La tasa de cambio en Colombia es flotante, no se interviene por ninguna autoridad, y esto le permite ser un "escudo" a choques externos

Durante el último mes, las caídas en el precio del petróleo y las subidas del dólar también han sido protagonistas de las noticias en el mundo. Ambos tienen efectos que, en el caso de Colombia, se pueden relacionar al ser un país cuyo mayor producto de exportación es, precisamente, el crudo. Pero además, el impacto también puede tener un efecto que tarde un poco más en los bolsillos de los ciudadanos.

Por un lado, cuando el valor del petróleo se reduce, Colombia recibe un menor pago en dólares por las mismas ventas. Esto tiene dos efectos: menos dólares circulan en el país y el Gobierno recibe menos ingresos.

“La razón por la que ha subido el precio del dólar es porque hay una expectativa de que menos dólares terminen entrando a la economía colombiana y si es un bien que va a escasear, su precio tiene que subir”, explica Munir Jalil, economista en jefe para la Región Andina de BTG Pactual.

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Con un mayor valor del dólar, los precios de los productos importados que hacen parte de las compras cotidianas de los colombianos también incrementan su valor.

Pero, además, muchos productores locales también se ven obligados a subir el valor de sus precios dado que al utilizar materia prima importada, el costo de su trabajo también se incrementa.

Con mayores precios, los mismos pesos alcanzan para comprar menos cosas. Esto se ve reflejado en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) y la conocida inflación.

Petróleo, doble consecuencia

El Gobierno recibe ingresos petroleros mediante varias vías. Una de ellas son los dividendos que recibe de Ecopetrol, empresa de la que es el accionista mayoritario, y otra son los impuestos que pagan las empresas del sector.

Además de llevar a un incremento del valor del dólar frente al peso colombiano, la caída en los precios del petróleo también significan menores ingresos para el Gobierno en el año siguiente y esto, a su vez significa que se debe reducir el gasto o buscar nuevas fuentes de financiación.

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Jalil explica que “el Gobierno es un ente que se financia en su gran mayoría de los ingresos que obtiene de la economía. En la medida en que esos ingresos caigan, como lo que va a pasar en Colombia dada la caída de los precios del petróleo el año entrante vamos a ver menos ingresos, entonces al Gobierno se le abre un hueco, él tiene unos gastos, sus ingresos se le están cayendo”.

Aquí cabe recordar que cerca del 70 % del gasto del Gobierno, determinado en el Presupuesto General de la Nación, es inflexible y está determinado por garantías que prevé el Estado como los subsidios, los pagos al sistema de salud o las compensaciones por menores cobros de servicios públicos a las familias vulnerables.

Con el gasto en el mismo nivel y menores ingresos, el Gobierno debe solucionar su “hueco” con otras fuentes de financiación, que también son ya conocidas: impuestos o endeudamiento.

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En el segundo caso, el Gobierno podría pedir un crédito con entidades en otros países o con entidades multilaterales, así como emitir más títulos de endeudamiento en el mercado local e internacional. Cualquiera de estos métodos tendrán que ser pagados en el futuro, por lo que más adelante de todos modos se necesitarán más ingresos.

Por otro lado, el Gobierno podría acudir a una nueva reforma tributaria. En Colombia, en promedio cada dos años se presenta una modificación al Estatuto Tributario para aumentar el nivel de recaudo del país frente a su Producto Interno Bruto (PIB), que sigue siendo bajo al compararlo con países de características similares.

Sin embargo, la actual coyuntura hace que una reforma tributaria sea, por lo menos, una solución para evaluar a mediano plazo.