Hoy, con mucha mayor fuerza, tenemos al frente la necesidad de pensar los problemas planetarios como riesgos intercontinentales.
Por primera vez en su historia de 50 años, el Foro Mundial Económico en Davos presentó este año un mensaje contundente acerca del papel del ambiente en los cinco riesgos más altos a nivel planetario. Los eventos meteorológicos extremos, la fallida acción climática, la pérdida de biodiversidad, los desastres naturales y los desastres causados por humanos aparecen en el reporte con los niveles más altos de riesgo tanto por la probabilidad de ocurrencia como su potencial impacto para la sociedad.
Riesgos como el desempleo, las burbujas en los mercados de capitales, crisis fiscales o inflación sin control aparecen muy por debajo en ambas dimensiones de las evaluaciones hechas por este grupo de trabajo que incluye expertos de grupos de análisis y universidades de primer nivel.
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Si de algo puede servir este llamado de un foro que claramente genera opinión y decisiones en los sectores económicos y de política pública más importantes del planeta, esto sería para hacer una pausa y revisar los modelos económicos. En esas discusiones, el concepto de soberanía desde una perspectiva económica debe cambiar radicalmente.
Lo que unos países imponen con sus acciones sobre el resto de naciones no puede gobernarse hoy por medio de los instrumentos convencionales de acuerdos comerciales. Una nueva lógica para trabajar sobre estos riesgos se debe imponer necesariamente, y por lo tanto debe emerger una nueva gobernanza global que esté menos determinada por la soberanía, la competencia y las ventajas comparativas, al tiempo que se base más en principios de cooperación, coordinación y colaboración.
Sin embargo, desigualdades tan grandes entre países y dentro de cada uno de ellos ocasionarán aún más dificultades para la cooperación, aunque estas no sean insalvables. Hoy, con mucha mayor fuerza, tenemos al frente la necesidad de pensar los problemas planetarios como retos intercontinentales.
Las arenas del Sahara alimentan los nutrientes en la Amazonía, los vientos de la costa atlántica amazónica transportan las lluvias que caerán en las cuencas de la región Andina, la refracción de luz del Ártico ayuda a regular las temperaturas en el océano pacífico.
La segunda parte de ese llamado es a la acción local. La academia debe cumplir un papel en contribuir a esta nueva pedagogía de lo global. Por eso, desde el Centro para los Objetivos del Desarrollo Sostenible para América Latina, en la Universidad de los Andes creamos la cátedra abierta Nuestro Futuro con el fin de abrir al público el conocimiento científico acumulado y crear una forma de pensamiento ciudadano más global.
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Con ese propósito, es necesario reescribir los textos económicos con los que formamos en principios de economía a una inmensa cantidad de personas de muchas disciplinas que reciben conocimientos básicos sobre firmas, consumidores, mercados y sus fallas, las regulaciones, o sobre el papel del Estado.
Desafortunadamente, la mayoría de los textos existentes que se usan en esos cursos básicos para economistas, administradores, ingenieros y profesionales de otras ciencias sociales se circunscriben a una narrativa de mercado libre y competitivo susceptible a fallas y que se debe corregir.
Como respuesta a ese reto de tener mejores herramientas de formación, un grupo de economistas de muchas regiones del mundo nos propusimos crear el proyecto Core The Economy con un currículo, de acceso abierto y gratuito, más adecuado para estos problemas y que desde su inicio tiene una clara identificación de estos casos, en un contexto más realista.
Estas son propuestas para “pensar globalmente y formar localmente” a fin de que tengamos una ciudadanía más empoderada.
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LinkedIn: Juan Camilo Cárdenas
*El autor es decano de Economía de la Universidad de los Andes.