Luis Alberto Moreno lleva 22 años trabajando en Washington en dos cargos que jamás imaginó tener. Primero como embajador EN EE. UU. y luego como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), puesto que hasta este año ocupará tras 15 años de trabajo.

Más de un partido político ha querido postular su nombre para la Presidencia de Colombia. Cuando los gobiernos han llegado a la Casa de Nariño, le han propuesto encabezar ministerios, de los cuales salió a finales de los años 90, e incluso le han ofrecido la gerencia del Banco de la República. Luis Alberto Moreno se mantuvo desde 2005 en la cabeza del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que aprobó 14.250 millones de dólares para préstamos en 2018. Ahora, Moreno le dice adiós al BID después de 15 años de liderar la entidad. Precisamente, este año termina su periodo, luego que en la asamblea del banco que se llevará a cabo en Barranquilla, en septiembre, se elija a su sucesor.

“A mí me llevan candidatizando para mil cosas, incluida la Presidencia, y nunca he sido ni soy candidato a nada”. ¿Qué viene hacia adelante? “Pues tendré que reinventarme y a ver qué hago, pero voy a tomarme un tiempo y ver qué afanes trae la vida”, cuenta. ¿Y como profesor?  “Me lo he preguntado muchas veces. No me veo como profesor, no me veo sentado en una universidad todo el día, pero sí me gustaría participar de dar clase o seminarios. A mí lo que me gusta es hablar con gente joven porque siempre lo estimulan a uno y le cuestionan todo, y me parece que uno necesita eso”.

Después de descartar, al menos por ahora, cualquier puesto público, en lo que sí insiste es en que su sucesor debe resolver si en el futuro el BID tendrá los recursos suficientes para atender las necesidades de la región, las cuales van desde el cumplimiento de las metas de desarrollo sostenible hasta la reducción de la pobreza y desigualdad, pasando por la provisión de bienes y servicios públicos y la respuesta a esta nueva ola de exigencias sociales. En segundo lugar, estará el cuidado de ese talento humano que tiene el multilateral y que le ha permitido alcanzar a 792.457 hogares con accesos nuevos o mejorados a agua potable entre 2016 y 2018 en la región.

“Si uno mira indicadores de América Latina se encuentra con que la mejoría y la reducción de la pobreza se hicieron mucho a las espaldas de la gente que se movió a la clase media y empezó a ser contribuyente, no tanto así con el 1 % más rico de la sociedad que no hizo un esfuerzo parecido al que hicieron otros. Eso es cierto, generalmente en Latinoamérica, donde el 10 % de la población tiene entre 35 y 40 % del capital”, advierte.

¿Las consecuencias? Países en los que sus habitantes están saliendo a las calles a pedir mejores servicios públicos, sistemas impositivos menos regresivos, el cumplimiento de sus expectativas como en Chile, donde el 70 % de los estudiantes universitarios son el primer miembro de sus familias en llegar tan alto en la escala educativa y, pese a ello, en muchas ocasiones no logran alcanzar la meta de sacar a sus familias de la pobreza.

“Lo que uno ve en común en todos los países es que muchos de ellos venían –si se les mide por PIB per cápita, que es la forma tradicional como medimos los avances de cualquier sociedad, avanzando y creciendo cada año el ingreso per cápita, pero encontramos que hay una caída importante de los niveles de felicidad –medida como satisfacción en el acceso a servicios públicos o calidad de la educación–, que no corresponden con los aumentos, así sea graduales, del ingreso per cápita. Cuando uno mira encuestas asociadas a cuánto cree la gente en la democracia como el sistema político por excelencia que se debe tener, se encuentra con que también hay dudas sobre los méritos de la democracia e, igualmente, acerca del mercado capitalista como sistema. Entonces, uno se encuentra con todas estas contradicciones, que son las que explican lo que pasa en los países y en las calles”.

Lo que sí está claro para Moreno es que la solución tendrá que llegar de la mano de un mayor crecimiento económico en cada país, pues “si una economía no crece, no tenemos cómo repartir”.

Pero también será necesario que muchos gobiernos evolucionen. Para el presidente del BID, “la institucionalidad en algunos países va apenas en el tránsito entre los siglos XIX y XX, mientras que sus ciudadanos, gracias a los avances tecnológicos de los últimos años, están en el siglo XXI”.

Ahora también “hay una especie de fractura del contrato social como lo entendíamos; aquí me refiero a lo que pasa en las calles de las principales ciudades no solo de Latinoamérica sino en general del mundo, donde hay unas expectativas de gente que, o bien salió de la pobreza a la clase media y está corriendo el riesgo de regresar, o que por el contrario llegó a la clase media y espera que pasen más cosas más rápido”.

Nuevos vecinos

Los últimos 15 años también trajeron un movimiento migratorio que no se había visto antes.

“Después de la Primera Guerra Mundial hay una migración hacia América Latina que venía de Europa y que se acelera 20 años después en la Segunda Guerra Mundial, y teníamos también migraciones, por ejemplo, de mexicanos en su momento y después centroamericanos que viajaban hacia Estados Unidos o cubanos que hacían lo mismo. Pero nunca habíamos tenido una migración tan grande como la que tenemos ahora y que vemos especialmente en Suramérica, en el caso de los millones de venezolanos que han salido y que hoy en día representan en muchos de los países de destino más de 3 % de la población. Eso es un efecto muy grande en un periodo muy corto”.

En Colombia, se calcula que los casi dos millones de venezolanos que ahora habitan el territorio nacional lograron que el censo nacional 2018 llegara a los 50 millones de habitantes.

La gestión del BID

El Grupo BID tiene en su sombrilla a varias entidades, y estas a su vez, una larga lista de opciones para apoyar proyectos en los países socios. Por ejemplo, mientras el BID desembolsa préstamos y asesora la ejecución de proyectos, el BID Invest entra en estos como un inversionista más, que en muchas ocasiones también presta la experiencia y conocimiento de sus profesionales.

En 2018, el BID desembolsó recursos por 11.304 millones de dólares en préstamos y recibió amortizaciones de las deudas ya adquiridas por los países que alcanzaron los 6.828 millones de dólares. En ese mismo año, la entidad aprobó recursos por un total de 2.739 millones de dólares para programas del sector social, distribuidos en dos proyectos de educación, ocho de salud y trece de inversión social en la región.

Con estos, más los ejecutados en años anteriores, el multilateral alcanzó un acumulado de 11,6 millones de estudiantes beneficiados entre 2016 y 2018, lo que lo acerca a su meta de 15,8 millones de estudiantes alcanzados para el trienio 2016-2019.

Pero para la meta de 38 millones de hogares beneficiados en el mismo periodo de tiempo, el BID tendría que haber duplicado sus esfuerzos en el último año ya que para 2018 llegaba a los 17 millones de hogares alcanzados.

Y en beneficiarios de programas de pobreza, se duplicó la meta de 8 millones de beneficiarios, al llegar en 2018 a los 15,7 millones.

De acuerdo con el reporte que hace el mismo multilateral, hay por lo menos 79 países socios del Grupo BID, que en 2019 estaban satisfechos con su gestión. Y mientras el BID había entregado un año antes del reporte préstamos a 42 países pequeños y vulnerables, el BID Invest había hecho lo propio con 45 naciones.

Medio ambiente, en el centro del debate

Aunque ya desde hace 15 años el cambio climático y el cuidado del medio ambiente eran temas de discusión en las diferentes reuniones de organismos multilaterales en el mundo, Moreno reconoce que ahora este es un tema principal. América Latina no es la excepción, también tiene unos compromisos por cumplir para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

“Cuando se nos compara con el resto del mundo, nosotros no somos exactamente –y, en general, esto es cierto para Latinoamérica– los grandes emisores de CO2, lo son más los países industrializados. A su vez, tenemos el 40 % de la biodiversidad del mundo, y me refiero a toda Latinoamérica, en especial a Suramérica, y Colombia es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. En esto del cambio climático hay que cuidar la biodiversidad y los océanos; de esto se habla menos, pero es igualmente importante”.

En el caso de Colombia, para Moreno es fundamental que el país cuide sus áreas de bosques, en especial en el Chocó y el resto del Pacífico colombiano, tanto como la Sierra Nevada y la zona selvática en el sur del territorio nacional.

“Hay miles de áreas que Colombia tiene que cuidar y proteger, que son un patrimonio de los colombianos, pero también es patrimonio de la humanidad porque ahí es donde se pueden almacenar millones de toneladas de CO2. Son muchas las fuentes en temas de protección: cómo tenemos organizada nuestra producción, cómo desde edificios antiguos que generan enormes emisiones o activos asociados a empresas que generan emisiones, llámense plantas de carbón, explotación de petróleo, todo eso son temas que hacen parte de lo que tenemos que cuidar y organizar mejor”.

En medio de esta coyuntura, el BID presentará en la Asamblea una serie de ideas de soluciones al plástico “que hoy es una gran discusión en el mundo, sobre todos los plásticos de un solo uso”.

La mediocridad no es bienvenida

Moreno cuenta que desde niño le marcó una frase de su padre: “La mediocridad no es una alternativa”. Por lo que cualquier profesión que él y sus hermanos escogieran, debía estar determinada por esta máxima de su hogar. Y al presidente del BID, esta frase le “prendió la mecha” en su vida como administrador de empresas, periodista, gerente, miembro del ‘kínder’ del entonces presidente César Gaviria y embajador en Estados Unidos en el gobierno de Pastrana.

Hoy, les pide a los jóvenes que nunca dejen de soñar porque “lo que nunca puede perder una juventud son los sueños y esa capacidad infinita que tienen los jóvenes de imaginarse lo mejor”.

A esos funcionarios jóvenes, con toda una carrera por delante, Moreno les dice que no se tomen a ellos mismos “tan en serio” y que, más bien, recuerden que “siempre es mejor escuchar más y hablar menos”.

El BID llega a Barranquilla

Por sexta vez en la historia de Colombia, la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se realizará en territorio nacional. Esta vez, la ciudad elegida es Barranquilla.

Para Luis Alberto Moreno, “va a ser muy lindo ver a gente que llega de todas partes del mundo, y ojalá pase como cuando cumplimos 50 años, que hicimos nuestra asamblea en Medellín; en esa época, la gente le tenía pánico a ir allá, y, gracias a eso, la ciudad como que un poco se despertó al mundo y le sirvió muchísimo esa asamblea. Yo espero que con Barranquilla pase lo mismo”.

El presidente del BID recuerda que Barranquilla ha mostrado uno de los más grandes avances en infraestructura y urbanización de los últimos años en el país y ha sido protagonista de varios momentos importantes.

Fue la puerta de entrada a los europeos que, huyendo de los conflictos en el Viejo Continente, se instalaron en Colombia, y cuna de la aviación nacional, por mencionar solo algunos aspectos.

A esta asamblea asistirán, además de los representantes de las entidades del Grupo BID y los gobernadores de bancos centrales de la región, ministros de Hacienda, Desarrollo Económico, Comercio y otros personajes relevantes para el grupo, los representantes de empresas y bancas privadas.

Moreno invitó también al presidente y algunos de sus compañeros en el Comité Olímpico Internacional, pues está convencido de que el deporte es también un factor de progreso y cohesión en las sociedades. Esta reunión tratará temas centrales para los países miembros como la pobreza y la educación.