Si es de los que no se desconecta aún en sus días libres debería evaluar la calidad de su descanso. Aquí tres consejos que le ayudarán.
Hace unas semanas tuve dos días de “vacaciones” que al sumarlos eran cinco de descanso. Previamente pensé que eran los suficientes para regresar con las energías renovadas, pero no fue así. Será que ¿De la misma manera como aprendemos a trabajar y ser productivos, debemos aprender a descansar? ¿Descansar es igual a no hacer nada?
Por primera vez en el 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció el síndrome del desgaste ocupacional como parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) en la cual lo describe como:“un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se caracteriza por tres dimensiones: 1) sentimientos de falta de energía o agotamiento; 2) aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo; y 3) eficacia profesional reducida. “
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Aunque el término burnout se acuña desde 1974 gracias al psicólogo Herbert Freudenberger, la conciencia sobre el término es relativamente nueva y se refiere al síndrome de cansancio laboral. Las estadísticas son contundentes, un estudio publicado por Gallup en julio del 2018 titulado “Millenials are burning out” refleja que de 3 de cada 10 millenials se han sentido “quemados” con frecuencia o constantemente en su trabajo.
El equilibro entre la vida laboral, el desarrollo profesional y el crecimiento personal parece una utopía en tiempos donde tratamos de navegar ante la ola de correos electrónicos que llegan por minuto, las notificaciones del chat, las novedades de las redes sociales, las llamadas por Skype, las reuniones interminables, el tráfico de la ciudad y la inagotable sensación de querer que llegue el fin de semana cuando hasta ahora es martes.
Es por esto que desde hace algunos días he tratado de experimentar nuevas formas de descansar que me han generado buenos resultados y las quiero compartir con ustedes:
- Desconectarme: En la época de mis papás los electrodomésticos se apagaban, hoy no, y eso es un cambio enorme. El celular está todo el tiempo prendido, recibiendo notificaciones del correo, conversaciones o descuentos de alguna aplicación. Consciente o inconscientemente es como si estuviera 24/7 disponible, lo cual me agota.
Entonces durante un día de la semana apagué los datos de mi celular y la ansiedad fue inevitable. Pero justo después empecé a ocupar ese tiempo en que solía estar pegado a la pantalla en otras actividades offline como: leer, cocinar o dibujar. - Meditar: Dedicarle al menos 15 minutos para estar en silencio, intentar conectarme con mi respiración y tratar de fluir entre inhalaciones y exhalaciones fue realmente relajante.
- Sudar: Para mi correr o trotar no es placentero, es monótono, me aburre y siento que es una lucha constante con mis pensamientos. Sin embargo, realizar cualquier deporte al aire libre es una forma de relajarme, conectarme con la naturaleza y darme el lujo de respirar un nuevo aire.
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Aprender a descansar es tan importante como ser productivo. He aprendido que descansar implica la posibilidad de renunciar al rol que nos ocupa de lunes a viernes y ceder al placer de ocupar otros roles.
Hacer otras actividades y reconfigurarse en otras asignaturas que lo conecten con otras realidades.Vacaciones no es sinónimo de descanso, pero sí de rumiar. Es una excelente oportunidad para reflexionar y aprender a ser consciente que hasta el mejor músico valora el silencio como recurso creativo.
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LinkedIn: Gustavo Orjuela
*El autor es Head Of Partnerships and Scouting at Wayra Colombia.
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