Pese a que esta forma de contratación crece en algunos sectores del país, Forbes le presenta algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de elegirla.
La subcontratación u outsourcing, una práctica cada vez más común entre las empresas, ha crecido exponencialmente en Colombia en sectores como el industrial, petrolero, minero, de construcción, ventas y call centers. Según la Asociación Colombiana de Contact Centers y Business Process Outsourcing (BPO),este servicio genera alrededor de $ 8.3 billones anuales de ingresos en el país.
Esta práctica, también llamada tercerización, consiste en que una compañía se encarga de conseguir el talento humano para otra, sin que el contratado pertenezca a la nómina de la empresa donde labora.
Sin embargo, según Clever Global, una multinacional especializada en este tema, aunque este tipo de relación contractual cada día crece en el país, no todo es ‘color de rosa’ y es importante que las empresas conozcan los riesgos para su operación que podría acarrear la tercerización.
Forbes le presenta algunos de los más representativos.
Tiempos reducidos para seleccionar a proveedores :
Las prisas del día a día reducen el tiempo de los directivos para hacer una correcta evaluación de los proveedores a la hora de contratar. Por eso, muchos prefieren continuar con un servicio que ya conocen, con el fin de ahorrar esfuerzos y reuniones, aunque este no sea el más competitivo.
También ocurre, en casos de nuevas necesidades de proveedor, que las empresas se conforman “con lo primero que encuentran”, dejando escapar ofertas y propuestas que podrían haber sido más interesantes en términos de calidad, tiempos de entrega o incluso de la seguridad industrial y física.
Fuga de información:
Trabajar con otras empresas o profesionales en un mismo proyecto significa ceder información propia de la compañía a externos bajo la premisa de desarrollar una labor de manera conjunta. No obstante, esto también implica correr el riesgo de que haya datos que terminen en manos de terceros. Por ello, la recomendación es establecer las reglas mínimas de confidencialidad desde el principio para evitar este tipo de inconvenientes.
Falta de seguimiento:
En ocasiones, las organizaciones delegan a las empresas subcontratistas gran parte de sus operaciones dada la confianza que tienen en las mismas. Sin embargo, eventualmente la falta de supervisión de los procesos genera fallas operacionales que pueden traducirse en altos costos, no solo derivados de la ausencia de eficiencia, sino también de demandas judiciales o accidentes.