el mundo lo más parecido a eso està concentrado en Estados Unidos”, dice Camacho que concluye que China, a pesar de ser el centro manufacturero más relevante, está lejos de posicionar al yuan como activo de reserva global.