El Covid-19 puso a todos los trabajadores en riesgo de perder su empleo, aunque unos son más vulnerables que otros dependiendo el sector al que pertenecen.

En Colombia se destruyeron 5.4 millones de empleos en abril. Foto: Andrés Rodríguez

Junio arranca con varios sectores de la economía en proceso de reactivación bajo protocolos, lo que de acuerdo con el Gobierno hacia mediados de mayo ya permitía que al menos 15 millones de personas estuvieran habilitadas para salir a las calles en medio del aislamiento que el país enfrenta desde el 25 de marzo. Esto, teniendo en cuenta a los municipios que no tienen Covid-19 y que a inicios del mes pasado podían reactivarse. En más de 800 territorios de estos, el Ejecutivo calcula que aportan cerca del 30 % del PIB y hay cerca de 5.5 millones de trabajadores.

Las medidas, entre otras cosas, buscan mantener el empleo, uno de los que más está sintiendo los coletazos de la pandemia. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en abril se destruyeron 5.4 millones de puestos de trabajo, lo que equivale a una caída de 24,5 % frente a las vacantes que había en el país en el mismo mes de 2019. Sin embargo, la población desocupada se elevó en 1.5 millones de personas y la tasa de desempleo alcanzó su punto más alto para el cuarto mes del año desde que se hace la Gran Encuesta Integrada de Hogares (Geih) del mercado laboral en 2001: 19,8 %.

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Además, la población inactiva (que no trabaja ni está buscando empleo), un fenómeno que viene en aumento más que la desocupada desde marzo, fecha en la que se confirmó el primer caso de Covid-19 en el país, incrementó en 4.3 millones de personas en abril de 2020 respecto al mismo mes de 2019, pasando de 14.8 millones de personas en esta condición en el cuarto mes del año pasado a 19.1 millones en el mismo periodo de este año. En este, las mujeres han sido las más afectadas con un total de 2.3 millones en la inactividad, el 53 % del total.

Al revisar la tasa de desempleo por sexo, el Dane indica que mientras la de los hombres se incrementó en 8,9 puntos porcentuales (pps) y tocó niveles de 17,3 % en abril de este año, el de las mujeres lo hizo en 10,5 pps y se ubicó en 23,5 %. Durante el periodo en mención, los empleados particulares, trabajadores por cuenta propia y los que laboran en actividades domésticas fueron los que más vieron reducido el número de ocupados, es decir, donde más empleos se destruyeron. En su orden, fueron 2.6 millones, 1.7 millones y 376.000 personas, respectivamente.

Por ramas de actividad, el mayor impacto lo sintieron los trabajadores de las industrias manufactureras; comercio y reparación de vehículos, y actividades artísticas, entretenimiento, recreación y otras actividades de servicios. Estos últimos fueron los sectores que primero cerraron para evitar las aglomeraciones y reducir la velocidad del contagio. De 13 actividades que analiza el Dane, únicamente uno tuvo datos positivos con el incremento de su población ocupada: suministro de electricidad, gas, agua y gestión de desechos.

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Pero, ¿por qué es importante prestarle atención al aumento de los inactivos? Hay que tener en cuenta que la medición del mercado laboral en el país y en el mundo se está enfrentando a situaciones extraordinarias y que con el fin de que las cifras sean confiables, estas deben mantener los lineamientos metodológicos que han tenido desde tiempo atrás.

Para explicar lo anterior, en otras palabras, muchos de los nuevos desocupados no se pueden reportar como desempleados pues no están en la búsqueda activa de un nuevo trabajo y la razón es que no pueden salir de sus casas por los confinamientos o están esperando a que se les reactive el contrato cuando todo mejore, algo que puede no materializarse debido a la situación actual de las empresas.

Así, la menor ocupación incrementó la tasa de población inactiva que refleja a todos aquellos que se quedaron en casa. Para entender mejor esta situación, según Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, la tasa de desempleo está subestimada por el aumento de la inactividad, “si esas personas que salieron del mercado laboral, muchas de ellas obligadas por el aislamiento, hubieran continuando buscando empleo, la tasa de desempleo no hubiera sido de 19,8 %, sino del 32,9 %”.

En línea con esto, el equipo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana estima que la tasa de desempleo en los próximos meses se ubicará entre 21 % y 24 %, “aún si se detiene la destrucción de empleo, en la medida que parte de la población inactiva empezará a buscar trabajo y se reportará como desempleada”.

Felipe Campos, gerente de Investigaciones Económicas de Alianza Valores y Fiduciaria, advirtió que “el problema no es el pico de desempleo -que es preocupante porque podría llegar a 25 % o 30 %-, sino cuánto tiempo nos vamos a tardar para devolvernos”.

La razón es que, si bien algunos empleos se recuperarán tan pronto se terminen los confinamientos, la situación también llevará a que queden problemas estructurales como la destrucción de empresas que se tardarán más tiempo en ser reemplazadas, o lograr un crecimiento de la economía con un ritmo que permita recuperarlos.

De acuerdo con Mauricio Santamaría, presidente de Anif, “el desempleo y la informalidad siempre han sido altos en Colombia comparados con países similares o de mayores ingresos por los altísimos costos de generar empleo formal, relacionados con exagerados impuestos a la nómina, contratación inflexible y las restricciones que impone el salario mínimo. Entonces creo que esos son los aspectos que hay que abordar. Además, la pandemia ha hecho aún más evidentes esas restricciones”.

Los más vulnerables

Lo que sí puede evaluar el país desde ahora es quiénes son los trabajadores más vulnerables al choque y, por lo tanto, con mayor riesgo a perder su empleo y sus ingresos, lo que los llevaría de nuevo a la pobreza o profundizaría su situación.

Colombia ha pasado de tener en su fuerza laboral a cerca de 21.8 millones de trabajadores en abril de 2019 (desempleo de 10,3 %) a 16.5 millones en abril de este año, entre formales e informales. María Cristina Fernández, investigadora de Fedesarrollo, calculó que el país tiene 4.8 millones de empleados en los sectores no prioritarios (que no suplen servicios esenciales), ni pertenecen a los segmentos liberados en la primera ronda desde el 27 de abril y cuyas labores tampoco son adaptables a la circunstancia con mecanismos como el teletrabajo.

La mayoría de estos trabajadores, según Fernández, están en los comercios de bienes no comestibles y la prestación de servicios como los salones de belleza. Y dentro de estos, el mayor riesgo lo corren los 2.6 millones de independientes. Vale decir que desde el primero de junio, en la nueva etapa de aislamiento, se exceptúan las peluquerías, las cuales podrán trabajar cumpliendo los protocolos.
Investigaciones Económicas de Corficolombiana incluye en esta lista a los trabajadores de hoteles y restaurantes, entretenimiento, además de los informales.

Fernández agregó que, aunque son los más vulnerables, “va a ser más fácil para los independientes retomar una ocupación. En cambio, si a una persona la despiden es más difícil volver a encontrar trabajo. Hace sentido la medida del Gobierno de financiar un poco la nómina porque es más difícil recuperar el empleo asalariado”.

La medida opera, según lo explicado por el Ministerio de Hacienda, para las pequeñas, medianas y grandes empresas que demuestren haber perdido mínimo 20 % de su facturación con la crisis. Son cerca de 350.000 pesos, equivalentes a un subsidio del 40 % de un salario mínimo, lo que recibirán las firmas y personas naturales que empleen al menos tres personas, según últimos anuncios de la cartera. Los primeros desembolsos empezaron desde el sábado 30 de mayo.

Según sus propios cálculos, el Gobierno estaría impactando a más de seis millones de empleados formales con un costo de seis billones de pesos en los tres meses de aplicación. A estos, se pueden sumar los tres millones de informales que se espera reciban el Ingreso Solidario en dos fases con 320.000 pesos para cada una.

Sobre este subsidio, el equipo de Investigaciones Económicas dice que “se debe aumentar su tamaño y focalizarlo mejor, acelerando su implementación para evitar mayor destrucción de empleo en las empresas más vulnerables”.

Uno de los sectores más vulnerables es, precisamente, la aviación. De acuerdo con la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata por sus siglas en inglés), en Colombia esta industria representa 2,7 % del PIB, genera ingresos por 5.300 millones de dólares en el sector turismo y alrededor de 600.000 empleos.

Sobre este segundo sector, la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), realizó una encuesta del impacto de la pandemia sobre sus negocios, según la cual la disminución promedio en ventas es de 70 %.

Inactivos y economía del cuidado

De los 4.3 millones nuevos de inactivos, hay 2.3 millones de mujeres y 2 millones de hombres. Además, del total nacional, 2.2 millones viven en las 13 ciudades principales y sus áreas metropolitanas donde 1.1 millones son mujeres.

El Dane llamó la atención sobre el incremento de inactivos que ahora se dedican a las tareas del hogar ya que pasó de 6.1 millones en abril de 2019 a 8.7 millones el mismo mes de 2020 y de estos 2.6 millones de personas de más que se dedicaron a estas actividades, 1.7 millones son mujeres.

Según Fernández, investigadora de Fedesarrollo, es muy probable que de los 4.3 millones de inactivos sean en realidad desocupados, “o alternativamente, pueden ser madres de familia, que quedaron cesantes y no buscan empleo porque recibieron la responsabilidad de educar y entretener a sus hijos en la pandemia”.