Como nunca antes, la situación actual genera el mejor momento para que los líderes desplieguen su poder de toma de decisiones orientadas al bienestar de las personas.

La inversión orientada a la generación de valor de manera consciente y responsable con su entorno, conocida como inversión sostenible, es una disciplina que lleva ya varias décadas permeando el mundo financiero a nivel global.

A pesar de su crecimiento acelerado durante los últimos diez años (30,7 trillones de dólares en activos bajo gestión), esta disciplina apenas se encontraba en una fase de consolidación generalizada en el mundo de gestión de activos profesional, hasta ahora.

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El impacto económico y social del Covid-19 en sus primeros meses, ha agotado ya cualquier superlativo. Nos ha afectado a todos profundamente tanto en lo personal como en lo socioeconómico, y todavía nos espera un largo y arduo camino hacia la estabilidad.

Fundamentalmente estamos afrontando una crisis que va mas allá de un problema de salud pública, estamos enfrentando una crisis de bienestar social en todas sus dimensiones. Cada día que pasa, se hace más evidente que las decisiones y el actuar de gobiernos, empresas e individuos transformarán nuestro presente y futuro.

El papel protagónico de cada uno

En medio de este panorama complejo, un espíritu de humildad, empatía y resiliencia nos ha recordado también la increíble capacidad del ser humano por la reinvención, por demostrar lo mejor de sí en momentos coyunturales como el que vivimos hoy.  

Temas anteriormente abordados por corrientes políticas progresistas y, en el sector financiero, por aquellos evangelistas de la inversión responsable y sostenible, se hacen más relevantes con el pasar de los días.

En ese sentido está, por ejemplo, la importancia de la inversión social para el desarrollo de los más vulnerables; la inversión en sectores económicos cruciales para el funcionamiento de nuestras urbes y sociedades como la salud, educación, innovación, infraestructura de servicios y el agro; la priorización del bienestar del capital humano como motor de creación de valor en las empresas; la rentabilidad en balance con la sociedad y el medio ambiente; la visión del largo plazo y tesis de inversión fundamentadas en el apoyo a empresas que trabajan en la solución a grandes retos actuales y futuros de nuestras sociedad.

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Nunca fue tan importante para el sector privado poder mostrarse humano, relevante y proactivo en su habilidad de escucha y creación de soluciones reales en tan poco tiempo y sin preparación previa. Nunca hubo un mejor momento para que sus líderes desplieguen su poder de transformación en la toma de decisiones orientada al bienestar de las personas, a la innovación que va más allá de las empresas y a la responsabilidad de ayudar a crear país.

Inversión sostenible

La inversión sostenible nos presenta una hoja de ruta para la transformación de nuestras economías con una visión prioritaria hacia la sociedad. Provee de herramientas a nuestros sistemas financieros actuales para acelerar la colocación de capital a aquellas empresas que trabajan en los problemas y crisis del futuro.

A pesar de que el tema en América Latina es relativamente nuevo, con tan solo 45 signatarios de los Principios de Inversión Responsable (PRI), 7 entidades y solo una AFP en Colombia (Protección), es un condición que tiene cada vez más acogida y celeridad, tanto en los mercados desarrollados como en Latinoamérica: Natixis Investement Management sostiene tener la demanda más grade de productos de inversión sostenibles del mundo.

Cifras al cierre de 2019 estiman que la captación de fondos abiertos con enfoque en estrategias de inversión sostenible, disponibles para inversionistas en Estados Unidos, recibió un total de $20.6bn, cuatro veces la captación del récord anterior del 2018.

Cabría esperar que en un año como el actual, este tipo de disciplinas menos tradicionales tuviesen un impacto en las captaciones y su rentabilidad…nada más alejado de la realidad.

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Datos recientes de Morningstar sugieren que los fondos de inversión sostenible, tanto en mercados desarrollados como emergentes, han tenido un desempeño superior al de sus contrapartes durante el primer cuarto de este año y toda la crisis del Covid-19, periodo en el cual hemos visto una de las peores caídas del mercado accionario global en nuestra historia reciente.

En contraste, los rendimientos del 65 % de los fondos sostenibles han estado en la media superior de su categoría, cerca del 43 % han estado en el cuartil superior de su grupo y solo el 10 % en el cuartil más bajo. Adicionalmente, mientras que veíamos caer precipitadamente los mercados en marzo, en la medida que los países comenzaban a instaurar medidas de confinamiento, el 62 % de los fondos accionarios de grandes compañías con enfoque ASG o ESG por sus siglas en inglés (Ambiental, Social y Gobierno) tuvieron un desempeño superior al de los índices de referencia globales.

Si bien un análisis de este desempeño es fácilmente atribuido a su menor exposición a las industrias de alto-carbono (Ej: el sector energético tradicional y la industria de transporte aéreo – ambas altamente afectadas por la crisis), al profundizar el análisis, este desempeño superior puede ser atribuido a varios elementos intrínsecos a la naturaleza de las compañías en las que invierten:

  • Nuestros mercados financieros están interconectados con nuestras realidades sociales y ambientales. Solo aquellas compañías capaces de gestionar de manera ágil y efectiva situaciones de choque como la crisis actual, así como incertidumbres económicas, y además gestionar asertivamente todas sus partes interesadas, serán capaces de competir en los escenarios futuros.
  • Este tipo de empresas tienden a tener mejores practicas de gestión y divulgación de riesgos, planes de continuidad, eficiencias operacionales, políticas de bienestar para sus empleados en tiempos de crisis y niveles de lealtad de clientes. Temas que no solo han dejado en ventaja competitiva a este tipo de empresas durante la actual crisis, pero que es claro que serán temas prioritarios en los años venideros.

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  • Empresas con alto desempeño en sus aspectos de gobierno, gestión de su capital humano y partes de interés, tienden a ser empresas con mejor liderazgo y capacidades gerenciales, con una visión holística de futuro y, por ende, empresas con mayor estabilidad y menos propensas a la destrucción de valor accionario.
  • Esta disminución del riesgo idiosincrático en la gerencia del negocio, se traduce en una reducción del costo de capital –impactando positivamente sus reservas y valoraciones– proveyendo de mejor rentabilidad a sus inversionistas.

    De igual manera, esta disciplina les otorga la capacidad de tener mejores fundamentos para navegar en épocas de alta volatilidad, así como factores de éxito propios de sus títulos que generan rentabilidad superior (Ej. menor volatilidad, mejores dividendos, perfil de calidad e inercia de demanda en los mercados).
  • Esta visión de rentabilidad igual o mayor, a menores niveles de riesgo ha sido una conclusión de un reciente estudio de Morgan Stanley, que analizó los niveles de riesgo histórico y la media anual de rentabilidad del universo total de fondos tradicionales vs. los sostenibles por clase de activo entre el 2004-2018.
  • Al mismo tiempo, al estar abordando problemas estructurales de gran escala, la inversión sostenible es capaz de proveer atractivos retornos ajustados al riesgo de manera más estable, alejándose de la turbulencia asociado con el arbitraje del corto plazo y posicionándose como una filosofía para la creación de valor económico y social del largo plazo.

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En definitiva, ante la coyuntura actual la solución llegará, la sociedad y la economía volverán a tomar impulso. La concientización de nuestro actuar se suma al cambio urgente requerido en los modelos económicos y políticos, dado que fueron precisamente los comportamientos del pasado los que en esta ocasión han pasado factura.

Esta nueva conciencia nos llama a pensar en la creación de un nuevo mundo, uno capaz de afrontar otros retos de gran importancia como el cambio climático, sobrepoblación mundial, y una creciente desigualdad socioeconómica, los cuales tendrán grandes repercusiones en las siguientes décadas.

La construcción de un nuevo mundo con la transformación de la economía está en la inversión sostenible, en la implementación desde el sistema financiero, en hacer posible la rentabilidad a la vez que se contribuye a la construcción del legado que quieren dejar a las siguientes generaciones a través de sus decisiones de ahorro, inversión y pensión.

Contacto
LinkedIn: Mauricio Rodríguez
Twitter: 
@mauro_rodriguez  
*El autor es líder del negocio de Ahorro e Inversión de pensiones voluntarias en Protección S.A. Es especialista en inversión sostenible y activo altenativos. Ha trabajado en mercados de capital privado, wealth management, banca privada y banca de inversión en el City de Londres para empresas como Barclays y JPMorgan. Es consejero de varias juntas en organizaciones como el Global Steering Group for Impact Investment, la iniciativa de inversión humanitaria del World Economic Forum y el Latam Displaced Outcomes Fund.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.