Eso se pregunta, retóricamente, Sharon Muss. La respuesta, para la artista visual, no está en la uniformidad inalcanzable, sino en la capacidad de honrar la autenticidad.
La trayectoria de Sharon Muss en la fotografía comenzó hace 20 años, en el ámbito corporativo y publicitario. Este último la fue empujando hacia un mundo donde las imágenes se sometían a la dictadura del retoque y la simetría impecable.
Trabajó con fabricantes de vestidos de noche y realizó catálogos que exigían la perfección absoluta de la imagen.
Sin embargo, al observar detenidamente a las modelos, descubrió que la belleza auténtica no residía en la piel editada hasta el cansancio, sino en las huellas que la vida deja en cada mujer: celulitis, ojos hinchados, pequeños detalles que narraban historias. Reflexionó que aquellas mujeres, como ella y como todas las personas, ya eran perfectas por su entrega, por su humanidad.
En ese instante, su mirada sobre la belleza se transformó y encontró en ésta una de tantas motivaciones para estudiar arte. Aprender a honrar el cuerpo, las emociones, los comportamientos y todo lo que le rodea sin someterlos a la censura de lo establecido es, en su visión, un acto de resistencia y de amor propio. “Con el tiempo he aprendido que ser humanos implica aceptar lo que verdaderamente somos, sin necesidad de encajar en parámetros ajenos”, dice Muss, en una charla a distancia con Forbes Life.

La conversación surge en un momento en el cual la artista ha decidido profundizar en el autoconocimiento y la terapia creativa, al mismo tiempo de avanzar en un proyecto de fotografía cuyo objetivo es democratizar el arte: alentar a más personas a acercarse a las expresiones visuales de manera natural, sin prejuicios.
Porque, desde su perspectiva, el mercado del arte se rige bajo un sistema que aleja al público y restringe el acceso a la cultura. “Porque, más allá del nombre del artista, el valor de una obra radica en aquello que nos hace sentir. No hace falta haber leído miles de libros sobre arte para conectar con una obra: basta con sentirla y permitir que nos provoque algo”, enfatiza.
“Con el tiempo he aprendido que ser humano implica aceptar lo que verdaderamente somos, sin necesidad de encajar en parámetros ajenos”Sharon Muss
Ella se dejó provocar por el arte y encontró, en sus técnicas diversas, libertad de expresión, el ánimo de establecer conexiones humanas y, sobre todo, la alegría de compartir vivencias. Muss comenzó a publicar sus creaciones a través de su perfil de Instagram en 2017.
Desde entonces, ha participado en 50 exposiciones y su obra ha sido exhibida no sólo en México, también en Estados Unidos, Alemania, España, Argentina e Italia. Una de sus piezas más representativas es Bipolar (2019), la cual fue expuesta en La Pedrera de Gaudí, y plasmada en un libro que reúne a 60 artistas de distintas partes del mundo, que es parte de acervo de la Biblioteca Nacional de España con sede en Madrid.

Otra de ellas es Un sueño (2021), obra que surgió al intervenir una fotografía que tomó hace 14 años y que fue proyectada en el Times Square, en Nueva York. Pero, Metamorfosis es, sin duda, su obra más personal.
TESTIMONIO DE RESILIENCIA
En 2021, Sharon Muss sufrió un accidente que le causó fracturas en el cráneo y un derrame cerebral. Su recuperación fue un proceso inesperadamente rápido, al punto de sorprender a los especialistas. En tan sólo dos semanas, con poca fuerza física, creó una obra de arte para sus médicos. Su neurólogo no podía comprender cómo su capacidad creativa permanecía intacta a pesar del trauma.
“(…) más allá del nombre del artista, el valor de una obra radica en aquello que nos hace sentir”
El arte se convirtió en su refugio y en su herramienta de transformación. Con un diagnóstico de síndrome de estrés postraumático, enfrentó días de profunda vulnerabilidad. “No tenía fuerzas para subir a mi estudio, así que comencé a hacer collages”, recuerda. De esta manera, nació un diario visual de 28 días, donde cada pieza representaba su estado emocional. Aquello era una exploración de la desfragmentación y la reconstrucción: una metamorfosis documentada en imágenes.

Aunque exhibe esta serie, no la vende, pues es un reflejo íntimo de su propia transformación. “El arte es capaz de sanar”, afirma, con la convicción de quien ha convertido la adversidad en una expresión tangible de resiliencia y, su quehacer artístico, en un espacio autobiográfico y experimental que cuestiona la rigidez de los estándares y propone una mirada más humana.