Según el autor los valores no se refieren a acciones, que son las necesarias para alcanzar objetivos reales en una organización.
Bushido fue el código de conducta para las clases guerreras de Japón, quizás desde el siglo VIII hasta los tiempos modernos. La palabra “bushido” proviene de las raíces japonesas “bushi” que significa “guerrero” y “do” que significa “camino”. En pocas palabras Bushido se traduce literalmente como “camino del guerrero”.
Durante incontables generaciones esta fue la base del código de los guerreros samurái y sus precursores en el Japón feudal, así como gran parte de Asia central y oriental. Los principios del bushido enfatizaban el honor, el coraje, la habilidad en las artes marciales y la lealtad al maestro de un guerrero (daimyo) por encima de todo.
Al dar un vistazo al Bushido encontramos una lista bastante elaborada que contempla las virtudes codificadas en la conducta del samurái. Entre muchas otras se incluyen frugalidad, rectitud, coraje, benevolencia, respeto, sinceridad, honor, lealtad y autocontrol.
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A través de los siglos la cultura samurái ha sido una de las culturas más rigurosas, homogéneas y admiradas en la historia de la humanidad. Este legendario estatus responde a una sola palabra que hace toda la diferencia: virtud.
El milenario código samurái no se basa en valores, sino en virtudes. En pocas palabras la diferencia radica en que los valores son aquellas cosas que pensamos que nos definen, están dados por lo que “creemos”. No obstante, las virtudes son basadas directamente en acciones, estas representan como reaccionamos a situaciones, es decir se basan en lo que hacemos.
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En algún momento de nuestras vidas hemos entrado a nuestras empresas y nos han presentado con algún flyer, mail o pared que contiene un listado de valores enumerados que pretenden “definir” la cultura de la organización.
El problema con esto radica principalmente en que una cultura no puede estar definida por como pensamos sino por como actuamos. La consecuencia de una acción está dada por una virtud y es por este mismo motivo que deberíamos reflexionar un poco más al pensar como actuamos día a día.
Las culturas organizacionales deberían estar direccionadas a la acción, y por eso en mi opinión tenemos mucho que aprenderles a los samurái, llevando nuestras estructuras, negocios y culturas bajo un constante llamado a la acción para que los objetivos que tengamos no se queden en reuniones sino se empiecen a hacer realidad.
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LinkedIn: Santiago Aparicio
*El autor es Co-fundador de Fitpal, la plataforma que permite acceder a una oferta de más de 90.000 servicios deportivos (clases y gimnasios) en un solo lugar y por un costo fijo mensual.
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