Mucho se ha hablado del nuevo ‘oro verde’ de Colombia, luego que en 2016 el Gobierno expidiera la normatividad para permitir la comercialización de cannabis medicinal. Pero poco más de tres años después, no se ha vendido el primer medicamento a base de esta planta. Para los empresarios, 2020 será clave.
Cuando Colombia anunció en 2016 que permitiría el cultivo y cosecha de plantas de marihuana para la producción y venta de cannabis medicinal –así como sus usos cosméticos–, quedó como uno de los países más innovadores de la región en esta materia y, en efecto, más adelante lo siguieron Perú, México y Brasil.
Sin embargo, el país empezó a retrasarse en la aplicación de las reglas para permitir la actividad, así como en entregar las licencias, cupos y certificaciones que necesitan las empresas que quieren participar en el negocio del cannabis.
Laboratorios y empresas cultivadoras de marihuana, exportadoras y productoras de una variada oferta de cosméticos –que hasta el momento es lo único que ya se comercializa en el país– se quejan de los retrasos en las entregas de certificaciones, cupos y licencias.
No obstante, tienen sus esperanzas puestas en el 2020. Este año, todas las empresas esperan poner en el mercado sus primeros medicamentos magistrales, de modo que los pacientes en Colombia puedan empezar a complementar sus tratamientos médicos y mejorar su calidad de vida.
Es el caso del laboratorio Avicanna, que mientras espera este año la visita del Invima para obtener su sello de buenas prácticas de elaboración (bpe), señala que “Colombia ahora no solo tiene las condiciones climatológicas y un marco regulatorio desarrollado, sino que también cuenta con la capacidad operativa para suministrar productos de cannabis a los mercados locales y extranjeros”.
Pero advierte también que por ahora, el país “se limita a las materias primas y, por lo tanto, está sujeta a la demanda de los mercados que ya tienen la capacidad de vender productos terminados al consumidor final”.
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Y eso los pondría en el mismo punto que otros productores de materias primas en el país, como el café.
Julián Wilches, director de Asuntos Corporativos y Regulatorios de Clever Leaves, cree que “Colombia tiene el reto de no ser el productor, sino ser donde se genera el valor agregado. Es decir, de convertirse en realidad en un centro de conocimiento en investigación, innovación y desarrollo en el tema del cannabis medicinal”.
Eso solo llegará de la mano de un mercado que les permita a los pacientes un acceso fácil y seguro a medicamentos legales, al tiempo que les permita a las empresas inversión en tecnología.
Wilches continúa explicando que “este año, lo principal es tener los mercados efectivos y los productos en esos mercados de destino, y eso será lo más importante en los siguientes dos o tres años. Luego sí vendrán la innovación y estandarización; quienes tengan los mercados y hayan invertido en investigación e innovación van a ser las compañías que van a liderar esta industria de aquí a cuatro o cinco años”.
Pero, nuevamente, la clave tendrá que ser la agilización en terminar y perfeccionar la regulación para terminar de habilitar el funcionamiento de la industria en el país.
“Ese futuro promisorio podría volverse una ilusión si no hay un compromiso decidido de parte del Gobierno, permitiendo que las empresas accedan a canales de financiación a los que tienen derecho otros cultivos legales como este, y agilizando los procesos de licencias y cupos, que siguen siendo muy lentos y ponen en peligro millonarias inversiones”, sentencia Jon Ruiz, presidente de Medcann.

Aunque anunciaron el inicio de su regulación años después, la agilidad en su reglamentación está haciendo ahora que se acerquen rápidamente otros países de la región como México, Perú y Brasil, que además tienen condiciones climáticas similares a las de Colombia y podrían representar una competencia importante para el que se había presentado como el país innovador en la industria del cannabis en la región.
La industria en Colombia y en el mundo también ha tenido que aprender a establecer relaciones de confianza con el sistema financiero y sortear los impedimentos de este en países como Estados Unidos, ya que el cannabis medicinal carga con la mala fama del tráfico de marihuana, una sustancia ilegal para cualquier uso en la mayoría de los países.
¿Cómo es esta industria?
Basta salir del auto para sentir un olor que no es como el del campo colombiano, ni se parece en lo más mínimo al de cualquier cultivo común del país. Tampoco es similar al que expide el humo de la marihuana cuando alguien en la calle enciende su ‘porro’.
Una mezcla entre menta, aire puro típico de la ruralidad colombiana, y marihuana fresca es la bienvenida al cultivo de cannabis más extenso del país.
El sitio también parece más verde que el resto de Boyacá. La razón es que el verde de las plantas cultivadas logra resaltar aún fuera de los invernaderos que las albergan. Y, a la entrada de cada uno, letreros sobre lo importante de trabajar con amor y con todo el empeño posible en la tarea asignada.
Los empleados parecen aplicar muy bien este mandato. Con sonrisas reciben a los visitantes, explican con paciencia una y otra vez los procedimientos, caminan con alegres conversaciones de un sitio a otro, cuentan cómo llegaron de otros tipos de cultivos al cannabis y lo diferente que es.
Entre tanto, las plantas reciben el cuidado de recién nacidos en unidades neonatales. Hasta caminar entre las filas de plantas ya cultivadas tiene su ciencia. Lo inevitable, al final de la jornada, será el olor a marihuana impregnado en toda la ropa. La ventaja es que para llegar allí no hay que tomar vuelos, ni pasar por controles antinarcóticos.
A varios kilómetros de allí, de vuelta en Bogotá, otra empresa trabaja en su gran proyecto: la primera clínica de medicina integrativa en Colombia.
Con una inversión de 2,5 millones de dólares canadienses y un área construida de 1.500 metros cuadrados, Khiron duplicará su capacidad de atención a pacientes desde el 31 de marzo. Serenia será la primera clínica propia de la empresa que trabaje con médicos de otra clínica con dos sedes en Bogotá.
El lugar, que funcionará como centro privado y atenderá a los beneficiarios de las aseguradoras más grandes del país, tendrá un potencial de 5,6 millones de usuarios, de los cuales se estima que dos millones serán pacientes que sufren de dolor crónico y otro millón, de depresión.
Además, tendrá unidades de cirugía, neurología, salud mental, dolor y medicina complementaria. Un grupo de profesionales atenderá a cada paciente como un caso único, y aquellos que puedan ser candidatos a tratamientos coadyuvantes con cannabis medicinal podrán optar por estos.
Los cultivos en marcha, la clínica que abrirá y los laboratorios que esperan pacientemente la visita del Invima para recibir su sello de bpe demuestran que, en efecto, 2020 será finalmente el año del cannabis en Colombia.
Mercado al alza
“El cannabis legal está a la vanguardia en cuanto a la satisfacción de un amplio espectro de necesidades de bienestar mental, específicamente la mejora del estado de ánimo, utilizando diferentes cepas de un solo ingrediente. Euromonitor International señala que el mercado legal global para el cannabis alcanzará ventas por 166.000 millones de dólares para el 2025. Presumiblemente, esta industria dinámica y controversial liderará el camino para que otros productos de consumo se posicionen de manera similar con base en sus resultados”.