Los consejos gerenciales de Robert Kiyosaki para emprender y armar equipos en su libro 'Más importante que el dinero: ...El equipo de un emprendedor'.

En 1907 Harry N. Alien, emprendedor y fundador de la Taxicab Company de Nueva York, importó 600 taxis de gas de Francia.

Él fue quien acuñó la palabra taxicab con la que millones de personas se convirtieron en empresarios llamados taxistas. Hoy Uber remplaza a la palabra taxi. Muchos emprendedores independientes se convierten en conductores de Uber.

La pregunta es, ¿cuánto tiempo pasará antes de que los conductores de taxis y los conductores de Uber se vuelvan obsoletos?

¿Cuánto antes de que las innovaciones como el auto sin chofer de Google, un carro que no requiere un conductor humano, remplace tanto a conductores Uber como a taxistas?

Éstos son algunos ejemplos de por qué más y más personas se convierten en emprendedores. La tecnología y la competencia extranjera están haciendo obsoleta a la gente. La idea de un empleo bien pagado y un cheque de por vida es un concepto muy viejo… y obsoleto.

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Hoy, millones de personas empiezan a darse cuenta de que ser un emprendedor puede ser más seguro que ser un empleado. Andy Grove, uno de los fundadores y ceo de Intel Corporation, es conocido por su frase guía “sólo los paranoicos sobreviven”.

Este libro está escrito para aquellos que están paranoicos, aquellos que se dedican a volverse más inteligentes y aquellos que quieren ser más ricos siendo emprendedores.

Durante la era industrial los emprendedores eran conocidos por crear empleos y negocios. En la era de la información los emprendedores son conocidos por destruir trabajos y negocios.

Un ejemplo es la industria de los libros. Cuando Padre Rico, Padre Pobre se publicó por primera vez en 1997, el negocio de las librerías físicas estaba en auge. Después llegó Amazon y muchas librerías de la era industrial, como Borders, desaparecieron.

Hace unos días me encontraba en el supermercado cuando una de las personas en la tienda me detuvo y me preguntó: “¿Me recuerda?” Cuando fue obvio que no lo recordaba, dijo: “Yo era el gerente de Borders cerca de su casa. Solía programar todas sus pláticas y firmas de libros”.

La conversación me rompió el corazón. Hice todo lo posible para mantenerme alegre y darle las gracias por todo lo que hizo por mis libros, mi negocio y por mí. Mientras hablábamos de los viejos tiempos, el mantra de Andy Grove —“sólo los paranoicos sobreviven”— resonaba en mi cabeza.

De nuevo, los emprendedores no crean trabajos. Hoy los emprendedores destruyen trabajos y negocios a gran velocidad.

El problema es que nuestras escuelas aún entrenan a estudiantes para ser empleados en busca de seguridad laboral en lugar de emprendedores en busca de seguridad financiera.

La buena noticia es que las escuelas ya ofrecen cursos en emprendimiento. Aunque aplaudo sus esfuerzos, me temo que las escuelas aún tienen empleados que tratan de enseñar a los estudiantes a ser emprendedores.

Eso sería como aprender a surfear o jugar golf leyendo un libro. Si nunca has sido revolcado por una ola gigante, ¿cómo puedes saber lo que se siente cuando, como emprendedor, tu negocio es revolcado por la competencia?

En términos simples, los empleados ven el mundo con la mentalidad de empleados. Los emprendedores ven el mundo con un par de ojos distintos. Este libro habla sobre ver el mundo con los ojos de verdaderos empresarios.

Una de mis frases favoritas de Steve Jobs fue presentada al inicio de este libro. Es una idea poderosa que merece ser repetida:

No puedes conectar los puntos viendo hacia adelante; sólo puedes conectarlos viendo hacia atrás. Por eso tienes que confiar en que los puntos se conectarán de alguna manera en tu futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, destino, vida, karma, lo que sea. Este enfoque nunca me ha decepcionado y ha hecho toda la diferencia en mi vida“.

steve jobs

La mayoría no logra convertirse en emprendedor porque fue a la escuela y aprendió a manejar por la vida observando el retrovisor. Los emprendedores pueden ver el futuro.

Emprendedores reales

Kim, mi esposa y compañera de negocios, realmente es una emprendedora en bienes raíces. Ella y nuestros asesores han contribuido a este libro, porque el equipo que hemos creado en The Rich Dad Company y nuestras inversiones personales han sido la base de nuestro éxito.

Nuestros asesores son emprendedores reales que están en las trincheras. Son experimentados, exitosos y apasionados al enseñar lo que han aprendido. Kim y yo les agradecemos por su contribución a este libro. Los emprendedores en este libro comparten sus éxitos y, quizá más importante, sus errores, y cómo esos errores se convirtieron en lecciones invaluables.

Si bien una educación universitaria puede ser importante, no hay mejor maestro que la experiencia empresarial en el mundo real. Uno de los problemas con la educación tradicional es que nuestras escuelas aún creen que cometer errores es malo.

Los maestros tradicionales castigan a sus estudiantes por cometer errores, lo cual significa que la persona que comete la menor cantidad de errores es etiquetada como el estudiante más inteligente. En el mundo real del emprendimiento, el empresario que comete más errores y aprende de sus errores gana. Por ejemplo, Thomas Edison fracasó más de 1.000 veces antes de inventar la bombilla eléctrica. Henry Ford se declaró en bancarrota cinco veces antes de que Ford Motor Company tuviera éxito.

Steve Jobs fue despedido de su propia empresa, Apple, antes de regresar y rescatarla de la bancarrota. Hoy Apple es una de las compañías más ricas del mundo. Bill Gates fue acusado por el gobierno estadounidense por prácticas monopólicas y ganó. Mark Zuckerberg fue demandado por los gemelos Winklevoss, quienes afirmaban haber creado Facebook. Menciono las pruebas y tribulaciones de estos grandes emprendedores porque por eso pasan los emprendedores reales.

Pueden ser lecciones que determinen el futuro de un negocio, si buscamos la lección en cada error o fracaso. En este libro aprenderás qué es importante, qué es valioso y qué necesitas aprender para ser un emprendedor exitoso. Y lo más importante, aprenderás que tener una “gran idea” sólo es el comienzo.

Código de honor del equipo

Blair Singer

Lo vemos cada domingo por la tarde. Leemos sobre ello en historias increíbles de logros y valor. Nos ponemos la playera de nuestros favoritos. Es la dinámica mágica de un grupo de individuos comprometidos que se reúnen para producir algo extraordinario e incluso impredecible un día cualquiera. Lo llamamos juego de equipo de campeonato.

Para muchos es algo que sólo escuchan, pero nunca experimentan. Sin embargo, para cualquier emprendedor exitoso la habilidad de reclutar y construir un equipo de campeonato es —después de las ventas— la habilidad más importante a dominar para que su idea o sueño tenga vida y éxito.

¿Por qué es crítico? Por el mero hecho de que sólo tienes una cantidad limitada de tiempo, energía y recursos para hacer las cosas por tu cuenta. Necesitas un equipo capaz de cumplir una promesa a un público ansioso. Pero más que eso, hay una sinergia mágica que sucede en los grandes equipos cuando se da más de lo prometido y se crean resultados que exceden las expectativas una y otra vez. El doctor Buckminster Fuller definió la sinergia como sistemas enteros que son “impredecibles” por la suma de sus partes.

Construir un gran equipo de negocios no es algo que sucede por suerte. No sólo se limita a la mezcla “perfecta” de talento y química personal. Herb Brooks, el legendario entrenador del equipo olímpico de hockey de 1980, dijo a sus jóvenes jugadores que no tenían suficiente talento para ganar sólo con talento. Pese a ello vencieron a los mejores del mundo en Lake Placid ese año.

Es algo que se puede crear con un liderazgo inspirado y algunos pasos muy definitivos.

Durante los últimos 25 años he construido mis propios equipos de negocio en las industrias de camiones, educación, franquicias y licencias. También he pertenecido a varios grandes equipos.

He entrenado a miles de organizaciones para que construyan sus equipos. Desde compañías tan grandes como Singapore Airlines, L’Oreal, HSBC e IBM a pequeños negocios de cinco a 10 personas.

En todos los casos, los principios de los equipos exitosos siguen siendo los mismos.

El primer paso es asegurarte de tener clara tu definición de “equipo”. Para algunos, la familia es un equipo; para otros, es un grupo que asume un objetivo en común; para otros implica un nivel de transparencia y honestidad que muchos ni siquiera experimentan en sus relaciones primarias. No hay una definición correcta o incorrecta. Sin embargo, es importante que todos los miembros estén en la misma página.

Para simplificar esto, reduzcámoslo a algunos pasos clave:

Reclutamiento

El reclutamiento es la promesa que atrae a los jugadores al equipo. Para hacer eso hay un primer paso importante: ser claro con la misión. ¿Qué es lo que tratas de lograr… y por qué?

Probablemente el porqué es lo más importante. Hace años Robert me presentó a uno de sus amigos, un general retirado del Cuerpo de Marines.

Era fascinante hablar con él, especialmente porque había estado a cargo del reclutamiento de marines.

Hizo hincapié en una de las cosas más importante sobre la construcción de equipos. Dijo que la escala salarial del Cuerpo de Marines era muy baja. Claramente los reclutas no llegaban por dinero. Dijo que la gente se enlista por quienes esperan llegar a ser en el proceso de convertirse en marines. Dijo que los jóvenes reclutas quieren ser parte de algo más grande que ellos mismos.

Ahora piensa en eso por un momento. No hay promesas de dinero, sólo el deseo de crecer y ser parte de algo significativo.

Como dueño de negocio, ¿puedo hacer la misma oferta? Por eso digo que tu habilidad número uno es la habilidad de vender.

Sin eso te será difícil inspirar a personas para que trabajen contigo o para ti por las razones correctas. Piensa en una franquicia. Los franquiciados de hecho pagan por ser parte de un equipo.

Cuando era estudiante de la Universidad Estatal de Ohio tuve el privilegio de ser alumno administrador del equipo de futbol americano —los Ohio State Buckeyes— bajo el liderazgo del legendario entrenador Woody Hayes. Fue ahí donde aprendí la importancia de la disciplina, el trabajo duro, trabajar desinteresadamente por el equipo y jugar por algo más grande que un trofeo. La mayoría de los jugadores en el equipo sabían que no llegarían a jugar a nivel profesional, pero querían ser “parte de algo”.

En mi primero negocio de camiones no éramos los empleadores que mejor pagaban, pero tuvimos baja rotación de personal y un gran equipo que sacaba al negocio de desastres inminentes una y otra vez. Nos ayudaron a convertirnos, en ese entonces, en una de las operaciones camioneras para transporte de carga aérea de mayor crecimiento.

Cuando era capitán del equipo de campo traviesa de una preparatoria que competía por un campeonato estatal, nuestro mantra era “permanezcamos juntos e impulsémonos entre nosotros”. Si conoces algo sobre el campo traviesa, sabes que una o dos superestrellas no te harán ganar. Nos enorgullecíamos de correr juntos cerca de la delantera. Así es como ganamos. Cada día nos preguntábamos: “¿Qué clase de equipo tendríamos que ser para correr en campeonatos estatales?”

Aprendí hace mucho tiempo tras ver al coach Hayes que todos los grandes equipos tienen una cosa en común. De hecho, esto es cierto en cualquier negocio, religión, civilización o familia.

Los que duran y tienen éxito tienen reglas. Una serie de reglas simples y entendibles que llamamos un código de honor.

Son una serie de reglas que toman los valores centrales de cualquier grupo, como el trabajo duro, la honestidad, la rendición de cuentas, el trabajo en equipo… y los protegen con estas reglas.

Piensa en los Diez Mandamientos. Ése es un código de honor clásico. Fue diseñado para tomar a un grupo de israelíes vagabundos y mantenerlos unidos y fuertes como cultura.

En un negocio o matrimonio, cuando las reglas son ignoradas o no se aplican, el caos y el desorden no tardan en aparecen.

El coach Hayes explotaba de coraje si un jugador rompía el toque de queda, llegaba tarde a prácticas, decía groserías en el campo de práctica, faltaba el respeto a un entrenador o reprobaba una clase.

El código los mantenía unidos. Cada jugador quería ser su mejor versión y el coach Hayes prometía que si seguías sus reglas te convertirías en tu mejor versión.

Lo primero que hacemos cuando iniciamos o entrenamos a una compañía es establecer un código de honor. ¿Por qué? Porque ante la falta de reglas, la gente inventa las propias.

Cuando el calor sube, las personas regresan a sus patrones de comportamiento instintivos… y eso rara vez es bueno para el equipo. No es porque sean malas personas, sino porque todos tienen sus propias experiencias, antecedentes y condicionamiento.

En la escuela nos enseñaron a hacer las cosas por nuestra cuenta. Esto no es bueno para el trabajo en equipo. La cooperación en la escuela se considera trampa, pero la colaboración empresarial suele ser la clave del éxito. Se me enseñó a ser un individuo fuerte y alguien que no tenía que pedir ayuda o apoyo. Eso no funcionará si intentas que todo un grupo trabaje junto. Es por eso que debes tener reglas.

En el equipo de asesores de Padre Rico, tenemos un código de honor al que nos suscribimos todos. En nuestros negocios individuales tenemos reglas diferentes porque tenemos equipos diferentes. Mi esposa y yo tenemos un código. Tenemos un código para nuestros hijos y familia. Tengo un código conmigo mismo.

¿Por qué?

En 2012 mi hijo de 12 años y yo fuimos a Tanzania para escalar el monte Kilimanjaro. La primera noche en la montaña mi hijo se enfermó mucho. Al día siguiente, aunque trató de moverse, empeoró. Ya no podía retener alimentos en su sistema. Estaba claro que tenía que descender y encontrar un doctor. Me enfrenté a una decisión. Bajar o dejar que uno de los porteadores lo bajara. ¡Me moría por escalar esa montaña! El oxígeno era bajo, mi emoción era alta y mi inteligencia es baja. Ésa es una mala combinación, pero no es diferente a muchas situaciones que enfrentamos en los negocios y en las relaciones.

Sin embargo, en medio de esa decisión, un pensamiento se cruzó por mi mente. Fue: “¡Escribí un libro sobre esto!” Se llama Código de honor del equipo. La primera regla que él y yo creamos antes de emprender el viaje fue: “Empezamos juntos, terminamos juntos”.

Nuestro código era claro: nunca abandones a un compañero que necesite ayuda. Decisión tomada; bajé con él.

Sin esas reglas, podría haber tomado una decisión catastróficamente mala a 10 000 pies de altura. ¡Actúo conforme a un código para protegerme de mí mismo! Tras un descenso de ocho horas, estuve a su lado en una dudosa clínica de tercer mundo hasta que se recuperó. Cimentó nuestra relación padre-hijo para siempre.

Tan fue así que decidimos regresar al año siguiente y el 3 de julio de 2013, a las 11:27 de una mañana gloriosa, él y yo llegamos a la cima del Kili juntos. Le entregué un llavero con un colgante que había cargado conmigo todo ese tiempo, el cual decía:

Empezamos juntos, terminamos juntos. Cuenta conmigo siempre“.

Aprendí que hay algo más grande y más poderoso que una montaña. Se llama amor. Por fortuna creamos una regla para protegerlo. Lo creas o no, otras familias en otras expediciones no tomaron esas decisiones y las llevó a separarse

Desempeño

Una de las reglas de los equipos es ésta: mientras más rendimiento haya, más estrictas son las tolerancias… y las reglas. Los equipos de campeonato son de disciplina fuerte. Dejan poco margen para evadir responsabilidades. Una vez que se establecen las reglas, todos en el equipo las cumplen y todos tienen la obligación de hacerlas cumplir.

 No siempre es fácil. Puede ser incómodo. Por eso tenemos que trabajar en dominar la vocecita, esa pequeña voz en nuestra cabeza que constantemente cuestiona y opina sobre qué podemos y no podemos hacer. He visto muchos equipos que querían resultados de alto nivel pero operaban con tolerancias relajadas. Se preguntaban por qué no cumplían con sus expectativas.

Es como tratar de modificar un Lamborghini de la misma manera en que modificarías una Vespa. Puedo contarte incontables historias de negocios y equipo donde el verdadero acto de valor no era asumir la tarea en turno, sino ser vulnerable y abierto hacia los demás miembros del equipo. Ser capaz de decir la verdad con compasión y recibir retroalimentación para mejorar al equipo es clave para el éxito de un equipo.

Este fragmento que publica Forbes cuenta con la autorización de cortesía de Penguin Random House Grupo Editorial (Aguilar) en Colombia.