La pandemia nos enseñó que lo que pensábamos imposible finalmente ha pasado. El trabajo remoto deja ver nuevas necesidades empresariales.
En la medianoche del martes 24 de marzo de 2020, por instrucciones del presidente de Colombia, Iván Duque; y siguiendo con lo que hasta el momento resultan las mejores prácticas para minimizar el contagio del Covid-19, inició la cuarentena en el país.
Cuatro meses han pasado desde entonces y en términos generales se mantiene su alcance, en casi todo el territorio nacional. En el mundo moderno, pocos fenómenos han retado de manera tan drástica la relación milenaria que existe entre el hombre y el trabajo, como las medidas de aislamiento preventivo que se han implementado alrededor del mundo, producto de la pandemia que estamos viviendo.
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El concepto de teletrabajo, que hasta entonces era tímidamente aceptado por el mundo empresarial en Colombia, y en muchas partes del mundo, pasó a ser la única opción para mantener la continuidad operacional en la mayoría de las industrias. Las áreas de IT y ciberseguridad de las organizaciones han trabajado incansablemente para asegurar que los colaboradores puedan tener los recursos que necesitan para realizar su trabajo desde sus hogares.
Un flashback a la historia del teletrabajo
Antes de la revolución industrial, las personas trabajaban generalmente desde sus casas, expertos del hierro, carpinteros y artesanos entre otros; con este cambio, llegó la necesidad de la automatización y las grandes máquinas dieron la posibilidad de producir a gran escala, lo que llevó a los empleados a trasladarse a las fábricas para completar sus tareas. Este momento marcó el inicio del concepto de desplazarse hacia donde estaba el trabajo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la historia cambió mucho más, la economía norteamericana se fortaleció y el concepto de oficinas centrales (headquarters) nació. Grandes superficies organizadas en pasillos y cubículos se construyeron, y se originó el concepto del día de trabajo de 8 horas que conocemos actualmente.
El crecimiento económico trajo avances en computación y tecnología que promovieron el camino hacia el concepto moderno de trabajo remoto como lo conocemos hoy y la llegada de Internet en la década del 80 y su subsecuente evolución en velocidad y penetración fue el eslabón que faltaba.
Sin embargo, el trabajo remoto ha sido una historia de amores y odios. IBM quien fuera el pionero del concepto de teletrabajo y quien en el año de 2009, presumía que el 40 % de sus 386.000 empleados, en 173 países trabajaban remotamente, lo cual le permitió ahorrarse millones de dólares anuales en arrendamiento de espacios de oficina; reversó su decisión en 2016, cuando anunció que obligaría a miles de sus empleados a volver a las oficinas. Medida similar adoptaron compañías como Yahoo, Bank of America y Best Buy, entre otras.
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En Colombia, según cifras del MinTIC, antes de la pandemia existían cerca de 122.000 teletrabajadores y era una política que sólo las organizaciones más progresistas implementaron como un beneficio adicional para sus colaboradores. El 24 de marzo ese número pasó instantáneamente a millones y durante los últimos cuatro meses ha sido la principal forma de trabajo para las empresas; algo que no pareciera cambiar, al menos durante los próximos 18 meses.
El auge del teletrabajo es tal, que las compañías con las que converso día a día, producto de mi propio teletrabajo, son enfáticas en resaltar que este será la principal forma de trabajo, inclusive después de la pandemia y que ya tomaron decisiones para devolver espacios de oficina y así optimizar recursos durante la pandemia.
Esta visión está en línea con la tendencia global. Una encuesta realizada en junio por la firma S&P Global mostró que más del 50 % de las empresas esperan reducir sus espacios físicos de trabajo para continuar fomentando el teletrabajo y mantener prácticas de distanciamiento social sostenidas por un largo período de tiempo.
El impacto del teletrabajo en ciberseguridad
La permanencia del teletrabajo como estrategia fundamental de operación nos reta a considerar el gran impacto que tiene en la seguridad cibernética. Recientemente en Lumu Technologies realizamos una encuesta a más de 350 ejecutivos de Latinoamérica y los resultados mostraron reveladores datos:
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- Una de cada tres empresas perdió o redujo la visibilidad de los ataques y los compromisos
- El 70 % de las organizaciones vieron incrementados los casos de ataques y/o amenazas en sus sistemas.
- El 35 % de las industrias disminuyeron durante este período su presupuesto en ciberseguridad.
Esta realidad surge principalmente por dos razones:
- Los adversarios saben que los empleados están trabajando remotamente y los controles de ciberseguridad se quedaron en las oficinas esperando ese tráfico de red que nunca va a llegar. Los esquemas de WFH han puesto a prueba la agilidad, poder de adaptación y velocidad de los equipos de seguridad.
- La evolución de los ataques es infinita. Contrario a la pandemia en donde de cierta forma podemos controlar la velocidad de crecimiento de la misma a través de las medias de aislamiento y distanciamiento social; no hay forma de limitar la capacidad de evolución de los ataques ni la distribución de los mismos.
Recomendaciones durante y postpandemia
La pandemia nos ha presentado distintas oportunidades de cambiar nuestra perspectiva y actuar basado en un pensamiento definido con propósitos claros. La ejecución bajo la idea que “siempre lo hemos hecho así” está constantemente siendo desafiada por factores de negocios, tanto internos como externos.
La drástica transformación en esquemas de trabajo han demostrado que aquello que pensábamos imposible, finalmente ha pasado, y de forma repentina. El llamado de acción para las empresas es evolucionar sus esquemas de seguridad, en acorde con nuevos modelos de trabajo. La oportunidad que tienen los líderes de negocios para robustecer sus arquitecturas de seguridad no tienen precedente.
No hay mejor momento que ahora para ser agentes de cambio, y liderar la transformación necesaria para mejorar el fallido modelo de seguridad al que venimos acostumbrados. La seguridad del mundo post-pandemia está en vías de construcción y los protagonistas serán aquellas empresas que se animen a imaginar una seguridad progresiva, funcional y eficiente para generaciones futuras. Después de todo, y como el reconocido Nelson Mandela nos enseñó, “siempre parece imposible hasta que se hace”.
Contacto
LinkedIn: Ricardo Villadiego*
Twitter: @rvilladiego
*El autor es CEO y cofundador de Lumu, una empresa de ciberseguridad enfocada en ayudar a organizaciones empresariales a identificar amenazas y aislar instancias confirmadas de compromiso.
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