¿Qué necesita su empresa en tiempos de crisis como los actuales? ¿Invención o innovación? Le explicamos la diferencia.
Con el pasar del tiempo, y en especial cuando nos enfrentamos a una crisis, (como es el caso actual con el virus del Covid-19), tendemos a valorar la invención más que nunca. Los medios están constantemente concentrados en dar luz a las iniciativas más “novedosas” en búsqueda de capitalizar la atención de las personas usando un simple accionar humano: nuestro arraigado sentimiento de esperanza.
La mayoría de nosotros nos acostamos todas las noches esperando un mañana nuevo y mejor. ¿Y cómo culparnos?, el optimismo es un motor constante que nos ayuda a sopesar los peores momentos de nuestras vidas, y es vital para sembrar el comportamiento más importante de todos, el ser resiliente.
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Por otro lado muchas veces dejamos pasar totalmente desapercibido el hecho de que procesos aburridos, repetitivos y poco pasionales resultan en grandes catalizadores para el bien común, tal vez porque no son muy sexys o simplemente no nos logran emocionar. Así pues, últimamente esto me ha llevado a preguntarme cuál es la real diferencia entre invención e innovación, ¿Es acaso alguna es mejor que la otra? Desde mi punto de vista creo que esta puede ser una gran manera de verlo más claramente:
La invención es la creación de un prototipo de un nuevo dispositivo o una nueva práctica social, normalmente suele ser a lo que muchos nos referimos como “una gran idea”. Por otro lado, la innovación es el proceso de convertir un nuevo dispositivo en algo práctico, económico y confiable que la gente quiera usar y adquirir, la clave es el lograr generar un beneficio masivo a gran escala.
Por esto, innovar también comprende el proceso de bajar el precio mediante reducción de costos; es el proceso de aumentar la fiabilidad y la eficiencia de dicho dispositivo; y es el proceso de persuadir a otras personas para que lo adopten también. Thomas Edison capta este punto muy bien, pues es principalmente un innovador porque no necesariamente tuvo ideas originales. A lo largo de su vida fue tomando las ideas de otras personas y convirtiéndolas en propuestas prácticas y accesibles masivamente.
Mi punto respecto a esto, es de nuevo que las ideas por más valiosas que parezcan y que a pesar que nos llenen de optimismo en su mayoría son inútiles por sí mismas. La magia ocurre en la ejecución, y no necesariamente la ideación y la ejecución ocurren bajo el mismo techo. Un gran ejemplo de esto es la ciencia en general y la mayoría de los científicos.
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Realizar un gran descubrimiento, o tener un gran resultado no es lo mismo que tener la capacidad de comercializarlo y llevarlo a las masas. Por su puesto las dos partes de la ecuación son necesarias, y no me atrevería a escoger una sobre otra, pero no es lo mismo decir: Uber fue mi idea, que construir Uber a partir de una idea de alguien más.
Esto puede parecer un problema directamente atado al ego, pues aquellos que inventan siempre menospreciaran a los que innovan y viceversa. No obstante, creo que estamos atacando el problema errado. Creo que deberíamos alejarnos de la conversación respecto a quién se debe llevar el crédito, si el inventor o el innovador.
Creo que la real conversación debería girar en torno a cómo podemos ver esto como una línea de ensamblaje para poner grandes ideas en las manos de personas que pueden hacer que las cosas pasen, pues en últimas este será el escenario óptimo para masificar el bien común, para que una vez nos acostemos todas las noches, podamos saber con certeza que efectivamente mañana será mejor.
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