Durante el gobierno anterior, el Congreso había aprobado por iniciativa propia una ley para reducir los aportes de los pensionados al sistema de salud, que terminó objetada por su “inconveniencia fiscal”

Uno de los grandes beneficios aprobados dentro de la reforma tributaria 2019 para las personas naturales es la reducción de los aportes que los pensionados con hasta dos salarios mínimos deben hacer al sistema de salud.

Para quienes reciben un salario mínimo, el pago disminuirá del habitual 12 % a 8 % en 2020 y desde el año siguiente será de 4 %.

Para quienes reciben más de un mínimo y máximo el equivalente a dos salarios mínimos, los aportes disminuirán a 10 % desde este año y allí se quedarán.

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Para el primer grupo, el viceministro general de Hacienda Juan Alberto Londoño señaló que se calcula un gasto fiscal de un billón de pesos, ya que el Estado tendrá que pagar dichos recursos al sistema de salud.

Para el segundo grupo, el costo sería de 300.000 millones de pesos.

Pero este esfuerzo de gasto social podría tener consecuencias sobre el ya conocido déficit del sistema de salud.

Para Jaime Arias, expresidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi), esta reducción “puede causarle al sistema un hueco adicional que algunos calculan en dos billones de pesos al año porque si bien estos pensionados son los de salarios más bajos, representan cerca de 70 % de los aportes”.

“Para la gente es buena, entre menos se pague mejor, pero para el sistema es durísima”, advirtió.

Con el mismo argumento del costo, el gobierno anterior había objetado una ley que aprobó el Congreso, de su propia iniciativa, para reducir el aporte de todos los pensionados desde 12 % hasta 4 %, en tiempos de ahorro para superar el choque de la caída de precios de las materias primas.

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 Pero el nuevo gobierno, promete que hará “el esfuerzo para tener la equidad”, según el viceministro Londoño.

Costo adicional

Un factor adicional es que, por el deterioro natural del cuerpo tras el paso de los años, los adultos mayores de 65 años son mucho más costosos para el sistema de salud que los aportantes jóvenes.

Arias añadió que “aquí el sistema se sostiene gracias a que tiene una financiación mixta de aportes de las personas y del Estado que ya son muy altos”.