La imagen del líder todo poderoso e infalible es cosa del pasado. Para salvar a las empresas hace falta el líder humano, vulnerable, solidario e integral.
La crisis que actualmente estamos viviendo nos ha mostrado una sociedad que genuinamente se está cuestionando paradigmas fundamentales. Cuestionamientos tan relevantes y tan diversos, que necesitaríamos varias entregas para abordarlos. Por ahora, nos concentraremos en uno que consideramos muy relevante para Latinoamérica: ¿Cómo cambia el liderazgo empresarial en el amanecer de esta crisis?
Se ha hecho evidente que, salir delante de una crisis de esta naturaleza, no es una tarea de aquel líder todo poderoso e infalible que en algún momento se idealizó. Esta crisis ha retado todo y a todos; nos ha evidenciado la fragilidad del ecosistema social y económico y nos ha dicho claramente que, para salvar las partes, debemos salvar al todo y que debemos hacerlo juntos.
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Esto ha implicado que el líder experimente su rol de una manera diferente, desde una perspectiva más humana, vulnerable, solidaria, integral. Consideramos relevante que el líder de empresa en Latinoamérica se replantee su rol y para ello ofrecemos cinco perspectivas.
De cara a los colaboradores:
- Un nuevo concepto de comunicación y escucha: esta crisis ha bajado el telón de aquellos líderes lejanos y poco comunicativos. La comunicación ha necesitado ser constante, transparente e incluyente. Permite ver a un líder real, cercano, empático que tiene que cuidar a su equipo, que está al frente del barco frente a la tormenta, atento de todos y cada uno de los colaboradores; pero que es persona, que es vulnerable y que se tiene que cuidar también.
- Empatía y diversidad integral: entender todas las audiencias que están representadas en sus colaboradores. Hablarle, atender e involucrar a todos ellos. Diversidad más profunda en cada grupo; por ejemplo, no basta con definir tareas de home office, es necesario saber las condiciones de cada individuo (hombre, mujer, edad, condición familiar, condición de la vivienda, entre otros), para saber realmente que tan factible y mutuamente conveniente será su trabajo en este formato.
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De cara a los accionistas
- Evolución permanente: Ya no es el plan estratégico de largo plazo; es la evolución permanente que asegura una lectura clara del presente, del mediano plazo y de los retos y oportunidades que se presentan o se pueden presentar. No solo las crisis, sino la tecnología avanza, literalmente, día a día. El líder debe preparar la empresa para transformarse continuamente, para ser resiliente, sortear las crisis y aprovechar las oportunidades.
- Habilidad de transformación: Para preparar la empresa para esa evolución permanente, ya no basta con saber hacia dónde; se debe saber también cómo conducir la empresa como un todo hacia ese nuevo destino: debe saber transformar la empresa. No basta con saber “el qué”, es indispensable saber “el cómo”, que asegure que la Transformación de la empresa es oportuna, efectiva e integral.
De cara al sistema empresarial – gubernamental:
- Liderazgo Solidario: Se acabaron los tiempos donde para salvar mi empresa, tengo que tomar decisiones independientes y egoístas. Esta crisis nos ha mostrado que realmente vivimos en un ecosistema interdependiente. El líder debe saber buscar las oportunidades de colaboración con competidores, con eslabones de su cadena de valor, con emprendedores y con sus colaboradores. Cito a Fernando Savater: “Lo que separa a la sociedad de la muchedumbre es la solidaridad”.
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De cara al ecosistema social:
- Generosidad. Muy cerca del liderazgo solidario, debe venir un enfoque auténtico de generosidad. Un concepto más amplio, sin duda, de la caridad y de la deducción de impuestos a través de donativos. Es abrazar causas de manera genuina, auténticas con el propósito y los principios de la empresa.
- Faro de comunicación. Esta crisis reforzó el hecho de que la sociedad confía, en ciertos países, más en las marcas y las empresas, que en las fuentes oficiales de comunicación. Es una responsabilidad que el líder empresarial no puede abdicar. Es mucho el impacto que la empresa tiene en el ecosistema social, es su responsabilidad hacer escuchar su voz en pro del desarrollo adecuado del mismo.
De cara a sí mismo:
- Congruente y consistente en sus principios y valores. Nada más fuerte que estos bastiones para mantenerse firme ante los embates de la crisis o la presión del devenir de la empresa. Nada pagará más en el largo plazo que esta congruencia.
- Estar bien para ayudar a otros. Al final, pero no menos importante: el bienestar de uno mismo. La demanda para el líder de empresa es inmensa. La presión y la responsabilidad es 360º, el rol es 24/7, y, ante todo, “debe” estar siempre en óptimas condiciones. Por ello, es importante que el líder tenga una disciplina balanceada que construya cuerpo, mente y alma para continuamente poder no solo resistir, sino en lograr la mejor versión de sí mismo… porque esa es su responsabilidad.
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LinkedIn: Miguel Galván
*El autor es CEO de Business Transformation Consortium, un consorcio por membresía que se dedica a acompañar a los CEOs y CTOs en la transformación de las empresas.