Solo entre el 11 de marzo y el 15 de abril Colombia expidió 101 decretos por la emergencia. La regulación es fundamental en dos áreas: salud pública y recuperación económica.
La Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford ha seguido con mucho detalle que tan estrictas han sido las respuestas de los gobiernos alrededor del mundo frente al Covid-19. En esta medición, Colombia aparece como uno de los países más estrictos del mundo en cuanto a las restricciones que ha impuesto a ciudadanos y negocios.
Según el Consejo Privado de Competitividad, en 35 días (entre el 11 de marzo y el 15 de abril) el gobierno nacional expidió 101 decretos por la emergencia. Si a eso le sumamos las decisiones de los alcaldes de 1.102 municipios, es posible hablar de una verdadera “avalancha” regulatoria.
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En esta crisis,la regulación puede ser muy útil en dos áreas fundamentales: salud pública y recuperación económica. En salud pública puede ayudarnos a incentivar comportamientos que disminuyan el contagio y desincentivar aquellos que lo aumenten. También sirve para mejorar la provisión de bienes y servicios como vacunas, tapabocas y antibacteriales.
Por ejemplo, el liderazgo de la Universidad de Oxford en la investigación para la vacuna, no sólo se debe a su equipo humano y tecnología, sino a las rápidas aprobaciones del regulador británico. Y en relación con la recuperación económica, la regulación no sólo puede acelerarla, sino lograr que sea ambientalmente sostenible y menos desigual.
Para que todo esto pase hay tres factores fundamentales. Como señaló hace poco la OCDE, los reguladores deben reconocer que en situaciones de emergencia es aún más importante seguir buenas prácticas en el diseño de la regulación.
Segundo, los reguladores deben estar mucho más atentos a los factores de cumplimiento forzado y espontáneo. Y, tercero, deben aplicar perspectivas y estrategias regulatorias innovadoras, no sólo con apoyo en aplicaciones que permitan tener mejor información como la desarrollada en Medellín, sino también en términos de estrategias regulatorias. ¡ Sólo garrote no funciona ! no estamos en el siglo XIX.
Es fundamental aplicar herramientas como “nudging”, empujones para que las personas hagan lo correcto, como lavarse las manos, no tocarse la cara, permanecer en casa, o trabajar en distintos horarios, haciéndolo mucho más fácil, incluso divertido, obvio y normal. Y, para la recuperación económica, podríamos ser mucho más flexibles, permitiendo a las ciudades grandes tener sus propios “sandbox” regulatorios, areneras para experimentar, que sirvan para promover sectores que consideren estratégicos.
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Revisar porqué no ha funcionado la regulación de actividades prometedoras como el cannabis medicinal. O facilitar la fusión de instituciones de educación superior para preservar los avances de la última década. En fin, hay mucho que hacer desde la regulación.
Pero la regulación no sólo debería ayudar a que la recuperación sea más rápida, con cambios en campos usuales como el financiera y tributario, sino a que sea mucho más inclusiva, priorizando a las personas más pobres y vulnerables. Un apoyo pronto y bien diseñado no sólo es útil para la economía, también disminuye contagio, genera estabilidad política, e incluso puede evitar que grupos armados ilegales ganen espacios, como al parecer está sucediendo en México.
En esta misma línea, sería conveniente vincular apoyos del gobierno a acciones afirmativas, por ejemplo, en cuanto a equidad de género. Además, puede ser una recuperación verde, planteada integralmente teniendo en cuenta los retos del cambio climático. Por ejemplo, promoviendo las opciones de transporte con menor impacto sobre la calidad del aire.
“La regulación, bien diseñada, puede ayudarnos a que los cambios vayan en dirección correcta”.
El reto no es exclusivo del gobierno, las empresas pueden participar de una forma mucho más activa y técnica. Con esta avalancha regulatoria, entender lo que está pasando y tener la capacidad de interactuar es mucho más difícil. No sólo es necesario tener equipos con unas competencias muy desarrolladas de análisis y diseño regulatorio, sino que la alta gerencia tenga el tema dentro de sus prioridades.
También es importante que la transformación digital de las empresas incluya la gestión del riesgo regulatorio, no solo de cara a los temas específicos del negocio, sino a los efectos de toda la regulación que puede impactarlos.
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Muchas veces en las empresas el análisis se hace “artículo por artículo” o únicamente con el enfoque de sus puntos de interés inmediato. Pueden pasarse por alto problemas de competencia del regulador. Por ejemplo, si un alcalde está invadiendo la competencia del gobierno nacional. O problemas en cuanto al debido proceso regulatorio. Y todavía hay limitaciones en la revisión del sustento técnico de la regulación e incluso en la verificación de si la opción adoptada era la más eficiente.
Gobiernos y empresas no están solos frente a estos retos.Actualmente, existe una nueva generación de firmas con servicios de consultoría y desarrollo tecnológico en análisis y diseño regulatorio, aplicación de metodologías de diseño para servicios y de psicología experimental, que permiten conectar muy bien los avances científicos con sus necesidades en términos regulatorios.
También hay iniciativas muy interesantes conectadas con la academia, como el Centro de Estudios Regulatorios impulsado por SURA, RutaN, y universidades líderes de Bogotá, Cali y Medellín.
Churchill decía que el cambio es inevitable, pero el progreso no. Hoy todo el mundo está hablando de una nueva normalidad. La regulación, bien diseñada, puede ayudar a que los cambios vayan en la dirección correcta.
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LinkedIn: Julián López Murcia*
*El autor es cofundador de la firma de consultoría Nalanda Analytica.
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