El coronavirus reveló algunas grietas de la educación universitaria y quedaron al desnudo las debilidades estructurales de un modelo tradicional.

Hace más de 10 meses realicé el pago del último recibo de la maestría, la última clase fue hace 9 meses y ya han pasado 2 meses desde que cumplí con todos los requisitos académicos requeridos y aún no tengo noticias de mi grado.

Más allá de una situación particular, o una queja personal, sinceramente conozco pocos servicios tan ineficientes, egocéntricos y estructuras administrativas tan parsimoniosas como en las Universidades, sin embargo, se mantienen ahí casi indelebles ante los cambios del mundo, o por lo menos eso pensaba antes de la pandemia.

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Con la llegada del Covid-19 se revelaron las grietas estructurales de la educación universitaria. Se cayó el telón que sostenía su función y quedaron al desnudo las debilidades de un modelo que pide a gritos un cambio profundo. Freddy Vega, CEO de Platzi, en un video que publicó el pasado 3 de abril se hace una pregunta que seguro ha hecho eco en muchas personas:

“La mega revolución de la educación es que las personas de repente se harán esta pregunta ¿Pago una matrícula carísima para obtener educación equivalente a la educación que podré obtener online en plataformas más baratas? ¿Realmente el título vale toda la plata que están pagando?

Hace más de 8 años estoy vinculado con la academia como profesor tipo cátedra en área de negocios y emprendimiento. Ocasionalmente recaímos en la pregunta que propone Freddy y la respuesta inmediata de los estudiantes era un silencio crítico. Con la llegada de la pandemia, y la obligación a impartir las clases de manera remota salió a flote la pregunta ¿Cuál es el valor de la educación universitaria en estos tiempos?

¿Qué opinan los estudiantes?

Para construir esta columna me tomé la tarea de hacer un ejercicio colaborativo con 14 estudiantes de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario. Muchas de sus opiniones son transcripciones fieles al texto que ellos escribieron y enriquecen a través de su visión esa discusión.

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La mercantilización de la educación ha puesto al estudiante como un producto estándar en una máquina de producción de desempleados, y así lo percibe Maria Paula:

“El valor de la educación universitaria actualmente se ha deteriorado en una forma grave, ya que, además, a las universidades solo les importa cobrar un recibo de pago y a su vez, velar solo por las notas y el desempeño de sus estudiantes, para ver si son los mejores en un simple ranking o peor aún, el hecho de creer que estar sentados viendo una pantalla tres horas significa aprendizaje y que, por eso, nos convertiremos en buenos e íntegros profesionales a futuro. Lo que quiero decir con lo anterior es que las universidades no ven a sus estudiantes como personas sino como un cliente”.

Tal vez el valor de la educación está en las Universidades que se atreven a crear escenarios futuros, desarrollar esas capacidades en sus estudiantes y alistarlos para los desafíos personales y profesionales de esos escenarios.

María de Lourdes escribió que “los cambios de contexto para las escuelas de educación superior necesitan realizar variaciones en sus prácticas para dar respuesta a los nuevos retos. Para esto, se exige una actitud de servicio social entre las instituciones, directivas, docentes y estudiantes”, y justamente ese valor social que tienen las Universidades es el centro de una tentativa respuesta común a la pregunta. María Paula lo sintetiza muy bien diciendo “La educación es un factor que no solo impacta la vida de un individuo, sino por el contrario, a una sociedad en su conjunto”.

Finalmente quiero rescatar la visión de Alejandra donde ubica el valor de la educación como una responsabilidad no sólo de la institución sino como un proceso de aprendizaje autónomo y continuo a lo largo de la vida.

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“…su valor se ha transformado, pues ya no se concibe como un fin, si no como un medio para impactar de forma positiva a la sociedad. Por último, el valor de la educación es subjetiva y se encuentra arraigada a cada estudiante, pero para mí, la enseñanza es un proceso constante e interminable el cual reside en la autonomía y la tenacidad”.

¿Será que lo que más les molestó a los estudiantes es que la responsabilidad de su proceso de aprendizaje recayó sobre ellos, y así como la pandemia reveló las debilidades de las universidades, también puso al desnudo los graves problemas de aprendizaje que tienen ellos?

El 43% de los estudiantes considera aplazar semestre si se realiza de manera remota

Con el fin de tener una visión más amplia de este fenómeno, realicé una encuesta dirigida a estudiantes de pregrado a nivel nacional y, gracias al apoyo de muchas personas, logré obtener la respuesta de 430 estudiantes de 78 universidades en 8 ciudades del país y quiero compartirles las siguientes conclusiones:

  • 48 % de lo estudiantes encuestados considera que en el semestre que acaba de terminar ellos no aprendieron
  • El 86,5 % de ellos considera que la digitalización este semestre afectó de manera negativa su proceso de aprendizaje
  • Así mismo, el 87 %, que representa la voz de 374 estudiantes consideran que la digitalización afectó negativamente la calidad de su proceso de aprendizaje
  • El 48,4 % consideran que los profesores no se adecuaron de buena manera al nuevo entorno digital.
  • Y quizá la conclusión más demoledora, el 43,3 % consideran que si el próximo semestre se imparte remotamente aplazarán sus estudios universitarios

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Conclusiones

La educación en general está viviendo uno de los cambios más fuertes de los últimos años, y dependerá de todos: directivos, profesores y estudiantes hacer una revaluación profunda y a consciencia sobre para significar valor en la sociedad.

En este sentido, los invito a que la angustia de las matrículas no los deje miopes en la visión de construir entornos académicos a la altura del contexto y no utilicen la excusa de la virtualidad para sostenerse en esa lógica post revolución industrial de producir estudiantes como si fueran Big Mac como bien lo trinó mi amigo y profesor Sebastián Chávez:

“La virtualización de la educación es la oportunidad que muchas universidades estaban esperando para hacer algo que en la educación no se debería hacer. Crear economías de escala”.

Finalmente, si usted es profesor repita conmigo la siguiente frase: las herramientas tradicionales pedagógicas no funcionan en los entornos digitales. Las herramientas tradicionales pedagógicas no funcionan en los entornos digitales. Las herramientas tradicionales pedagógicas no funcionan en los entornos …

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LinkedIn: Gustavo Orjuela
*El autor es Head Of Partnerships and Scouting at Wayra Colombia.

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