En entrevista con Forbes, Clarissa Pantoja, vicepresidente global de Corona, expresó que esta es una marca que por 100 años ha celebrado la vida de la playa, con consistencia y autenticidad.

Marcas centenarias, muchas con fuerte arraigo local en sus países y nuevos competidores que se multiplican con rapidez. Así se podría describir el mercado de la cerveza. Pero hay una etiqueta que ha logrado algo inédito: convertirse en la cerveza más valiosa del planeta.

Se trata de Corona, la icónica lager mexicana que nació en 1925 con una receta guiada por un maestro cervecero alemán y embotellada en vidrio transparente para que el consumidor viera su color dorado.

Lo que comenzó como una innovación en empaque se ha convertido hoy en una lección magistral de consistencia, posicionamiento emocional y visión global. Su ascenso al trono fue confirmado por el ranking BrandZ 2025 de Kantar, que por segundo año consecutivo la reconoce como la marca de cerveza más valiosa del mundo.

Detrás del hito no hay una estrategia digital disruptiva ni una fórmula secreta en la producción. Hay una filosofía simple pero poderosa: desconectar para reconectar.

“Corona es una marca que por 100 años ha celebrado la vida de la playa. Somos consistentes. Tenemos un posicionamiento claro. Sabemos lo que estamos ahí por ser, y mantenemos eso a lo largo del tiempo”, explica en entrevista con Forbes Clarissa Pantoja, la vicepresidenta global de Corona.

Esa consistencia no ha impedido la innovación. Al contrario: ha sido el punto de partida para conquistar nuevas generaciones. En 2024, Corona Cero, su cerveza sin alcohol, se convirtió en la primera cerveza en patrocinar unos Juegos Olímpicos. En París 2024, no solo se sirvió cerveza. En la Villa Olímpica, la marca instaló un espacio propio con experiencias de relajación para los atletas, recordándoles que “relajar es tan importante como ganar”. Incluso diseñaron una botella dorada para los deportistas con un mensaje contundente: “Es tu golden moment now”.

Clarissa Pantoja, vicepresidente global de Corona. Foto: Proporcionada.

Pantoja es brasileña, pero su conexión con la marca se profundizó viviendo en México por cinco años, el país donde nació Corona hace cien años. Allí se empapó de su historia, visitó la cervecería original y entendió desde adentro la esencia playera que define a la marca. Hoy, desde Nueva York, lidera su estrategia global con la misión de mantener vigente el legado mexicano que ha conquistado al mundo.

Ese alcance internacional de Corona no se improvisa. Desde los headquarters, la marca impulsa plataformas que luego son adaptadas localmente por equipos como el de Colombia, donde la operación corre por cuenta de Bavaria. Álvaro de Luna, vicepresidente de marketing de la cervecera, explica que el crecimiento de la marca en el país ha sido exponencial, consolidándose como un referente del segmento premium. En Colombia, la regulación pide advertir en los envases y en la publicidad de bebidas alcohólicas que el exceso de alcohol es perjudicial para la salud y que se prohíbe el expendio de bebidas embriagantes a menores de edad.

“En todo lo que hacemos, invitamos a las personas a salir de la rutina y disfrutar momentos únicos, como un atardecer.  Este posicionamiento ha sido posible gracias a una propuesta de marca clara y consistente, basada en un ritual simple —agregarle un limón— que transporta al consumidor a un estado de desconexión y conexión con la naturaleza”, afirma. Ese ritual, casi místico en su sencillez, es parte del ADN global de la marca.

Corona ha sabido construir sobre esa narrativa emocional con una coherencia admirable. Su eslogan “Find Your Beach”, que catapultó su internacionalización, se mantiene vigente en forma y fondo: invita al consumidor a encontrar su playa personal, esté donde esté. La marca no vende solo cerveza; vende una emoción, una pausa, una bocanada de vida simple.

Pantoja lo describe como “this is living”, un sentimiento timeless que se mantiene vigente a lo largo de generaciones. “Cuando llegas a la playa, sientes la arena en tus pies, el viento en tu pelo, respiras y dices: this is living. Y vamos a continuar haciendo esto por 100 años más”, dice.

Ese poder de evocación ha sido especialmente efectivo en los eventos masivos. Hace unas semanas, Corona empezó a celebrar su centenario en la playa de Copacabana de Río de Janeiro (Brasil) con un concierto multitudinario de Lady Gaga que reunió a 2,1 millones de personas, según cifras oficiales. Pero no fue un evento aislado. Forma parte de una alianza de cuatro años para ser parte de los multitudinarios conciertos impulsados por el gobierno local en esa playa brasileña y de una estrategia más ambiciosa: la plataforma “Corona 100”, que incluye un listado de las 100 playas más icónicas del mundo. Colombia tiene cuatro en ese listado, entre ellas Playa del Cabo y Palomino, lo que refuerza su conexión con el Caribe y la biodiversidad.

Más de 2,1 millones de personas llegaron a la playa de Copacabana en Río de Janeiro (Brasil), al multitudinario concierto de Lady Gaga, con el que Corona detonó la celebración global de sus 100 años. Foto: Proporcionada.

Más allá del espectáculo, la marca ha construido ecosistemas de experiencia. En Colombia, por ejemplo, existe la Isla Corona, el flagship global más importante de la marca. También están los eventos Corona Sunsets y los espacios Vista Corona, que permiten trasladar la experiencia playera al corazón de las ciudades. Todo está pensado para activar los sentidos y generar desconexión, incluso en medio del caos urbano. Como explica De Luna, el foco es claro: naturalidad, sostenibilidad y experiencias memorables.

Cervezas más valiosas del mundo en 2025, según Kantar.

Detrás del éxito hay también una compleja estructura empresarial. A nivel global, Corona es controlada por AB InBev, el gigante cervecero que adquirió Grupo Modelo en 2013. Pero en Estados Unidos, debido a regulaciones de competencia, los derechos de la marca están en manos de Constellation Brands, que produce Corona exclusivamente para el mercado estadounidense.

El crecimiento del producto no es menor. Según AB InBev, Corona tuvo alzas de doble dígito en más de 30 países en 2024. Su volumen global creció 87% entre 2018 y 2024, con especial impulso en Asia y Europa. En México sigue siendo líder y en Estados Unidos una de las cervezas importadas más vendidas.

“Tener ocho de las diez marcas cerveceras más valiosas en el ranking de Kantar refleja nuestro enfoque en el crecimiento de nuestras megamarcas”, dijo Marcel Marcondes, CMO de AB InBev, al conocer los resultados del ranking BrandZ.

Todo esto ha sido posible por una visión a largo plazo. La marca ha invertido consistentemente en su posicionamiento premium, en una identidad coherente y en una narrativa emocional que conecta con audiencias desde Brasil hasta China.

Para Clarissa Pantoja, no hay duda de que el éxito está en poner al consumidor en el centro. “Entender cuál es su necesidad, cómo podemos llegar a él con algo que tenga valor en su vida. Eso es lo que Corona hace con su propuesta de marca”, dice.

Cien años después de su nacimiento, Corona no solo sigue vigente, sino que ha logrado algo aún más raro: convertirse en sinónimo de un estilo de vida. En una botella transparente, con una rodaja de limón, millones de personas en todo el mundo encuentran algo más que una cerveza. Encuentran un momento. Su momento dorado.