Análisis de la idea de los clubes de reducir el salario de los jugadores profesionales de fúbtol.

Si hay un momento donde se requiere la mayor unión y solidaridad de todos, sin restricciones, es este. Muchos no han entendido que, si nos centramos en intereses individuales pasando por encima del colectivo, la situación no va a mejorar y el futuro será cada vez más incierto.

En lo económico los gobiernos están tratando de auxiliar y dar alternativas a los más vulnerables, las empresas están bajando la jornada laboral y así mismo los salarios para evitar los despidos, los bancos están ajustando tasas y plazos de créditos para regular el flujo de caja de sus usuarios, las grandes superficies están mejorando los términos de pago a sus proveedores, y todos estamos en las casas tratando de “aplanar la curva” de contagio.

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Cada uno está viviendo su propio drama: el dueño del restaurante que tuvo que repartir la comida entre sus empleados y cerrar indefinidamente, el odontólogo cuyo consultorio (y billetera) está cerrado sin fecha de reapertura clara, el trabajador independiente que tiene contratos por cerrar y cuentas por cobrar y que no puede salir a definir nuevos proyectos, el organizador de eventos (¿cuáles eventos?), etc.

Y en este panorama los clubes de fútbol no se quedan fuera. En Colombia la Liga de Fútbol Profesional bajó el telón el 10 de marzo y unos días después la Dimayor suspendió la participación todas sus competiciones oficiales ante la amenaza del coronavirus. Y ya se anunció que esta medida será por tiempo indefinido, mientras el país entró en cuarentena definitiva decretada por el Gobierno Nacional hasta el 13 de abril.

Sin embargo, el balompié nacional no parece tener intenciones de subirse al bus de la solidaridad ni de unirse por un objetivo común: el bienestar de todos.

El incendio comenzó cuando algunos de los presidentes del FPC empezaron a manifestar públicamente que estar parados sin recibir ingresos por taquillas ni por derechos de televisión, y en duda en cuanto a los desembolsos de los patrocinadores, los ponía en aprietos económicos y reconocieron que, para algunos, el nuevo hueco solo va a profundizar aún más la crisis de la institución y las deudas millonarias que traen de tiempo atrás.

Quizás el caso más sonado es el de Santa Fe cuyo presidente, Eduardo Méndez, lanzó esta semana una encuesta desde las redes sociales del club consultándole a los hinchas su opinión ante una posible reducción en los salarios de los jugadores.

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El tweet desde la cuenta @SantaFe en concreto decía: “Teniendo en cuenta la emergencia sanitaria mundial y la situación económica que atraviesa actualmente el club, nuestro presidente le propondrá al plantel profesional una reducción de sus salarios de acuerdo a sus ingresos. ¿Está de acuerdo con esta medida?”.

La polémica se ha centrado no en el fondo de la situación sino concretamente en la forma. Quizás el error estuvo en no tratar este delicado asunto en privado con los jugadores y sobre todo con aquellos cuyos sueldos son más altos, para llegar a medidas de común acuerdo. A los jugadores el tema les tomó por sorpresa y se sintieron expuestos ante la opinión pública.

Al ser consultados por los medios, uno de ellos (cuyo nombre prefirió no revelar el medio para evitar retaliaciones) manifestó: “Es algo que no se debió tratar así. Lo que sé es que están empezando a manejar el tema por los medios. Ya algunos periodistas tocan el tema para presionar a los jugadores. Nosotros tenemos que hablar y esperar llegar a un acuerdo, pero son cosas que son delicadas y no para estarlas ventilando”.

En la otra orilla, Millonarios fue contundente y tomó decisiones sin tanta consulta ni debate. El presidente de la Junta Directiva, Gustavo Serpa, fue enfático: “El ochenta y tanto del grupo se ganan menos de 5 millones, pero hay entre cinco o seis que se ganan entre 100 y 200 millones de pesos. Lo que buscamos es que los recursos nos aguanten hasta mayo. Nadie va a dejar de recibir dinero, pero el tope máximo va a estar cerca a los 10 y 12 millones de pesos”.

Importante también destacar, que los primeros en bajarse el sueldo serán los de arriba, desde el técnico Alberto Gamero y el presidente Enrique Camacho, quien además ofreció no cobrar su sueldo del todo para favorecer el flujo de caja y permitir que la gente más necesitada no deje de recibir su salario. Ejemplo para todos y aplausos.

A esto se suman las situaciones que se han develado de clubes como Cúcuta, América o Deportivo Cali quienes han dicho que de seguir más de dos meses así la situación se puede volver inmanejable.

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A la polémica salió Acolfutpro, quien manifestó contundentemente que la rebaja salarial en Colombia es ilegal. La entidad dijo: “El contrato de trabajo se acuerda entre partes y la única forma de admitir la rebaja de salario es por las partes, pero hay que recordar que es ilegal desmejorar las condiciones laborales del trabajador, así sea por fuerza mayor”.

El tema se vuelve complicado cuando se tiene en cuenta que muchos de los jugadores en el país ganan el mínimo. Situación más compleja es la que enfrenta el fútbol femenino, y en concreto las futbolistas, quienes se preparaban para el inicio de la Liga que empezaría en abril, y quienes fueron enviadas a sus casas, muchas sin ningún vínculo laboral ni cobertura de seguridad social. Y que hoy no saben, después de todo, cuando comenzará el anhelado torneo.

Lo que sí es cierto es que hay un grupo de jugadores cuyos salarios están muy por encima de la media y sus condiciones laborales cubiertas y cuya reducción salarial temporal podría evitar una crisis mayor, y beneficiar a muchos que realmente lo necesitan.

No se les está pidiendo que donen miles ni millones de euros como lo han hecho algunos jugadores en Europa, pero muchos de los futbolistas profesional son privilegiados y hoy se le hace un llamado a la solidaridad, eso es lo que el país necesita hoy más nunca.

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*La autora es fundadora de Score Sports, compañía consultora de marketing deportivo.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.