El ciclista paisa adelanta negociaciones para abrir mercado en Miami, México y Costa Rica. Además, planea hacer los uniformes de la selección colombiana de ciclismo
Son más de las cuatro de la tarde y en el primer piso de la sede administrativa de Go Rigo Go se escucha una voz familiar: “Qué más parceras, ¿cómo están?” Y a coro, el equipo, conformado en su mayoría por mujeres, responde animado: “Hola, Rigo”.
Rigoberto Urán apenas llega a su pequeña oficina de dos pisos cerca de El Poblado de Medellín. Es el horario natural para el colombiano que estuvo en el podio del Tour de Francia hace un par de años y, mientras no está en temporada de competencias, sigue viviendo en su país junto a su familia.
El deportista sube al siguiente piso, saluda al gerente de su empresa y está listo para hablar de negocios.
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No es difícil creer que el hombre de camisa blanca y tirantes rojos que habla desde un elegante sofá, fue un día un niño que dejó por un tiempo el colegio por instrucción de su papá para que aprendiera lo difícil que era “hacer dinero”.
Rigo vendió e intercambió uniformes de ciclismo, lavó carros, vendió chance, trabajó en el bar de su tía y, desde los 14 años, cuando su padre murió, se encargó de llevar dinero a su casa.
Hoy, el llamado ‘Toro de Urrao’ vende ropa, uniformes de ciclismo, accesorios, bicicletas, artículos de limpieza para bicicletas y barras nutritivas, dicta conferencias, sigue compitiendo en el ciclismo mundial y tiene su propio evento: el Giro de Rigo.
La marca Go Rigo Go cumplió en 2019 su meta de abrir siete tiendas propias en Colombia: una en Cartago, dos en Bogotá, una en Barranquilla, dos en Medellín y una en Cali. En total, emplea a 75 colombianos que conoce de primera mano. Además, vende cerca de 20.000 unidades de ropa mensuales.
Sentado en su oficina, con su característica sonrisa, Rigo recuerda que después de los Juegos Olímpicos de 2012, el ciclismo en Colombia empezó a tener un nuevo repunte y que, en 2013, cuando logró meterse en el podio del Giro de Italia, varios seguidores se le acercaron para mostrarle todo tipo de mercancía, hasta camisetas con su cara impresa. Ahí supo que era el momento de arrancar su negocio.
“Uno puede tener muchas ideas, pero no las puede materializar porque no tiene cómo. Entonces, afortunadamente, yo tengo una esposa muy inteligente que dijo: ‘Listo, creemos una empresa y empecemos a vender uniformes, ropa de ciclismo, todo. No tenemos experiencia, pero bueno, metámosle’ ”, cuenta.
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Así fue como Michelle Durango, su esposa, y él abrieron un sitio en internet y empezaron a vender camisetas en Medellín. Pero todavía no habían fabricado ni la primera unidad. “A toda esta gente que había comprado no le llegaba su producto porque no lo teníamos todavía. Estábamos buscando quién nos lo hiciera, y sucede algo muy bacano que yo creo que le dio mucha identidad, y es que yo empiezo a llamar a estas personas que compraron la ropa para decirles que teníamos un retraso en la producción”, cuenta el ciclista.
Cualquier día, un comprador desprevenido recibía una llamada de un número extraño y una voz le decía desde el otro lado de la línea: “Mira que ese pedido que tú acabas de hacer está retrasado, pero te va a llegar”.
La noticia de que Rigoberto Urán se tomaba el tiempo de llamar a cada uno de sus compradores se regó como pólvora y hubo más pedidos, más llamadas, más videos enviados a los seguidores.
Mientras tanto, un amigo de Rigo en Medellín era el encargado de hacer las camisetas en tandas de a 2.000 o 3.000 unidades que llegaban a la casa de su mamá y desde allí se distribuían. A veces, por el mismo deportista, lo que causó aún más revuelo y más ventas.
En 2017, la empresa del ciclista creció un 1000 % con respecto al 2016, y con el paso del tiempo se ha normalizado. En 2018 creció 100 % y en 2019, la mitad, cifra que su administrador espera repetir este año. Y, pese a los ofrecimientos, la familia Urán Durango no admite inversionistas porque “este es un negocio familiar y no queremos que nadie entre, y vamos de a poquitos. No sé hasta cuándo podemos seguir así, pero la idea es que bastante, y nos disfrutamos todo”, dice Rigoberto.
El ‘Toro de Urrao’ en forma de peluche, Go Rigo Go, el Giro de Rigo, las categorías 50 km, 100 km y 200 km, “mijitos”, “Yo qué voy a saber güevón”, una calavera hecha con partes de bicicleta. Todas son marcas Rigoberto Urán y se encuentran disponibles para los fanáticos en su tienda.
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“A veces es la misma gente que le da a uno las ideas, pero siendo uno original. Yo no tengo ningún filtro ni nada para hablar, entonces eso es lo que a veces genera”, reconoce Rigoberto, que vende el peluche del ‘Toro de Urrao’, todo un éxito entre los niños, y tiene como la camiseta más vendida cada año la de “Yo qué voy a saber güevón”, la recordada respuesta que le dio a un periodista en un Tour de Francia.
El Giro de Rigo
Desde 2018, Rigoberto es también organizador de una carrera de ciclismo recreativo que involucra tanto a los corredores como a sus familias, quienes disfrutan de ferias comerciales y todo tipo de actividades mientras sus deportistas compiten.
En el primer año, Rigoberto trajo a su amigo el ciclista británico Chris Froome para que conociera Colombia y participara en su giro. Para el 2020, la carrera será en Santander, pues su objetivo es llevarla cada año a un departamento diferente. Desde sus redes sociales, la fecha la anunció un personaje desconocido: Rigurú. Porque esta empresa familiar se dio cuenta de que el mayor potencial está en el carisma del ciclista y ha sabido aprovecharlo.
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El siguiente paso será llevar el Giro de Rigo a otros países. Pero no franquiciado, sino hecho por ellos mismos, pues saben que el afán de facturar de algunos podría llevar a que el Giro de Rigo sea una experiencia por debajo de las expectativas de sus seguidores.
Para el ciclista, el Giro trae otras ventajas. “Se ha vuelto una carrera que ya los alcaldes y los gobernadores la quieren hacer en su departamento porque moviliza a demasiada gente. El año pasado en el Quindío recibió casi 9.000 personas que van a gastar. Es un turismo directo y un turismo que gasta mucho porque tienes que movilizarte en tu carro, en avión, el hotel y son cuatro o cinco días, un fin de semana con toda la familia porque no te vas solo”.
El secreto, finalmente, de esta empresa de los Urán Durango, es que desde todas las decisiones se toman con diálogo, con todos participando, aprovechando el entorno y en equipo, como se ganan las más grandes carreras.